Los vehículos sin conductor ya no son del futuro sino que una realidad del presente. Ya circulan por las calles de diversas ciudades del mundo realizando todo tipo de pruebas. Supuestamente, los coches de funcionamiento autónomo deberían ser más seguros que los conducidos por personas, pero no es así y la razón está en que la inteligencia de la máquina está hecha para respetar las reglas del tránsito.
Estupidez humana vs. inteligencia artificial: los coches sin conductor que respetan las leyes del tránsito son más propensos a tener accidentes


Los coches sin conductor protagonizan el doble de accidentes que los de un vehículo a conducción humana y si bien nunca han sido los culpables, al parecer estas máquinas inteligentes no entienden que las personas no respetan las leyes en la calle.
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Estupidez humana vs. inteligencia artificial

Una de las áreas en donde vemos una aplicación concreta de la inteligencia artificial es en los coches sin conductor, los cuales poseen la tecnología para moverse por las calles sin necesidad de que una persona los maneje y cada vez son más precisos y avanzados. Los creadores de este tipo de vehículo los programaron para que sean respetuosos de las reglas del tránsito y por ello no circulan a exceso de velocidad ni realizan acciones prohibidas.
Lo que los programadores no consideraron es que los coches pueden ser muy inteligentes, pero los humanos detrás de los vehículos comunes y corrientes suelen cometer estupideces que terminan en accidentes de tránsito. La totalidad de los accidentes que protagonizaron los automóviles sin conductor de Google se deben a la imprudencia de los otros choferes que los adelantan de forma peligrosa mientras circulan a exceso de velocidad.
Como los coches inteligentes saben que hay que respetar los límites de velocidad pueden crear verdaderos atascos en calles y carreteras donde la gente supera la velocidad permitida y eso causa colisiones por alcance y choques cuando se intenta adelantarlos.
Adaptar los coches sin conductor al comportamiento humano

En un mundo idílico todos respetaríamos las reglas del tránsito, pero las personas nos corrompemos más fácil que una máquina y la inteligencia artificial de los vehículos sin conductor no considera ese factor humano.
Los ingenieros encargados del desarrollo de esta tecnología que pretende revolucionar el transporte están en la duda de si deben programar a los coches para que violen las leyes del transito en caso de considerarlo necesario y cómo las máquinas podrían distinguir esas situaciones excepcionales. Otro problema grave es cuando estos coches inteligentes se topan con un dilema ético: Por ejemplo, tienen que elegir entre evitar arrollar a un peatón descuidado o chocar a un automóvil lleno de niños.
En pruebas realizadas el laboratorios, las máquinas de inteligencia artificial simplemente enloquecían al no ver forma de tomar una decisión correcta por lo que a veces terminaban saboteándose a si mismas o causando accidentes más graves.
La inteligencia artificial tiene mucho que avanzar antes de poder salir con un coche a la calle y, tristemente la primera lección es que los humanos no seguimos las reglas y nuestros algoritmos son imperfectos haciendo de la inteligencia real menos efectiva que la artificial.
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