La concepción de que «toda época pasada fue mejor» suele encarnarse en frases más directas y diarias como «cada vez estamos peor». Pareciera que muchos de nosotros llevamos una de estas frases (o cualquiera de sus muchas variantes) como estandarte vital. Las pronunciamos tan automáticamente y con tanta frecuencia que hasta se han transformado en verdaderos clichés.
¿«Cada vez estamos peor»? Estudio revela que vivimos en la época menos violenta de nuestra historia

Octubre, 1967. Jan Rose Kasmir, de 17 años, en el marco de la Guerra de Vietnam, convenciendo a los soldados a unirse al movimiento por la paz.
Mi pregunta de hoy es: ¿qué tanta verdad encierran estos clichés? En un mundo en el que cada vez somos más bombardeados por noticias cargadas de destrucción y violencia, es necesario distanciarnos un poco de nuestra pesimista cotidianidad y ganar en perspectiva.
Entonces, ¿es cierto que estamos retrocediendo como humanidad? Vivimos en la época menos violenta, menos cruel y más pacífica de nuestra historia, según el estudio realizado por Steven Pinker, profesor de psicología de la Universidad de Harvard.
La luz de la razón y la «revolución humanitaria»
Como nos recuerda Pinker, uno de los mayores puntos de inflexión de nuestra historia fue la Ilustración. En los siglos XVII y XVIII, en Europa y todos los países que se encontraban bajo su influencia, el hombre desplazó a Dios como el centro de la existencia y su razón se convirtió en la principal protagonista para aprehender la realidad.
Como consecuencia, el ser humano comenzó a cuestionarse manifestaciones de violencia que antes había dado por sentadas. Nos estamos refiriendo a la esclavitud, la tortura, el despotismo e incluso la crueldad hacia los animales. Así es que se produjo una revalorización del ser humano y se desplegó lo que Pinker denomina la «revolución humanitaria».
¿La primera caída en el abismo? «No hay nada nuevo bajo el sol»

Si la Ilustración iluminó a gran parte de nuestro mundo desde el entendimiento, la Primera y Segunda Guerras Mundiales lo hundieron en la más completa oscuridad. Todos los que las vivieron conocieron niveles de crueldad sin precedentes, ¿no es cierto?
Parecería que nos estamos olvidando de una parte importante de nuestra historia con esta última convicción, pero Pinker nos refresca la memoria: los conquistas mongolas del siglo XIII. Estas significaron el brutal asesinato de 40 millones de personas ─en la Segunda Guerra Mundial perecieron 55 millones─ en una época en la que nuestro mundo estaba habitado por la séptima parte de los habitantes de principios del siglo XX. Como vemos, los mongoles apagaron la vida de sus oponentes en una proporción mucho mayor que los nazis, solo que con hachas de guerra, en lugar de disparos y cámaras de gas.
Un camino de paz (aunque con obstáculos)
Desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial, las grandes potencias de nuestro mundo no se han enfrentado en un conflicto armado. Una «nueva era de paz» se ha desplegado incluso con más fuerza luego de terminada la Guerra Fría, según Pinker.
¿Cómo se traduce esta paz? Para empezar, cabe aclarar que no ha sido ni es absoluta. Lo cierto es, no obstante, que esta paz imperante se ha reflejado en la disminución de guerras civiles, genocidios, represión y terrorismo.
Menos muertes por guerras
Las personas de nuestro siglo tienen menos probabilidades de sufrir una muerte violenta en las manos de otro ser humano que en cualquier otro siglo anterior. Tengamos en cuenta que el 15 % de los humanos prehistóricos sucumbía por esta causa. En Europa, incluso en el sangriento período que se extendió entre los siglos XVII y la primera mitad del siglo XX, las muertes de guerra significaron un 3 %.
Estos dos datos, que representan tan solo una muestra de los que se presentan en el libro, nos parecerían sugerir que Hobbes estaba en lo cierto cuando escribía en su Leviatán que sin Estado «la vida es desagradable, brutal y corta». O, en otras palabras, en el marco de un sistema estatal, la vida tiene otro valor.
Menos muertes por asesinatos
Insisto, aunque los noticieros nos dejen la sensación contraria, las muertes por asesinatos son menores que en épocas anteriores. En Europa, por ejemplo, los riesgos de ser asesinado constituyen la décima parte (y hasta en algunos casos la decimoquinta parte) de los riesgos que enfrentábamos hace 500 años.
¿Qué explicación le da Pinker a este fenómeno? La respuesta está en la consolidación del poder estatal, por sobre las antiguas lealtades feudales, y en la expansión del comercio, dos avances que resultan en una mayor estabilidad y constituyen los verdaderos pilares del «proceso civilizatorio», en términos del sociólogo Norbert Elías.
Reflexiones finales

The Better Angels of our Nature, el libro que presenta este exhaustivo estudio, es una invitación a repensar nuestra época en perspectiva y a rescatarla del cambalache de «maldad insolente» al que nos sentenció Enrique Santos Discépolo con su famoso tango.
Por medio de la contundencia de sus datos (de los que aquí presentamos tan solo una muestra) y una interpretación precisa de estos, Pinker nos invita a apreciar nuestra época con otros ojos y a recuperar la confianza en nosotros mismos. Porque en nuestra humana imperfección, y en el caleidoscopio de luces y sombras que somos, seguimos avanzando.






