Especialistas logran que dos roedores se «enamoren» artificialmente gracias a un estímulo cerebral

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Publicado el 6 jun 17 - 12:30 PM EDT. Actualizado el 24 mar 18 - 09:55 PM EDT.

El amor es una reacción química en la que participan varios componentes químicos de nuestro cerebro para formar y estimular una atracción sexual y emocional. Esto es lo que impulsó a un grupo de especialistas a estudiar la expresión de amor en el cerebro de los roedores, para más adelante aplicar este estudio en humanos.

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Este equipo de especialistas observó el cerebro de dos ratones durante una vinculación emocional y sexual. Estas observaciones les permitieron llegar a conclusiones muy interesantes y sorprendentes.

El código neuronal del amor fue descifrado

Imagen Shutterstock

El grupo de especialistas neurociencia de la Universidad de Emory logró descifrar el código neuronal del amor. Se trata de una serie de conexiones específicas que hacen que el sistema de recompensa del cerebro comience a producir una serie de componentes químicos —como las hormonas oxitocinadopamina— que nos hacen sentir bien.

Pero lo más sorprendente es que este equipo logró imitar el proceso que generó la atracción entre los roedores. Esto lo lograron al estimular artificialmente las conexiones del sistema de recompensa con luz.

El novedoso estudio fue publicado en la prestigiosa revista Nature, donde detallan el estudio y los procedimientos realizados. A grandes rasgos, el equipo de especialistas utilizó una sonda para estudiar la comunicación neuronal que sucede en el cerebro de los ratones mientras se vinculaban afectivamente. Así lograron obtener toda la información necesaria para imitar el circuito que se forma.

El circuito neuronal que conduce al enamoramiento

Imagen Thinkstock

La vinculación afectiva excita un área específica del cerebro —la corteza prefrontal— donde suceden las tomas de decisiones y la recompensa, entre otras actividades.

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Para vincular artificialmente a los roedores, el equipo utilizó la optogenética. Se trata de una técnica en la cual se insertan genes que codifican una proteína que es sensible a la luz. De este modo, las neuronas responden ante la luz y estimulan el circuito del cerebro que genera un vínculo con otros roedores.

Al realizar el experimento se observó que luego de estimularlos con luz, los roedores comenzaban a vincularse afectivamente entre sí. Zack Johnson, uno de los autores que encabezó este estudio, expresó su entusiasmo frente a los increíbles resultados obtenidos y el gran poder que el ser humano parece tener con un simple implante en el cerebro de estos animales.

Aunque este estudio fue realizado en ratones de campo, podría eventualmente ser de gran utilidad para mejorar las funciones sociales en aquellas personas que tienen problemas sociales por distintas razones.

La cuestión es: ¿realmente queremos sentimientos y conexiones artificiales? ¿A dónde puede llevarnos esto?

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