De principio a fin: así fue la misa del Indio en Olavarría desde adentro

Se estima que unas 300 mil personas estuvieron presentes el sábado en la ciudad de Olavarría para presenciar el recital del Indio Solari. Algunas volvimos a casa, otras aún no lo hicieron, pero 2 personas no van a volver nunca más.

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La misa

La mística de lo que se conoce como la misa ricotera ya se sentía desde el momento en que emprendimos el viaje. En todas las estaciones de servicio que estaban de camino me topé con filas interminables para ir al baño, cargar combustible y llenar el termo de agua caliente para el mate. Todos con banderas y remeras de Patricio Rey y sus Redondidos de Ricota o del Indio. Miles de autos con banderas y gente cantando por la ventana, miles de micros repletos con gente cantando y bailando. La ruta colapsada y un viaje de 12 h que usualmente llevaría 4.

Ni bien llegados a la ciudad, se podía vislumbrar las primeras de las decenas de parrillas improvisadas. 5 puestos por cuadra para comprar sandwiches, hamburguesas, choripanes, gaseosas, cervezas, remeras, banderas, vasos y todo tipo de elementos con la insignia de Patricio Rey. Y carpas. Muchas carpas acampando en la vereda, mesitas, rondas. Miles de pibes, pibas y familias disfrutando de la previa del tan esperado show.

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Lo que se escuchaba: temas de Los Redondos sonando en cada cuadra. Todos cantando, gritando, bailando, felices. Era una fiesta.

Para ir al baño podías entrar a la casa de un vecino abonando $15 y si querías cargar tu celular, $25. Los campings, hostels, hoteles, casitas y jardines (donde podías acampar) ya estaban completos desde hacía unas dos semanas. Y es que este recital descontroló y desbordó literalmente toda la ciudad.

Lo que se vivió la tarde del sábado fue similar a los recitales anteriores del mismo Indio. Pero este no era uno más. Era mucho más que solo un recital para sus seguidores y para Solari, ya que el fantasma del último show se sentía en el aire. También estaba el tinte especial de que hace 20 años se suspendió un recital de Los Redondos en la misma ciudad por razones políticas y temor a los disturbios. El del fin de semana, prometía saldar la deuda pendiente.

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Las 21:30 era la hora prevista de comienzo, según se leía entrada, que tenía un valor de $800.

El micro en el que fui estacionó a 15 de cuadras de La Colmena. A las 17 h partimos con mis amigos rumbo al predio, para llegar con tiempo. Caminamos por la larga calle Avellaneda, que era por donde se debía ingresar, pero estaba cortada en 2 sectores, lo que obligó a las 300 mil personas a rodearla por las calles contiguas sin nada de luz, para finalmente acceder atravesando una vía y saltando alambrados.

Terminamos ingresando casi a las 21. Tardamos 4 horas en caminar 15 cuadras. Es que no había quién guiara.

Faltaba señalización, personal policial, bomberos, defensa civil, ambulancias y personal de seguridad que indicara los accesos. Los empujones llegaron a molestar, asfixiar y asustar. Pero no importaba, creía que una vez que llegara al predio todo iba a pasar.

El recital

No tuvimos que mostrar el ticket. La magnitud de gente era tal que no había controles. Daba igual tener la entrada en la mano que una entrada trucha, una etiqueta de gaseosa o simplemente nada.

El show comenzó a las 10 de la noche con Barba Azul vs. el amor letal y en el primer pogo se descontroló todo como es habitual, pero era tal el volumen de gente que a los pocos minutos se sucedieron los principales incidentes.

Solari detuvo el recital varias veces y hasta hizo una pausa de 20 minutos, advirtiendo que no iba a continuar si no se calmaba la situación, que había gente en el piso desmayada y que de esa forma no quería tocar.

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Llamó en reiteradas ocasiones al personal de defensa civil para que ayudara y solicitó encarecidamente que el público se corriera dos metros para atrás.

Algo más que incidentes

También brindó un comunicado pidiendo que quienes tienen 40 años o más y tienen dudas sobre su identidad se acerquen a Abuelas de Plaza de Mayo y habló sobre la baja de edad de imputabilidad de menores: “Estén atentos. Ahora parece que quieren bajar la edad de imputabilidad de los menores. Y el porcentaje de chicos de 14 años que delinquen es ínfimo”. Palabras que tienen un gran peso político y social que perdieron relevancia después de los acontecimientos sucedidos.

>> El Indio Solari en Olavarría: de la misa a la tragedia

El fin del show y la salida

Después de una hora y media de recital, finalizó con el pogo más grande del mundo al sonar el clásico jijiji y Mi perro dinamita y el Indio dio por finalizado el show y se fue sin saludar (algo muy poco habitual).

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Al finalizar comenzó para mí lo que sería el peor momento: muchos empujones, miedo, euforia. Gente descontrolada subida a las torres de sonido sin temer a una caída. Miles de personas queriendo salir por el mismo lugar y muy pocas (por no decir escasas) indicaciones de por dónde abordar.

Repito que no había policías, ni bomberos, ni ambulancias, ni seguridad privada, ni organizadores. La única guía era la gente trepada en árboles diciendo “la salida es por allá”.

No tenía idea por dónde caminaba, simplemente me movía por los empujones de la gente y por donde te llevaba el mismo amontonamiento.

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Hasta ese momento no tenía idea de lo ocurrido. Y no lo sabría hasta llegar al micro, cuando me encontré con mensajes de familia y amigos preguntando si estaba bien. " ¿Estás bien? Hay muertos", me decían.

Yo no me perdí de mis amigos y encontré el micro de regreso a tiempo, pero no todos corrieron la misma suerte. Había muy poca señal en la ciudad y era tanta la cantidad de gente que a muchos que se perdieron se les hizo imposible encontrar su micro de regreso. Y muchos de esos micros partieron sin más.

Es difícil explicar cómo la magnitud de gente te puede hacer perder de tus amigos y olvidarte dónde estaba estacionado el micro, pero así fue. Pasadas ya más de 24 horas todavía hay 500 personas que se encuentran varadas en Olavarría, hay internados en el hospital de la ciudad y Fernando Javier León y Juan Francisco Bulacio perdieron la vida.

Pasando la pelota de la culpa

El intendente de Olavarría Ezequiel Galli brindó una conferencia de prensa y expresó: "La situación se fue de las manos, no se esperaba tanta gente realmente. Se esperaban unas 150 mil personas y realmente fue impresionante lo que pasó". Y agregó: “La responsabilidad del municipio ayer fue controlar la calle y el sistema de salud que no colapsó en ningún momento”.

“Lamento profundamente que lo que debería ser una fiesta terminó siendo lo que fue. Como Intendente, si bien no tenemos responsabilidades legales con los fallecidos, me siento responsable de la situación”. Responsabilizó directamente a la productora del show a pesar de haber firmado un contrato como fiador del espectáculo ante la justicia, obligándose a la entrega de medios y personal para que se pudiera llevar a cabo el recital.

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Mauricio Macri en una entrevista ante el periodista Luis Majul envió sus condolencias a los familiares de los fallecidos y dijo: "Esto es lo que sucede cuando uno pasa por arriba de las normas".

Por su parte, el Indio Solari dejó un mensaje en su cuenta de Facebook.

Olavarría quedó chica, pero chica de organización, cuidado y presencia. Quedó chica de controles. Faltó compromiso de la producción del show y del Municipio de Olavarría. No basta con echarle la culpa al Indio, a Galli, a los ricoteros que “ellos mismos se metieron en el quilombo” y no se “cuidaron”. Fue un hecho político, social y cultural que no puede ni debe pasar desapercibido.

Una vez más, pedimos que hechos como estos no sucedan nunca más.

Podés ver también: Esto es lo último que sabemos sobre el recital del Indio Solari