Cuenta el célebre historiador Heródoto, hombre griego que viajó por buena parte del mundo conocido en la época, que las mujeres de Babilonia estaban obligadas a realizar un peculiar rito sexual ofrecido a la diosa Milita, en el que, una vez en la vida, debían acostarse con un extranjero en el recinto de su santuario.
Conoce el peculiar rito sexual y religioso de las mujeres de Babilonia según Heródoto

¿Quíén era Heródoto?

Pero, antes de continuar, nos centramos en la figura que describió el peculiar rito antes comentado, Heródoto de Helicarnaso, quien vivió aquella peculiar costumbre en primera persona. Heródoto de Helicarnaso fue un geógrafo e historiador griego que nació en el año 484 a. e. c. y murió en el 425 a. e. c. A él se le conoce como el padre de de la historiografía, y de su puño y letra, así como sus muchos viajes por el mundo, surgió la obra magna Historiae, que ha pasado a la posteridad como Historia, un compendio de 9 libros que describe con gran detalle lo que fueron la civilización antigua.
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El ritual de la mujer de Babilonia según Heródoto

Según Heródoto, en su visita por Babilonia, observó un peculiar rito en el que toda mujer estaba obligada a ir a un santuario dedicado a la diosa Milita, que era la deidad del amor de aquella civilización, como Afrodita para los griegos, y yacer con un extranjero.
Según citaba Heródoto en el segundo tomo de su Historia, las mujeres de mayor clase social no se mezclaban con las demás, y llegaban con sus carruajes cubiertos y la servidumbre habitual de la época, que le esperaba fuera del templo.
Las mujeres debían entra en el santuario y sentarse dentro del recinto con una corona de cordel alrededor de su cabeza. Entre ellas se ubicaban unos pasillos separados por cuerdas por los que circulaban los extranjeros mientras decidían con qué señora se iban a acostar.
Una mujer sentada en el templo, no podía volver a casa hasta que no hubiese completado el rito. Cuenta Heródoto que algunas pasaban hasta 3 o 4 años allí, puesto que los extranjeros elegían siempre a las más atractivas en primer lugar.
Los extranjeros echaban dinero en el regazo de la mujer, y, hecho esto, entraban al interior del santuario a practicar sexo en nombre de la diosa Milita. Terminado el trámite, las señoras podían volver a casa, donde ya nadie debía volver a tener el favor de ella.
Según narra Heródoto en sus libros, este rito era una ley de Babilonia, por lo que todas las mujeres estaban obligadas a cumplirla. Sin embargo, hay dudas en cuanto a que esta práctica sí podía ser generalizada, y no está tan claro que sea cierto que una mujer podía estar varios años en el interior del recinto hasta poder cumplirla. No en vano las señoras tenían una alta consideración en esta sociedad antigua.
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