¿Bostezo grande, cerebro grande? Esto dice la ciencia

¿Pensabas que no había relación entre tu cerebro y tus bostezos? Un nuevo estudio propone lo contrario. 

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Al parecer, los grandes cerebros están relacionados con los bostezos grandes que, según descubrieron los investigadores, promueven la actividad del cerebro y su crecimiento.

El psicólogo Andrew Gallup y su equipo de investigación reportaron que la duración promedio de bostezo en 109 individuos de 19 especies, desde humanos hasta conejos, predice el peso del cerebro de una especie y su número de neuronas corticales.

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En 2007 Gallup propuso lo que se conoce como la teoría de termoregulación del bostezo, que sostiene que la apertura de las mandíbulas y la succión de aire enfrían el cerebro. El bostezo también podría sacar al cerebro de su modo por defecto (una especie de zumbido de fondo) poniéndolo más alerta y aumentando la circulación del líquido cefalorraquídeo.

El bostezo puede aumentar el flujo sanguíneo del cerebro a través de la mandíbula de estiramiento y la profunda inhalación de aire, lo que sustituye la sangre calentada del cerebro por sangre más fría desde el corazón, permitiendo el intercambio de calor con el aire ambiente, que casi siempre es más frío que la temperatura corporal.

Gallup sostiene que los bostezos más fuertes o más poderosos son los que brindan mejores efectos fisiológicos. Eso llevó a la predicción de que la duración del bostezo debe correlacionarse con el tamaño y la complejidad del cerebro, dado que tener un cerebro más grande y más neuronas densas, podrían necesitar un mayor flujo de sangre.

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Probando la teoría

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Para probar su idea, él y sus colegas cronometraron bostezos capturados en videos de YouTube. La duración variaba entre 0,8 segundos (en ratones) hasta 6,5 segundos (en personas). En el caso de los camellos, que tienen una gran reserva mental, la duración promediaba los 4,8 segundos, mientras que los perros 2,4 cerebros.

La conexión entre los números de neuronas y el peso no estaban relacionadas con grandes mandíbulas que producen bostezos largos. Descubrieron que animales como gorilas, camellos, caballos, leones, morsas y elefantes africanos tienen bostezos más cortos en promedio que las personas, a pesar de tener mandíbulas más grandes.

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La hipótesis del bostezo como refrigeración del cerebro sigue siendo discutida. Los críticos sostienen que no importa qué tan amplia y durante cuánto abras la mandíbula e inhales el aire, no se enfría el cerebro.

Gallup sostiene que las funciones del bostezo para enfriar el cerebro pueden ser debatibles, pero que no hay debate en el hecho de que el bostezo tiene consecuencias termoreguladoras. 

Si el número de segundos de los bostezos le permiten al cerebro ser más grande y tener más neuronas, es algo que Gallup se encuentra estudiando en humanos. Sin embargo, su último estudio indicó una gran correlación entre el peso del cerebro y su coeficiente y también una correlación entre el número de neuronas corticales y el coeficiente.