El rostro de los refugiados: la historia de Hawa y su bebé

Hawa tiene 23 años. Tuvo que escaparse de la República Centroafricana embarazada y luego de que su esposo muriera. Además, su hermano y su padre fallecieron. ¿Qué hay de la madre? Desapareció y nunca más se supo algo de ella. Hawa quedó sola y con un bebé de 8 meses en su vientre.

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Pero en Camerún encontró un lugar donde refugiarse y formar una nueva vida. Allí dio a luz a su hijo y logró obtener un trabajo. Mientras lleva a su hijo en la espalda, vende harina de yuca y pescado en el mercado.

«No tenía a nadie. —contó a ONU Mujeres— Me capacitaron y ahora sé cómo hacer un plan de negocio en el campo».

Hawa logró salir adelante y también lo hicieron las miles de mujeres que se encuentran en Camerún luego de huir y convertirse en refugiadas.

¿Quieres conocerlas?

Djibo Fadimatou perdió a 8 hijos —de los 15 que dio a luz— y, además, su marido desapareció. Todo ello sucedió en la guerra civil de la República Centroafricana. Pero logró escapar y encontró un lugar en el campo de refugiados de Camerún.

Se convirtió en una verdadera líder. Para las 12 000 mujeres que están a su alrededor, ella es un ejemplo a seguir.

Como líder intenta convencer a sus compañeros del campo de refugiados que ese es un lugar seguro y que los hijos deben ir a las escuelas.  

Yaya Dia Adama también tuvo que escapar y llegó a Gado, el campo de refugiados de Camerún, con 5 hijos.

Trabajaba de costurera y en este país también podría trabajar y vivir de su profesión. ONU Mujeres consiguió algunas máquinas de coser para ella y otras mujeres: todas hacen vestidos para el mercado y, así, logran mantener a sus familias.

Nene Daouda tiene 38 años y, como las otras mujeres, perdió un familiar en la guerra civil: en este caso fue su marido. Ella con sus 5 hijos lograron formar una vida en Camerún pero, recientemente, uno de sus hijos falleció por una enfermedad.

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A pesar de la tristeza, Nene decidió seguir trabajando y, sobre todo, decidió seguir construyendo su vida. Junto a sus hijos abrieron un restaurante en el campo y, de esa manera, no solo alimentan a los demás refugiados sino que también logran mantenerse.

La crisis de refugiados tiene millones de rostros. Y algunos de esos rostros son estas mujeres que, a pesar de todo, lograron seguir adelante y encontraron un lugar donde son bienvenidas y aceptadas.