Detectan por tercera vez ondas gravitacionales producto de un choque entre agujeros negros

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Los científicos del LIGO han anunciado que han detectado por tercera vez ondas gravitacionales producto de un choque entre agujeros negros y se cree que en este caso se originaron a una distancia cercana a los 3000 millones de años luz de la Tierra.

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La teoría de los científicos es que los dos agujeros negros —mucho más masivos que nuestro Sol— comenzaron a girar entre ellos hasta que finalmente terminaron colisionando.

Producto de dicho choque es que las ondas gravitacionales se generaron y se distribuyeron a través del espacio-tiempo hasta llegar a la Tierra.

Según han indicado los investigadores, aunque fueron anunciadas el primero de junio, las ondas fueron detectadas en la Tierra en el mes de enero de 2017 por los interferómetros láser de Luisiana y Whashington D. C.

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El observatorio LIGO había detectado ondas gravitacionales por primera vez en septiembre de 2015 y por segunda vez en diciembre del mismo año.

La primer detección fue ubicada por los investigadores a unos 1300 millones de años luz de la Tierra mientras que la segunda fue ubicada a unos 1400 millones de años luz. Esto quiere decir que esta tercera detección ubicada a 3.000 millones de años luz es la detección más lejana.

Por otra parte la primer detección había generado un agujero negro de 62 masas solares y la segunda uno de 21 masas solares. Esto había sorprendido a los científicos ya que «todos los agujeros negros» que habían conocido con anterioridad «tenían masas menores a las 6 y 7 masas solares» según indicó David Spergel (astrofísico de la Universidad de Princeton).

Según indicó también Spergel «se pensaba que la evolución estelar tendría dificultades para producir agujeros negros de 20 o 30 masas solares». Sin embargo ahora se encuentran detectando colisiones de agujeros negros de entre 20 y 30 masas solares que estarían generando agujeros negros aún más masivos.

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Por otro lado la última detección que indica que se podría haber formado un agujero negro de 49 veces la masa solar es un indicio de que podría haber en el universo grandes masas estelares de agujeros negros absorbiendo toda la materia que desafortunadamente se cruce por sus caminos.

La detección de estas ondas gravitacionales por parte del observatorio LIGO es posible gracias a los interferómetros láser especialmente diseñados en captar las interferencias en las ondas de luz.

Estos interferómetros miden 4 kilómetros cada uno y en los extremos tienen espejos en donde los rayos láser rebotan en condiciones de casi vacío que los protege del ruido exterior.

Ellos saben cuando la ondas gravitacionales llegan a la Tierra debido a que la interferencia hace que la distancia que la luz láser recorre entre los espejos varíe en aproximadamente una milésima parte del ancho de un protón.

Frente a la detección de ondas gravitacionales los especialistas pueden mediante complejos modelos matemáticos conocer más detalles.

Entre otras cosas ellos pueden estimar el tamaño de los agujeros negros, si es que se trataba de un sistema binario en el cual los dos agujeros habían nacido juntos o si en realidad nacieron separados y se encontraron en el correr de sus vidas.

Este tipo de inferencia matemática fue la que llevó a los especialistas a indicar que mediante la detección de las ondas gravitacionales se estaba confirmado la existencia de los agujeros negros binarios.

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Los resultados de esta observación son producto de un proyecto que el LIGO comenzó en noviembre de 2016 y que todavía no ha terminado. Sin embargo los especialistas ya están pensando en la próxima misión de detección que comenzará a finales de 2018 que contará con mejoras en la sensibilidad de los interferómetros.

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Ellos esperan durante la próxima misión ser capaces de encontrar ondas gravitacionales generadas por el choque entre un agujero negro y una estrella de neutrones o por el choque de alguna estrella a punto de morir y algún otro cuerpo del universo.

La parte mala del asunto para los científicos es que no pueden hacer mucho al respecto. No es que ellos puedan lanzar una nave en busca de ondas gravitacionales o en busca de un choque entre agujeros negros.

Simplemente deberán esperar pacientemente a que el detector encuentre señales de ondas gravitacionales generadas a miles de millones de años luz de nuestro planeta

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