Salió a la luz un nuevo escándalo que podría terminar de desestabilizar a Brasil, ¿y a la región? Este país sudamericano se posicionó, durante muchos años, como una de las más grandes potencias mundiales y, a su vez, como el país más desarrollado de América Latina. No obstante, está atravesando una verdadera recesión económica a la que, además, se le suma un gigantesco problema político y social. Luego del escándalo de corrupción más grande de ese país que involucró a su expresidente, Lula da Silva, y a quien era en ese momento presidenta -Dilma Rousseff, que fue destituida por el Lava Jato, pero sin pruebas precisas-, y de que el nuevo presidente, Michel Temer, también fuera acusado, se delató un nuevo escándalo: el de la carne podrida.
Carne podrida: la jugarreta de Brasil nos podría perjudicar a todos los latinoamericanos

A diferencia de otros casos en los que se descubrió la exportación de alimentos en mal estado, en este suceso de <
El caso de la carne podrida o, como se lo denominó en Brasil <
La carne podrida que Brasil exportó huele muy mal… no solo para quienes la importan, sino también para los países que estamos alrededor de este gigantesco país sudamericano que está cayendo en una profunda crisis de la que no se ve salida, al menos no a corto plazo. Pero… ¿puede perjudicarnos? O, al revés, ¿puede beneficiarnos?
Un resumen de lo que sucedió

Al comienzo de la penúltima semana de marzo salió a la luz un escándalo: Brasil vendía al exterior carne podrida. Tras una larga investigación por parte de los inspectores de sanidad, se llegó a la conclusión que grandes productores de carne de Brasil (el más grande de carne de cerdo y el más grande de aves de corral) maquillaban la carne con productos químicos para que pasara desapercibido el mal aspecto de la <
Esto significó una verdadera bomba para Brasil. ¿Por qué? No solo es uno de los productores de alimentos más grandes del mundo, sino que además es el principal exportador de pollo y el cuarto más grande en relación a la carne de cerdo. Ambas exportaciones implicaron un 7,6% del comercio. ¿Cuánto equivale en dinero? 11,6 mil millones de dólares.
Mercados asiáticos y europeos pararon la importación de carne brasilera y no la retomarán hasta que se den explicaciones y, a su vez, tengan la certeza de que eso no volverá a pasar.
Para demostrar que el problema de la carne no era tal, Michel Temer -su polémico presidente- decidió ir el domingo a cenar a una parrillada con diplomáticos y embajadores. No obstante, luego salió a la luz que la carne que consumieron no era precisamente brasilera.
Un mercado común no tan común

Cuando saltó a la luz el escándalo, muchos países cercanos a Brasil se escandalizaron. Sobre todo aquellos que pertenecen al Mercosur. Sin embargo, esta unión tiene más de nombre que de práctica.
Por un lado, lo que sucedió en Brasil sí puede afectar la reunión que se iba a tener con la UE. Blairo Maggi, el ministro de agricultura de ese país manifestó que << el problema afecta y afectará a todos. No sé cuáles serán las consecuencias, pero vamos a tener problemas y vamos a tener que trabajar duro con el fin de minimizar su impacto>>. Además, agregó que lo que sucedió <
Si bien eso puede complicar el tratado de libre comercio de dos uniones muy fuertes, por otro lado puede beneficiar el mercado de ciertos países. ¿De qué estoy hablando? Por ejemplo, Argentina y Uruguay son grandes exportadores de carne. En el caso de Uruguay, desde que salió la noticia, se intentó demostrar que eso no sucede allí y que el escándalo le es ajeno en materia de calidad de los alimentos.
Si se cierran finalmente los mercados brasileros, los países que importan carne buscarán otras alternativas. Y… no quedan dudas que la carne latinoamericana es una de las de mayor calidad. Por lo tanto, si bien el escándalo de Brasil puede perjudicar al continente, también lo puede potenciar.
El problema es qué tanto puede ayudar a los demás países que un magnate como lo fue Brasil se esté hundiendo en su propia corrupción. Ese, quizá, sea el verdadero problema para Latinoamérica.
Algo huele mal: Brasil maquilla carne podrida y nos salpica. ¿Podemos encontrar beneficios en todo este purulento embrollo?
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