Los emúes, ñandúes, casuarios, kiwis y avestruces tienen una conocida característica en común: no pueden volar. El origen de este grupo de aves, conocidas como ratites, históricamente ha sido bastante controvertido y desde Darwin hasta Huxley, numerosos naturalistas se han aventurado a plantear sus propias teorías de acuerdo a los materiales con los que contaban en ese entonces. Sin embargo, hoy en día la lectura del ADN se ha convertido en el mejor testigo a la hora de desentrañar los más complejos misterios de la evolución, y si bien este caso no ha sido la excepción, parece haberse solucionado, o al menos eso creen unos investigadores. Veamos de qué se trata.
El ADN revela misterios sobre el origen de las aves corredoras

¿Qué se pensaba hasta ahora?

La teoría más aceptada hasta ahora sobre el origen y la diversificación de estas aves era que todas descendían de un único ancestro común que no tenía capacidad de volar, por lo que la única manera posible de que existieran especies tanto en Nueva Zelanda, Australia, América del Sur o África es que este ancestro viviera en Gondwana, el supercontinente más austral luego de la partición de Pangea.
Siendo así, cuando comenzó la separación de este, hace aproximadamente 100 millones de años, los grupos de dicho ancestro quedaron aislados, originando con el tiempo las diversas especies actuales y otras ya extintas.
Ver también: El pájaro más grande del mundo
Teoría derrumbada

Lo anteriormente mencionado queda en entredicho según el análisis del ADN que unos científicos realizaron por primera vez al pájaro elefante, una gigantesca ave no voladora que vivió en Madagascar y que alcanzaba los tres metros de alto y los casi 300 kilogramos de peso.
Según revela el genoma de esta ave, contrario a lo que se creía por su parecido con el avestruz, estas no están muy relacionadas entre sí. Sin embargo, sí existe un fuerte vínculo de estas con los kiwis neozelandeses, a pesar de la abrumadora diferencia física entre ellos y su lejanía geográfica.
Teniendo en cuenta que Madagascar y Nueva Zelanda se separaron del supercontinente hace apenas 50 millones de años, que el kiwi surgió más recientemente y que el ancestro común vivían aún en esos tiempos, la única manera de que este atravesara las 7000 millas (11 265 km) de océano que separan ambas islas, tuvo que haber sido volando.
Esto confirmaría que el ancestro común de las ratites efectivamente debió tener capacidad de vuelo, la que sus descendientes posteriormente perdieron mediante diferentes procesos, independientes entre sí.

En cuanto al tamaño gigante de estas aves, los investigadores teorizan que posiblemente se debió a la extinción masiva de los dinosaurios más grandes, sus principales competidores entre los herbívoros, lo cual les abrió una ventana a prosperar y crecer, al menos hasta que evolucionaron los mamíferos. En ese lapso de tiempo, sin grandes depredadores ni competencia por el alimento, fueron perdiendo además la capacidad de vuelo que heredaron de su antepasado.
Ver también: Aves curiosas, el Casuario de Ceram
¿Qué te parece esta nueva teoría que ha puesto patas arriba lo que se pensaba hasta ahora sobre el origen de especies tan populares como los avestruces?









