Imagínate —habiéndote criado en un país occidental y vivido 30 años con hábitos occidentales— que de un día para el otro te trasladen a una prisión en Medio Oriente por más de una década sin prueba alguna ni sentencia judicial firme, y que luego te lleven a vivir a un país como Afganistán, lejos de tus costumbres cotidianas, amigos y familiares.
Cómo la salud del ex preso de Guantánamo Jihad Diyab puso en jaque al gobierno uruguayo

Esto mismo le ocurrió a Jihad Diyab, solo que a la inversa. El ciudadano sirio nació en El Líbano hace 43 años; hijo de madre argentina y padre sirio. En 2002 fue detenido por fuerzas norteamericanas acusado, entre otras cosas, de ser un falsificador de documentos en la red terrorista Al Qaeda. Fue llevado a la prisión que maneja el gobierno de Estados Unidos en su base militar de Guantánamo, Cuba, en donde permaneció doce años.
Por un acuerdo con el ex presidente uruguayo José Mujica (2010-2015), y en sus intentos por cerrar la prisión en la isla cubana, Barack Obama logró en 2014 enviar a Diyab a Uruguay junto con otros 6 internos de la prisión. Pero estar en ese país no era su deseo, y su estadía inicial no se prolongó más de tres meses.
En marzo de 2015 dejó de aceptar la pensión de USD 600 que le proporcionaba el gobierno local. Según comentó durante una entrevista al Washington Post, el ex preso de Guantánamo ya no permitía las visitas médicas de rutina y desconectó su teléfono. Tampoco aceptó propuestas de trabajo. Cultivaba papas, pepinos y tomates. “ Cuando se terminen, empezaré la huelga de hambre”, anticipó.
Así las cosas, luego de haber pasado por Argentina y tras un breve período en Venezuela, Diyab retornó a Uruguay en agosto de 2016. Volvió a insistir con reencontrarse con su mujer e hijos, que actualmente viven en Turquía. Todo fue en vano.
Huelga de hambre

Es así que a mediados de agosto decidió iniciar una huelga de hambre que, durante la segunda semana de septiembre, lo dejó en un estado de “coma superficial”, pero “estable”, dijeron las médicas que lo atendieron. Hace un mes que no ingiere alimentos y asegura que hace 14 no bebe líquidos. Reclama que el gobierno uruguayo le garantice su salida hacia un país árabeparlante donde pueda vivir con su familia.
La respuesta del Ministerio de Relaciones Exteriores: “No es responsabilidad de la República Oriental del Uruguay hacerse financieramente repsonsable del viaje a Turquía o a otro país”.
El 16 de septiembre, el canciller Rodolfo Nin Novoa se reunió con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, pero no se ha confirmado ninguna resolución al respecto.
Autoridades uruguayas consultaron a varios países sobre la posibilidad de recibir a Diyab, pero en principio se resistieron. El canciller, que se encuentra en Nueva York para participar de la Asamblea General de las Naciones Unidas, continúa con gestiones para destrabar el conflicto.
Por el momento, teniendo en cuenta las relaciones diplomáticas entre Turquía y Siria, la decisión de enviar un ciudadano sirio ex preso de Guantánamo a ese país, no parece ser la alternativa más factible.
“Ser presidente no es fácil"

Políticamente, el por entonces gobierno de José Mujica fue blanco de severas críticas de la oposición por el recibimiento de los ex presos de Guantánamo. El senador nacionalista Luis Lacalle Pou le expresó en 2014 a la embajada de Estados Unidos en Uruguay estar “totalmente contrario" a la llegada de los ex-presos.
La respuesta —para la polémica— del ex mandatario no tardó en llegar: En el momento en que estamos negociando la naranja de la cual vive Salto, que estamos negociando el arroz con Irán, en el momento en que tenemos dificultades con todo y estamos moviéndonos por el costado para conseguir laburo para los uruguayos, salen a romper las pelotas con esto por cuatro votos miserables. ¡Qué manga de patriotas que son! ¡Flor de patriotas son!", dijo.
Durante una conferencia en Argentina en marzo de este año, Mujica se sinceró: “ Ser presidente no es fácil y las negociaciones internacionales menos. Yo para venderle unos kilos de naranja a Estados Unidos me tuve que bancar a cinco locos de Guantánamo".






