La Casa de Representantes del Congreso de Estados Unidos acaba de revocar una medida de la administración de Barack Obama que imponía ciertas restricciones para la compra de armas de fuego por parte de individuos con enfermedades mentales.
El Congreso estadounidense elimina regulaciones sobre la venta de armas a personas con enfermedades mentales


La medida fue implementada por Obama en su último período de mandato y básicamente establecía que el Social Security Administration debía informar al FBI sobre las personas diagnosticadas con enfermedades mentales que dependen de un representante para manejar sus finanzas personales. Enfermedades como la ansiedad y la esquizofrenia estaban dentro del rango de la regulación en un intento de impedir que las armas de fuego llegaran a las manos de estas personas. Se espera que la nueva decisión afecte a 75,000 beneficiarios una vez que entre en vigor.
Los opositores a esta medida en aquel entonces, sostenían que esta violaba los derechos de estas personas de acuerdo con el Second Amendment, el cual establece el derecho de los ciudadanos a portar armas. Pero este argumento toma una dimensión completamente diferente cuando se analiza en su contexto real, sin el ruido de los grandes intereses.
El Second Amendment fue creado en 1789 y puesto en vigor en 1791, durante la lucha contra el régimen colonial inglés. La idea de los legisladores de la época era crear una especie de cuerpos civiles armados que pudieran defenderse del abuso de las fuerzas militares inglesas. Es por eso que una parte del texto dice así: “Una milicia bien regulada, siendo necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del pueblo a tener y portar armas, no debe ser infringido.”
La idea del derecho a portar armas se arraigó fuertemente en la identidad del pueblo norteamericano y ha perdurado hasta nuestros días, a pesar de los intensos debates legales por actualizar la interpretación del Second Amendment dentro de un contexto más actual, donde no existe beligerancia en suelo estadounidense.

Por otra parte, la industria de las armas de fuego se ha convertido en una maquinaria que genera miles de millones de dólares cada año y es uno de los poderes cabilderos más fuertes en Washington. Entre armas y municiones, se calcula que esta industria genera anualmente más de $1,500 millones. Esto explica porqué la National Rifle Association ( NRA) se opuso fuertemente a esta política regulatoria demócrata y fueron acérrimos parciales de Donald Trump durante su campaña. De hecho, la NRA invirtió $6.5 millones en anuncios para la campaña de Trump. Esta cifra constituye la inversión publicitaria más grande que ha hecho esta organización.
Se estima que unas 270 millones de armas de fuego están en manos de civiles norteamericanos, una cifra astronómicamente superior a la de cualquier nación industrializada. Esto parece tener una relación directa con los crímenes violentos con arma de fuego, apartado en el que Estado Unidos también supera con creces a sus semejantes del mundo desarrollado, como se puede apreciar en las siguientes gráficas.

Esta decisión es consecuente con lo que viene ocurriendo desde el comienzo de la presidencia de Trump. El propio Paul Ryan, actual Speaker of the House y miembro del Partido Republicano, ha dicho que esto es “solo el principio”. El congreso ya está trabajando para revertir el Congressional Review Act ( CRA), el cual fue también instaurado por Obama para obligar a las compañías a reportarle al gobierno las medidas de seguridad para la explotación de petróleo y gas natural, entre otras medidas que serán desmanteladas.
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