Aunque existieron hace millones de años, muchos dinosaurios todavía son un misterio y cada vez aparecen más ejemplares con características muy raras e inexplicables.
El T-Rex es temible sólo porque no conocías al Pegomastax: tenía hasta púas


Según las teorías científicas, los dinosaurios se extinguieron hace aproximadamente 66 millones de años en un periodo que acabó con la vida del 75% de las especies que habitaban la Tierra.
A pesar de la desaparición de los especímenes, existen animales en la actualidad que son una evolución de algunos ejemplares. Incluso las aves tienen ascendencia lejana en los dinosaurios.

No es raro encontrar fósiles que después de ser reconstruidos presentan características parecidas a los animales actuales; sin embargo, hay un ejemplar que combina cualidades de seres vivos modernos que tienen poco en común.
Se trata del Pegomastax africanus, un pequeño dinosaurio que vivió en África hace 190 o 200 millones de años, medía menos de 60 centímetros y pesaba menos que un gato doméstico.

Según la investigación, el Pegomastax era un dinosaurio herbívoro que formaba parte de la familia de heterodontosaurios, las primeras especies que poblaron la Tierra.
Lo más peculiar del Pegomastax no es el tamaño miniatura o la vejez del dinosaurio, sino que tenía un pico corto muy parecido al de los loros, colmillos y estaba cubierto de púas como un erizo.
El cráneo del Pegomastax no medía más de 10 centímetros y estaba adaptado para arrancar fruta. Además, tenía dientes escondidos detrás del pico para cortar plantas.
Todas las características apuntaban a que podría ser un pariente muy lejano de los loros, pero el Pegomastax no tenía plumas ni alas.

Es muy raro que los dinosaurios herbívoros tuvieran colmillos; sin embargo, se piensa que el dinosaurio los tuvo que desarrollar como mecanismo de defensa para defenderse de otros ejemplares.
El ejemplar fue desenterrado en 1960 en Sudamérica, pero fue olvidado junto a otros fósiles. Más de 50 años después, el paleontólogo Paul Sereno lo estudió y descubrió sus características únicas. Es el único fósil existente y está resguardado en una colección de la Universidad de Chicago.

El paleontólogo encargado de la investigación bromea y piensa que, de seguir vivo, el Pegomastax podría ser domesticado y entrenado para no morder.
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