Vida sintética o vida artificial son maneras de exagerar un poco el logro conseguido por el Dr. Craig Venter la pasada semana. En realidad lo que hizo Venter fue crear una célula viva a partir de cromosomas artificiales, abriendo paso (eso sí) a la creación de organismos sintéticos más complejos. Las protestas no se hicieron esperar, y desde grupos ambientalistas ya se venden como pan caliente.
Ambientalistas protestan en contra de la vida sintética

En esta ocasión la noticia involucra al Etc Group, un grupo ambientalista canadiense que ha protestado seriamente contra la creación de vida sintética sin alegar razones religiosas pero sí morales, haciendo alusión al supuesto peligro que estas formas de vida representan para la biodiversidad.
El Etc Group presentó un proyecto de legislación en la Convención de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica en Nairobi, Kenia. La propuesta, diseñada por el Subsidiary Body of Scientific, Technical and Technological Advice se centra en prohibir los experimentos en los que las creaciones de tipo sintético sean liberadas a la naturaleza fuera del laboratorio.
Jim Thomas, miembro del grupo, declara que “Sabemos que las formas de vida creadas en laboratorio pueden escapar y convertirse en armas biológicas, y que su uso amenaza la biodiversidad natural existente”.
El alegato es cierto, pero podría implicar un freno importante a la investigación. Que se prohiban este tipo de experimentos prohíbe también que la ciencia aprenda y observe las interrelaciones de estos organismos sintéticos con organismos naturales. Si no se experimenta, es imposible que la ciencia avance, y prohibiendo la experimentación no se gana nada.
En realidad, la experimentación debería estar regulada, pero no prohibida. El alegato está totalmente sobredimensionado y se basa en un presupuesto incierto y del cual no se sabe nada. El argumento de que la vida sintética es peligrosa es prejuicioso, ignorante y está fuera de lugar, porque simplemente nadie tiene pruebas de ello.









