Atentado en Francia: ¿tiene sentido responder a la violencia con más violencia?

Otro atentado ha golpeado a Francia. Otro episodio de violencia que le da forma a una nueva sociedad francesa. Para quien vive en Francia, lo ocurrido en Niza es un nuevo  ejercicio de repetición. Porque ya lo hemos vivido, ya sabemos qué medidas tomarán las figuras del poder, ya sabemos qué respuestas tendrán las fuerzas del orden, y ya sabemos qué nos diremos entre nosotros, ciudadanos, para intentar encontrarle un sentido a la barbarie.

PUBLICIDAD

Un modo de vida que no volverá a ser el mismo

Es casi una evidencia, pero los atentados perpetrados en Paris en noviembre del 2015 y ahora, lo sucedido en Niza, generan la impresión de que hay cosas que, simplemente, ya no se pueden hacer. Los lugares públicos donde se juntan multitudes se convierten, desagraciadamente, en un peligro potencial. Pero, ¿es así realmente?

Imagen Getty Images

En los últimos años, un fenómeno creciente en el uso de transportes públicos franceses, sobre todo cuando éstos son capitalinos, tiene que ver con el colis suspect, ese paquete sospechoso que hace que toda una línea de metro, ómnibus o tren, se bloquee durante unos minutos u horas, causando enormes molestias para los pasajeros.

Generalmente, se trata solo de una mochila o de un bolso olvidado, nada más. Pero la idea, el simulacro, ya está instalado en la psiquis de las personas. El colis suspect, la posibilidad de toparse con una bomba (que no es), hace parte de nuestras vidas. Y con eso, esa idea de que todo puede pasar, en cualquier momento, en cualquier lugar.

Imagen Getty Images

La población francesa se ha acostumbrado también a la presencia de militares armados en las calles y en los lugares públicos, especialmente desde el atentado a las oficinas de Charlie Hebdo, en enero del 2015. Las personas han tenido que acostumbrarse a ser revisadas y palpadas cada vez que entran a un lugar público cerrado (universidad, museo, estadio). No es una exageración decir que uno se acostumbra a abrir mecánicamente el bolso, la campera, y a levantar los brazos, sin pensarlo demasiado, porque así va más rápido, porque así puedo seguir adelante con mi jornada.

Imagen Getty Images

¿Qué sucede cuando nos acostumbramos a la militarización de la vida civil?

No es la primera vez que la población francesa vive una ola de atentados. Ya había sido el caso en los años 1950, cuando los argelinos luchaban por su independencia, pero también en los años 1980 cuando la isla de Córcega buscaba su autonomía política de Francia.

PUBLICIDAD

Sin embargo, las generaciones actuales nunca habían vivido estos episodios de violencia. Las generaciones actuales no habían sentido la irrupción, en su despreocupado cotidiano, de lo que sucede más allá de las fronteras, de las guerras y violencias que se ejercen sistemáticamente sobre otros con el apoyo del gobierno francés. Es justo decir que esto ha operado cierto cambio de perspectiva

De repente, nos damos cuenta de que estamos conectados, nos guste o no, con esas violentas y horrorosas realidades, porque probamos apenas un bocado de lo que ellos viven de manera cotidiana.

Imagen Getty Images

Luego del atentado de noviembre 2015, el presidente francés François Hollande dictó el comienzo de un estado de emergencia, un estado de excepción legal en el que  las autoridades pueden efectuar registros y aplicar el arresto domiciliario sin previa orden judicial. Hollande también anunció el recrudecimiento de la participación de Francia en Siria, con nuevos bombardeos que comenzarían solo tres días después de los atentados.

El mensaje es claro: ante la violencia, se responde con más violencia.

Imagen Getty Images

Pero no todo el mundo estaba de acuerdo, y no está de más recordar que encuestas recientes fijan en un 14% el porcentaje de franceses que tiene una opinión positiva de su presidente. Esta disensión social se vió cristalizada, pocos días después de la masacre, en un lema que fue viralizado en las redes sociales, a partir de un artículo publicado por el politólogo Julien Salingue. En éste, se criticaba la respuesta gubernamental ante la violencia que, después de todo, había sido sufrida no por la élite que dirige al país sino que por el pueblo mismo:

"Vuestras guerras, nuestros muertos".

Fragilización de la democracia y del estado de derecho: ¿qué país quiere ser Francia?

15 de julio 2016. 3h45. Una vez más, el presidente se expresa, en la noche misma de un atentado sangriento, para anunciar que el estado de emergencia será alargado por tres meses más. Esta disposición, anunciada originalmente en la noche de aquel fatídico 13 de noviembre 2015, y que en un principio debía durar también solamente tres meses, se ha convertido en un chiste de mal gusto para gran parte de la población francesa.

PUBLICIDAD

Desde febrero de este año, la población se ha movilizado en contra de una reforma del código de trabajo que, según consideran sus opositores, significaría el fin de muchos derechos ganados por los trabajadores en un país conocido por sus numerosos beneficios en materia de horarios (en Francia, el tiempo de trabajo no debe superar las 35 horas por semana) y salud (el sistema de salud francés es uno de los mejores del mundo).

Imagen Getty Images

Según cifras, el 74% de la población está en contra del proyecto de ley. Desde febrero de este año, las huelgas generales y las manifestaciones han sido moneda corriente, a pesar de que, bajo el estado de emergencia, éstas están prohibidas y se debe pedir permiso al estado para poder llevarlas a cabo. En varias ocasiones, las manifestaciones han sido reprimidas con violencia (en abril un joven perdió un ojo tras un disparo de la policía). Numerosos colectivos, como los que militan contra la violencia policial, han denunciado una instrumentalización de esta medida, que sería utilizada, según ellos, para callar ciertas voces y aplastar ciertos movimientos sociales.

Imagen Getty Images

Después de los atentados del 11 de setiembre del 2001, Francia criticó a viva voz la política basada en las represalias de los Estados Unidos, así como sus distintas instancias de violaciones de los derechos humanos, tanto en el exterior como en el interior del país. En el imaginario colectivo francés, los Estados Unidos son su referente antitético por excelencia en materia de cultura, política y economía, pero sobre todo en lo intelectual e ideológico. Sin embargo, lo que sucede actualmente en Francia hace que sea legítimo preguntarse: ¿acaso Francia es tan distinta de los Estados Unidos?

Si la situación en relación al terrorismo persiste, y tal parece que así será, ¿en qué país se convertirá Francia?