Hasta ahora, la comunidad científica se había sorprendido del nivel de sensibilidad que pueden llegar a tener los órganos sensoriales, pero una nueva investigación de neurocientíficos de la Universidad de Rutgers, ha descubierto que el miedo provocado por ciertos olores se producen incluso antes de que dichos olores sean procesados por el cerebro.
El miedo se activa antes de que el cerebro lo procese

Aprendizaje previo a la consciencia
El Dr. John McGann y sus colegas han revelado –luego de un estudio realizado con ratones modificados genéticamente– que las narices de estos animales reaccionaron con fuerza despertando las sensaciones de miedo, incluso antes de que las señales del olor sean interpretadas por el cerebro.
Esto viene a desmontar la tendencia que teníamos de pensar que el aprendizaje era algo que sólo ocurría en las profundidades del cerebro, y sólo después de traspasar el campo de la consciencia. El mismo McGann declara:
“Ahora vemos cómo el sistema nervioso puede llegar a ser especialmente sensible a los estímulos amenazantes y cómo el miedo puede impregnar completamente a las señales en su camino desde los órganos sensoriales al cerebro."

Mayor comprensión del estrés postraumático y la ansiedad
Los investigadores han deducido que el proceso sensorial descubierto indica que los recuerdos temerosos pueden influir y condicionar los sentidos. A su vez, esta influencia podría ser muy útil para comprender mejor enfermedades tan comunes en nuestra época, como el trastorno de estrés postraumático. En este, se manifiestan pesados síntomas de ansiedad y miedos infundados, a pesar de que la persona no se encuentra en peligro.
En este sentido, McGann destaca que los trastornos de estrés postraumático –sobre todo en soldados afectados por este mal– se desencadenan por olores como el de las emisiones de diesel. La alta capacidad sensorial que muestra el reciente estudio aporta una nueva manera de pensar acerca de cómo se producen estas reacciones de ansiedad, y cómo podrían tratarse con más efectividad.
Durante el estudio, los ratones que fueron traumatizados por medio de shock, mostraron una sensibilidad mucho mayor a los olores. Estos olores provocaron que el nervio olfativo aumentara considerablemente la cantidad de neurotransmisores liberados por las células cerebrales.
Los científicos vieron que los cerebros pueden ser hipersensibles a los olores asociados al miedo.

Revertir para curar
El Dr. McGann aclara que lo concluido hasta ahora por las investigaciones es de gran importancia, pero agrega que los estudios continuarán con vistas a determinar si la hipersensibilidad al peligro a través de los olores, puede revertirse mediante el uso de la terapia de choque o exposición. Esta pretende mostrar a los ratones que dichos olores no están asociados a ningún peligro. El fin último de esta reversión es verificar si pueden introducirse nuevos tratamientos terapéuticos para tratar la ansiedad en seres humanos.
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