Conoce la emocionante y fantástica historia de Josh Cathcart, el niño del brazo biónico

El brazo de Josh es un nuevo avance en la aplicación de la inteligencia artificial y de la robótica en la medicina. Vamos a conocer su emocionante y fantástica historia.

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Y pensar que todo comenzó con las humildes muletas...

Imagen Thinkstock

No se sabe cuándo fueron inventadas las muletas ni mucho menos quién lo hizo, pero seguramente, tan pronto tuvo uso de razón y se fracturó un tobillo, a uno de los primeros homo sapiens se le ocurrió apoyarse en un madero por debajo de la axila, afirmándolo en el suelo por el otro extremo, para ayudarse a caminar. Este desconocido humano fue el inventor de la muleta, por muy primitiva que haya sido. Algo parecido seguramente ocurrió con el bastón.

La primera referencia documental de un ser humano utilizando una muleta, data de casi 3000 años a. E. C.: una figura dibujada en una tumba egipcia. Podríamos decir que la muleta y el bastón fueron los primeros y rudimentarios pasos en la carrera tecnológica que nos ha llevado a las prótesis de alta tecnología y a las extremidades biónicas.

Las prótesis de alta tecnología

Imagen Wikimedia Commons

Vimos a Oscar Pistorius participando en el Campeonato Mundial de Atletismo con sus prótesis ortopédicas de alta tecnología y nos asombramos de lo novedoso y útil del invento. Quizá pasamos por alto que también las prótesis comenzaron siendo muy modestas, hasta convertirse en los complejos dispositivos de la actualidad.

En época tan antigua como 700 a. E. C. los etruscos, que eran los artesanos más hábiles de su tiempo, ya fabricaban dientes y puentes con oro blando, que no son más que prótesis dentales. Un disc jockey con unos audífonos de última generación poniendo a sonar un variado mix de rock duro puede ser un tipo muy popular, a diferencia de un desconocido transeúnte que tiene que ponerse un audífono para oír los ruidos de la calle. Del segundo decimos que carga una prótesis auditiva.

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Las prótesis de fibra de carbono de Pistorius constituyen un diseño magistral de ingeniería, que lo hacen incluso más rápido que un humano con sus piernas normales, ya que, al modo de un resorte, los aparatos están diseñados para absorber la energía por su impacto contra el suelo y liberar más de un 90 % de la misma en el impulso siguiente, una eficiencia mayor que la del sistema de tendones, huesos y músculos. Pero las piernas del sudafricano no son biónicas, ya que no incorporan inteligencia artificial.

Un paso después de las muletas

Antes de las modernas prótesis, otros aparatos entraron en escena, las órtesis. A diferencia de la prótesis, que es una prolongación artificial de una parte del cuerpo, típicamente, una extremidad faltante, la órtesis es un dispositivo externo que se coloca para estabilizar o modificar la funcionalidad del sistema músculoesqueletico. Las órtesis más conocidas son las férulas y los aparatos ortopédicos.

El brazo de Josh, un gran paso intermedio

Imagen Getty Images

La firma Touch Bionics instaló recientemente un brazo biónico al niño escocés de 9 años, Josh Cathcart ¿por qué en este caso no se habla de una prótesis de alta tecnología? Porque el brazo de metal y otros materiales de última generación tiene un vínculo orgánico con Josh, a través de su conexión con los músculos del muñón del niño que conservan movimientos residuales. Josh usa su cerebro para gobernar totalmente su brazo normal, el izquierdo.

Imagen Getty Images

Su cerebro no tiene conexión con la extremidad biónica pero sí la tiene con esos pequeños músculos que le transmiten vida a su brazo artificial ¿Por qué es un paso intermedio? Porque en la ciencia aplicada nada es último y definitivo. La siguiente gran meta de la ingeniería biónica en este campo de la medicina robótica, es lograr la conexión directa entre el cerebro natural, que da la orden, y el brazo o la pierna artificial, que la recibe y obedece.

¿Conocía este avance? ¿Qué te ha parecido?