Apreciamos mucho nuestro sentido del olfato, sobre todo cuando seleccionamos una fragancia o cuando estamos a la espera de una deliciosa cena cuyos aromas nos llegan desde la cocina. Pero el potencial de nuestra nariz al parecer es mucho mayor, tanto, que es posible establecer una especie de huella olfativa parecida a la dactilar.
¿El olfato puede identificarte mejor que la huella dactilar?

De la huella dactilar a la huella olfativa

Los aportes de Latinoamérica al conocimiento científico han sido más bien modestos; sin embargo, en 1891, un argentino hizo una de las contribuciones más importantes a la criminalogía, cuando Juan Vucetich elaboró el primer banco de huellas digitales de la historia, fichando a un grupo de 23 convictos y sospechosos en la policía de Buenos Aires. Desde entonces y hasta el descubrimiento de la « huella genética» del ADN, la huella dactilar fue el método universal más preciso para la identificación de personas. Ahora, un equipo del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, acaba de concluir un estudio que revela el potencial de nuestras preferencias olfativas para identificarnos.
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La olorosa investigación

Los investigadores israelíes partieron de un grupo de 89 personas a las que les pidieron que asociaran 28 aromas con 58 palabras claves. Con los resultados, construyeron un modelo matemático que les permitió a posteriori identificar a varios individuos a partir de selecciones al azar de sets de olores y palabras claves. Los expertos estiman que con solo 34 olores y 35 palabras claves podrían establecer una especie de certificado de identidad aromático de cada uno de los más de siete mil millones de habitantes del planeta.
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Un método complicado que podría abrir otras perspectivas

Si en algún momento a bordo de un avión próximo a aterrizar en Israel, Estados Unidos u otro país fuertemente preocupado por su seguridad, te piden que asocies el olor de la tierra mojada o el de un pollo muerto con un conjunto de palabras claves, no pienses que la azafata ha enloquecido; lo más seguro es que el Gran Hermano está indagando para sumar tu número de pasaporte olfativo a las varias informaciones que ya posee sobre ti.
De cualquier forma, el novedoso método de identificación luce algo complicado e inexacto. Distinto sería, por ejemplo, que los criminales pudieran ser reconocidos por su olfato antes de llegar a la estación de pasaportes y a los equipos de identificación biométrica. Que un terrorista pudiera encender una alarma porque una huella biológica-olfativa procedente de sus gases de exhalación al respirar, coincidió con la correspondiente base de datos, si sería una magnífica noticia para el FBI, la CIA y la MOSSAD.
Por otro lado, los autores del estudio han lanzado la hipótesis de que la percepción olfativa tendría una estrecha relación con el sistema de antígenos leucocitarios de los seres humanos, que es el encargado de reconocer los cuerpos extraños que entran al organismo y activar el sistema inmunológico. Tiene sentido, ya que es precisamente nuestra nariz uno de los principales órganos con el que atraemos o rechazamos cosas que nos gustan o disgustan. Esta relación abriría una ventana de investigación en inmunología a partir de la percepción olfativa.
¡Después de todo, ser algo narizón quizá sea un buen atributo!









