Estamos tan pendientes de sentidos como el gusto o el tacto que a veces nos olvidamos de lo fundamental que es el olfato. La NASA lo sabe y por eso contrató a George Aldrich, un químico que trabaja oliendo todo aquello que llegará al espacio. Si bien en un comienzo se dedicó a las pruebas toxicológicas, ahora va en busca de olores que puedan hacer daño a los astronautas en la Estación Espacial Internacional o entorpecer el trabajo.
El trabajo más impensable de un funcionario de la NASA te dejará boquiabierto

¿Por qué es importante?

Aunque suena a un trabajo inútil, de hecho no lo es. Los astronautas están atrapados por meses en ese espacio reducido, lejos de sus hogares en la Tierra. Estar en contacto con olores nauseabundos empeora la situación y puede hacer que no realicen correctamente su trabajo.
La forma de testear los materiales es a través de un puntaje. Cada uno recibe un número que va entre el 0 y el 4. Si un olor es tan fuerte como para pasar el 2,5 entonces no es enviado a la Estación. Para dar un puntaje Aldrich no puede observar el objeto porque debe ser totalmente imparcial. Si lo mira podría dar su opinión de acuerdo a la apariencia del producto y no es lo que se pretende.
Un trabajo muy necesario
Antes de realizar las pruebas de olores, una enfermera lo analiza para ver que no esté resfriado, enfermo o tenga alguna condición que le impida ser imparcial en el asunto. Si bien este método no suele fallar, a veces se escapan algunos materiales que huelen mal por error al no probarlos antes. Esto solo muestra la verdadera necesidad de estos profesionales. Por otro lado, es imposible terminar con uno de los olores más fuertes en la estación: el del cuerpo humano.
Según el sitio web de la NASA, Aldrich trabaja para la organización desde 1974 y ha hecho nada menos que 851 misiones de olores. Antes de estar en este lugar trabajó para el departamento de bomberos haciendo lo mismo. Sin dudas ha tenido una carrera única y fuera de lo común.
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