A principios del Siglo XX comenzó una larga tradición por premiar sucesos culturales, académicos y científicos que se dio a llamar Premios Nobel. En lo que concierne a los reconocimientos científicos, han sido categorizados en tres grandes ramas: física, química y fisiología. Pasados ya algo más de 100 años, han sido galardonados cientos de científicos a largo y ancho del planeta. Sudamérica ha contribuido humildemente en este pedestal de sabiduría, con cinco ganadores en total, repartidos en el campo de la química y fisiología.
Estos son los 5 premios Nobel de Ciencia latinoamericanos

«Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológico, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia». —Bernardo Alberto Houssay—
Pasemos a conocer a estos grandes científicos, quienes dedicaron su vida a arrebatarle secretos a la naturaleza y, además, lograr promover la actividad científica en una región que históricamente la ha dejado en un segundo plano.
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5. Bernardo Alberto Houssay
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- Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1947
«Por el descubrimiento del rol de la hormona pituitaria del lóbulo anterior en el metabolismo del azúcar».
Bernardo Alberto Houssay (10 de abril, 1887 – 21 de septiembre, 1971) nació en Argentina, hijo de inmigrantes franceses e integrante de una numerosa familia, comenzó su educación en una escuela privada. A la temprana y asombrosa edad de 14 años entró a la carrera de Farmacia en la Universidad de Buenos Aires. Obtuvo su título de grado tres años después y, como si fuera poco, comenzó la carrera de Medicina.
Antes de graduarse como médico ya ocupaba un cargo en el Departamento de Fisiología, donde realizó su tesis doctoral sobre la glándula pituitaria, la cual investigó incansablemente toda su vida. En sus años siguientes ocupó incontables cargos directivos y docentes, fundó el Instituto de Biología y Medicina Experimental, en donde se siguen explorando sus líneas de investigación y otros tópicos de fisiología.
Trabajó prácticamente en todos los campos de la fisiología humana. En particular, como ya hemos apuntado, siempre se interesó por las glándulas endocrinas. Dedicó gran parte de su tiempo al estudio de la hipófisis, lo cual engrosó de gran manera el conocimiento que se tenía sobre el metabolismo de los hidratos de carbono y su relación con la potencial aparición de la diabetes.
Fue autor de alrededor de 500 papers científicos y libros académicos. A su vez, fue un estandarte en la promoción de la educación y la actividad científica en su país. Fue el primer director del CONICET, el organismo más importante de ciencia y desarrollo en Argentina. Fue, sin lugar a dudas, una de las personalidades más brillantes de la historia de la ciencia en el continente.
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4. Baruj Benacerraf
- Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1980
«Por contribuir en el descubrimiento de estructuras de la superficie celular que regulan las reacciones inmunológicas».
Baruj Benacerraf (29 octubre, 1920 – 2 de agosto, 2011) nació en en la ciudad de Caracas en el seno de una familia judía. Tuvo una infancia y adolescencia turbulenta, migrando a diferentes países. En 1940 se asentó en Estados Unidos y a los dos años ya obtenía su Bachiller en Ciencias en la Universidad de Columbia. Sufrió discriminación a la hora de comenzar su doctorado en Medicina a causa de su origen y etnia, pero finalmente realiza su doctorado en el Medical College de Virginia.
Ejerció su labor en varios países y laboratorios de élite. Comenzó sus estudios sobre alergias en 1948, los cuales desembocaron en sus principales líneas de investigación que le valieron numerosos premios. Sus inquietudes tuvieron como foco al sistema inmune y su funcionamiento.
Su mayor descubrimiento fue el complejo mayor de histocompatibilidad, los cuales son una familia de genes involucrados en la respuesta inmune y estrechamente vinculado en la acepción o no de órganos en las operaciones.
Conocer la naturaleza y la causa de la compatibilidad en operaciones de trasplantes fue un avance sustancial en la medicina. Por ello, recibió merecidamente el palmar máximo, el cual compartió con otros dos grandes científicos que se abocaron a la misma temática: Jean Dausset y George Snell. Autor de aproximadamente 300 artículos y libros, fue uno de los fundadores de la Inmunología tal y como la conocemos hoy en día.
3. Luis Federico Leloir
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- Premio Nobel de Química de 1970
«Por su descubrimiento de los nucleótidos-azúcares y su rol en la biosíntesis de los carbohidratos».
Luis Federico Leloir (6 de septiembre, 1906 – 2 de diciembre, 1987) nació en París pero su familia, de nacionalidad argentina, migró al país sudamericano cuando él tenía 2 años. Obtuvo su Doctorado en Medicina en la Universidad de Buenos Aires en 1932. Allí conoció y trabajó con uno de los protagonistas del artículo: Bernardo Houssay. Acompañado de su gran maestro, comenzó a incursionar en investigaciones vinculadas a los carbohidratos y su intrincado metabolismo.
Migró a importantes laboratorios para continuar sus líneas de investigación, como el Laboratorio de Bioquímica en Cambridge o el del doctor Carl Lori en St. Louis. Fue director del Instituto de Investigaciones Bioquimicas, donde, acompañado de sus colaboradores, realizaron profundos avances para conocer la naturaleza de los azúcares. Purificaron y dilucidaron el metabolismo de azúcares vitales en la vida de los humanos, como la glucosa, la sacarosa y el glucógeno.
Recordemos que los hidratos de carbono son la primera fuente de energía que consume nuestro cuerpo, pero que además también forman parte de estructuras complejas, como la molécula de ADN. El mismísimo Houssay se hubiese sentido honrado de los logros de su gran discípulo.
2. César Milstein
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- Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1984
«Por sus teorías acerca de la especificidad en el desarrollo y el control del sistema inmunológico y el descubrimiento de los principios de producción de los anticuerpos monoclonales».
César Milstein (8 de octubre, 1927 – 24 de marzo, 2002) fue el segundo de tres hermanos provenientes de una familia de clase media. Nació en la ciudad de Bahía Blanca, sur de la provincia de Buenos Aires. Se doctoró en la carrera de Bioquímica en la Universidad de Buenos Aires, desarrollando su tesis sobre estudios cinéticos de la enzima aldehído deshidrogenasa.
En 1958 migró a Inglaterra, donde luego se nacionalizó, para continuar sus estudios en Cambridge; allí conoció brevemente a una de las pocas personas que ganaron el premio Nobel en dos oportunidades: Frederick Sanger.
La principal línea de investigación de Milstein, y la que le valío el máximo palmar junto a otros dos colegas, fue la estructura y química de los anticuerpos. Seguramente hallas escuchado hablar de ellos, tal vez en una publicidad de un producto para la salud; la realidad es que los anticuerpos son moléculas indispensables para el correcto funcionamiento de las defensas de nuestro cuerpo.
En 1975, junto a sus colegas, desarrolló la técnica del hibridoma para la obtención de anticuerpos monoclonales. Se denominan monoclonales porque provienen de una sola célula y son altamente específicos. Este descubrimiento generó un quiebre en varios campos, produjo una enorme expansión en el uso de los anticuerpos en ciencia y medicina. Aparte de ser una eminencia de la ciencia, Milstein se caracterizó por su austeridad: nunca patentó su descubrimiento, al contrario, consideraba que era propiedad de la humanidad.
1. Mario Molina

- Premio Nobel de Química de 1995
«Por su trabajo en Química Atmosférica, en particular sobre la formación y descomposición del ozono».
Mario José Molina (19 de marzo 1943) nació en México D. F. Desde niño ya mostraba profundo interés por la ciencia y en particular por la química. Obtuvo su Bachiller en Ingeniería Química en la Universidad Nacional Autónoma de México cuando tenía tan solo 22 años. Dos años después continuó sus estudios y obtuvo títulos de posgrado en Alemania y California.
En 1974, Mario y su colega, el conocido científico Frank Rowland, publicaron uno de los papers más importantes hasta la fecha, el cual les valió múltiples de palmares tiempo después. En aquel entonces, los CFC (clorofluorocarburos) eran empleados masivamente en la industria, ya sea como refrigeradores o como propelentes. Mario y colaboradores descubrieron el rol destructivo de los CFC para con la capa de ozono.
Este descubrimiento generó un punto de inflexión: poco a poco se dejó de usar los CFC, tanto de la industria como de los aerosoles domésticos. Desde 1974 hasta 2004 fue profesor de química en las universidades más prestigiosas, como la Universidad de California o el MIT. Ha recibido innumerables premios y honores, entre ellos el Premio Nobel en 1995, el cual compartió con su ex colega Rowland y con Paul Crutzen.
Realmente interesante, ¿no lo crees?









