49 millones de personas lo votaron. No obstante, en Brasil y en el resto de Latinoamérica, estas elecciones dejaron un gusto amargo: no solo por quién fue el más votado ( Jair Bolsonaro), sino porque sus pensamientos son los del 46.7 % de brasileños: la homofobia, la desigualdad de género, el racismo y la pena de muerte son algunas de las posturas marcadas del candidato más votado de Brasil.
Él no: por qué Twitter se manifestó en contra del candidato brasileño y contra quién compite
En las elecciones del 7 de octubre,en Brasil se desarrollaron las elecciones presidenciales. Una semana antes, millones de mujeres salieron a la calle a gritar « Él no» (debido a que planteó, entre otras cosas, dejar de atender médica y psicológicamente a las mujeres víctimas de abuso sexual a través del sistema púbico de este país).
Con este antecedente, las consultoras estimaron que Bolsonaro iba a ser el más votado, pero no por tanta mayoría. El segundo candidato más votado, Fernando Haddad (correspondiente al PT, partido liderado por Lula) obtuvo tan solo el 28,3 %. Ciro Gómez, del PDT, obtuvo 12,5 %, mientras que Geraldo Alckmin obtuvo 4,8 % y Marina Silva, 2 %, según El País de Brasil.
El domingo 28 de octubre de 2018, en Brasil se desarrollará la segunda vuelta donde se enfrentarán Bolsonaro y Haddad. Si bien el ultraderechista obtuvo una gran cantidad de votos, no le dio para llegar al 50 % + 1, para ganar en primera vuelta.
¿Quién es Jair Bolsonaro?
En Twitter el 8 de octubre, Jair Bolsonaro, Él No y Él Nunca (o EleNão y EleNunca) fueron trending topic. La preocupación por la vuelta de la ultraderecha llegó a las redes sociales. ¿Quién es Jair Bolsonaro, el candidato que puede traer la ultraderecha al poder?
Bolsonaro, de 63 años, pertenece al Partido Social Liberal (PSL) y en varias ocasiones se comparó indirectamente con Donald Trump: «Hagamos que Brasil sea grande otra vez», expresó según The Guardian (el eslogan de campaña del ahora presidente Donald Trump fue «Make America Great Again»).
El candidato más votado está hace 27 años en la política (como congresista) y se lo conoce por su posturas en contra de las comunidades negras, gays (prefiere un hijo muerto a un hijo gay, según sus propias declaraciones), indígenas y, por otro lado, apoyó en varias ocasiones la dictadura militar de su país (en 1993 manifestó en el Congreso que «estoy a favor de una dictadura. Nunca resolveremos los graves problemas nacionales con esta democracia irresponsable», según The Guardian. En 2015 volvió a defender la dictadura y manifestó que era un «medio benévolo pero esencial».)
Antes de la votación, Bolsonaro aparecía con un estimativo de 35 % (finalmente, la votación lo impulsó y tuvo 46,3 %).
En su campaña criticó al PT ( Partido de los Trabajadores liderado por Lula) y, según la BBC, les echó la culpa por «la recesión prolongada, un aumento del crimen violento y una corrupción generalizada en la economía más grande de Sudamérica». Además, en Facebook (las redes sociales fueron un instrumento muy utilizado por este candidato), publicó que al votar podían elegir por la «prosperidad, la libertad, la familia del lado de Dios» o «el camino de Venezuela».
Bolsonaro recibió el apoyo de los evangélicos, uno de los grupos políticos más poderosos de los últimos años en Brasil, según Washington Post. «Las grandes iglesias realmente pueden participar políticamente desde arriba hacia abajo al nominar a sus candidatos», dijo al medio el sociólogo Paul Freston, y agregó: «La afiliación de partido es secundaria. La afiliación importante es con la iglesia».

El candidato no estuvo involucrado en ningún escándalo de corrupción de los que explotaron en Brasil. Para la Rolling Stone, que publicó las palabras del humorista John Oliver, eso quizá sea «lo más bonito que se puede decir de Bolsonaro».
Según El País de Madrid «los electores del candidato de ultraderecha demuestran frustración con la política y creen que las soluciones extremas resuelven problemas como violencia y corrupción». Según la organización Americas quarterly, Brasil tiene 19 ciudades de las 50 más violentas de todo el mundo.
¿Y quién es Fernando Haddad?

Luego de que Lula no lograra salir de prisión (y en consecuencia, no presentarse como candidato del PT para las elecciones), Fernando Haddad asumió ese rol.
El candidato fue exalcalde de San Pablo y fue anunciado como candidato poco tiempo antes de las elecciones. Quizá, su vínculo con Lula lo potenció pero, quizá, también lo hundió (Lula está preso y el país está dividido: hay quienes dicen que hay pruebas suficientes de corrupción y hay quienes dicen que fue una movida política para que no se presentara como candidato).
Fue el impulsor del programa Universidad para Todos, para poder otorgar becas a estudiantes de sectores económicos débiles, según la BBC. Y, según El País de Madrid, «Haddad nunca comulgó con el ala más radical del PT». Su postura «sureña» e «intelectual» lo alejaban de los líderes del PT y, quizá, eso interfirió en el respaldo que obtuvo por parte de los votantes.

No obstante, según el sitio, «no había otra opción. Era el más popular para reemplazar a Lula» y agregó: «Los analistas entienden que en la segunda vuelta tendrá más probabilidades de victoria quien logre dialogar con los electores. Existe el consenso en que la única persona dentro del PT que tiene condiciones de hacerlo es Haddad. Para lograrlo, tendrá que modular su discurso y quizás volver al perfil moderado que le dio la victoria en las elecciones a la alcaldía de San Pablo. Volver a vestir el traje de profesor universitario».
Para El Observador, de Uruguay, «Haddad tradicionalmente representó a la clase media de izquierda y por eso uno de los mayores desafíos que afronta es la conquista del apoyo de las clases populares, afines a Lula».
Haddad, de 55 años, tiene un arduo trabajo hasta el 28 de octubre: cree que es posible ganarle a Bolsonaro, pero solo si logra reunir el apoyo de todos los votantes que no eligieron en primera vuelta al candidato del PSL.
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