Desde que el juez Sergio Moro impulsó la causa Lava Jato en 2014, Luis Inacio Lula Da Silva parece despreocupado del asunto. “No temo nada”, dijo cuando lo detuvieron en su departamento de San Pablo, para que declare por el esquema de corrupción en la petrolera estatal Petrobras: el Ministerio Público de Brasil sospechaba que el ex mandatario había recibido USD 10 millones por parte de empresas constructoras. En ese momento, nada concreto pudo determinarse.
Fiscales acusaron a Lula de ser el “jefe” del esquema de corrupción en Petrobras

Pero esta tercer semana de septiembre el panorama judicial parece complicar un poco más a Lula, pues fiscales federales brasileños solicitaron al juez Moro que presente cargos contra él y su mujer, Marisa Leticia. Concretamente, el fiscal Deltan Dallagnol dijo que el político es “el comandante máximo” de un cuadro de corrupción que, se calcula, le ha costado a Petrobras USD 2500 millones.
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Los fiscales tratan de determinar si Lula Da Silva y su esposa omitieron declarar ser propietarios de un lujoso penthouse de tres pisos en las costas de la ciudad de Guaruja. El edificio del inmueble habría sido reformado por la empresa OAS, que invirtió para ello cerca de USD 1 millón de dólares. Para Dallagnol, ese dinero constituye “sobornos pagados disimuladamente” y forma parte del “mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil”.
Por su parte, el ex presidente brasileño volvió a cuestionar a la justicia y aseguró públicamente: “prueben que soy corrupto e iré caminando a la cárcel”. “Nadie está por encima de la ley. Pero busquen a otro para buscar problemas", dijo.
El juez Moro deberá ahora determinar si acepta la denuncia o no.






