Conociendo la realidad de Siria, quizá no nos sorprenda saber que los refugiados no solo deben afrontar una dura vida fuera de su hogar, sino que además deben cargar con el peso de su mente. Pero si se tiene en cuenta que más de la mitad de los más de 5 millones de refugiados son niños, la situación parece mucho más complicada.
Cada vez más refugiados están sufriendo crisis de salud mental

Con pocos años de vida, los niños sirios vieron lo peor del ser humano. Vivieron cosas que muy pocos seres humanos podrían soportar y tolerar. Dejaron sus hogares, sus amigos, sus juegos. Perdieron su familia. Vieron y sintieron balas y bombas. Y, a su vez, fueron discriminados y echados de diferentes países por ser sirios. Entonces cuando leo que los refugiados cada vez más tienen problemas de salud mental no me sorprende, es más, es lo más lógico, porque todas esas emociones y esas vivencias de alguna forma se tienen que manifestar porque si no explotan dentro de ellos y lastiman mucho.
No, no me sorprende. Pero sí me aterra, me preocupa, me invita a hacer algo. Me motiva a no darles la espalda a esos refugiados que están en mi país. Me ayuda a entender por qué dicen que se quieren ir nuevamente a Siria y abandonar los países en los que están (aunque no esté de acuerdo). Es tanta la presión que tan solo quieren volver a su vida anterior, pero no hay forma de retroceder el tiempo… hay que mirar hacia adelante y tratar de superar los obstáculos.
¿Qué hay de nosotros? Nosotros tenemos que ayudarlos. Porque este es un problema mundial que solo se soluciona entre todos.
Vivir entre odio y guerra

Son aproximadamente 7 millones los refugiados que tuvieron que abandonar Siria. El 50 % tiene problemas mentales. ¿Por qué? Por dejarlo todo, porque el 70 % presenció una violencia brutal y porque el 50 % fue víctima de ese horror. Pero de esos 7 millones solo el 5 % recibe la asistencia psicológica necesaria.
El 54 % tiene trastornos emocionales muy graves. Depresión, trastornos por duelo, estrés postraumático y ansiedad son las consecuencias más comunes de la guerra en Siria que ya lleva 6 años.
Dormir para olvidarlo todo

El sueño a veces es nuestro mejor amigo. Nos permite alejarnos de la realidad y olvidarlo todo, al menos por unas horas. Pero a estos niños les cuesta dormir: no solo porque no es su hogar, no solo porque están en una carpa en el medio de la nada, sino porque también tienen miedo a nunca más despertar.
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El estrés emocional y el suicidio

Save The Children, una organización que intenta ayudar a los niños sirios refugiados, explicó que si no se hace algo las consecuencias serán fatales.
El estrés de la guerra les impide comer, hablar, también promueve el uso de drogas o incluso el suicidio para olvidarse de esta cruel realidad.
¿Un daño irreversible?: «Los niños fueron las personas más afectadas por la guerra de Siria»
Sin ganas de vivir, pero viviendo

Pero otros niños demuestran su tristeza de otra manera, sin drogas, sin suicidio, simplemente muriendo en vida. ¿De qué estoy hablando? De la uppgivenhetssyndrom, el síndrome de la renuncia. Un síntoma que les quita la voluntad de vivir pero sin morir.
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Los problemas de salud mental están destrozando la vida de los refugiados. Una vida que ya daban por perdida pero que no les deja de dar «pálidas». Los niños son el futuro, pero son un futuro quebrado, «una generación rota».






