A 28 años de la muerte de Chico Mendes, su activismo y su legado siguen vigentes

La figura de Chico Mendes y su historia quedaron en la memoria, como suele suceder, esencialmente por su costado más trágico e impactante: su asesinato a manos de un fazendeiro a pocos metros de su casa, el 22 de diciembre de 1988, una semana después de su cumpleaños número 44 y pocos días antes de una navidad a la que él mismo predijo que no iba a llegar vivo.

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Es que él fue el decimonoveno activista rural en morir asesinado ese año y uno de casi un millar en dos décadas y media.

Un acontecimiento famosamente narrado por la banda mexicana Maná, de reconocido activismo ecológico, en su sensiblera canción “Cuando los ángeles lloran”.

Pero antes de este fatídico desenlace y de que su nombre pasara a ser leyenda cantada por la radio, Chico Mendes no solo se había convertido en uno de los más destacados activistas en Brasil por la defensa de la selva del Amazonas, sino también en un experimentado líder sindicalista y en un notorio defensor de los derechos de campesinos e indígenas.

En definitiva, una figura de gran relevancia política y, sobre todo, una figura muy necesaria, que desempeñó un papel esencial en la construcción de la consciencia ambiental en torno a esa región que, desde ya hace tiempo, ha sido denominada «el pulmón del mundo».

Una consciencia intuitiva

Su activismo, e incluso su muerte, contribuyeron a visibilizar los problemas de la región y a concientizar al mundo, o al menos a parte de él, ya que las necesidades del desarrollo económico siguen acelerando la destrucción de la selva amazónica.
Un aspecto bastante emocionante de la historia de Chico Mendes es que su consciencia ecológica y su activismo comenzaron de manera casi intuitiva y natural, producto de su propio entorno y necesidades.

Imagen Wikimedia Commons

Chico Mendes con sus hijos, en 1988

Su lucha por la humanidad

Mendes fue parte de la segunda generación de su familia que se dedicó a la recolección de caucho. Tenía 17 hermanos, de los cuales solamente 6 sobrevivieron más allá de su infancia, lo que habla del contexto en el que creció y vivió.

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Comenzó a recolectar caucho a los 9 años y no tuvo ninguna clase de educación, ya que las escuelas estaban prohibidas por los dueños de las plantaciones para evitar que los trabajadores descubrieran que estaban siendo explotados. No aprendió a leer recién hasta los 18 años.

Pese a esto, Mendes fue crucial en la creación de un sindicato de recolectores de caucho, con lo que la situación comenzó a dar un giro.

En 1975 fue nombrado secretario del sindicato. Organizados, los trabajadores crearon una técnica muy efectiva para recolectar caucho pero sin afectar la selva y pidieron al gobierno la creación de reservas ecológicas. En la preservación de la selva amazónica se encontraba también la preservación de su trabajo y su subsistencia, pero cuando la deforestación comenzó a amenazar todo esto, Chico Mendes se dio cuenta de que no era solamente su trabajo y sus familias las que corrían peligro, sino todo el planeta.

Y así describió este proceso el hombre que no tuvo educación formal pero sí alguna otra, tal vez más importante:

“Al principio pensé que estaba luchando para salvar los árboles de caucho. Después pensé que estaba luchando para salvar la selva del Amazonas. Finalmente comprendí que estoy luchando por la humanidad”
Imagen Wikimedia Commons

Ahora, el gobierno ha establecido reservas y en general las autoridades han reconocido la necesidad de poner un freno a la brutal deforestación, históricamente originada, entre otras cosas, por la construcción de rutas y otras infraestructuras y la alimentación de ganado, todas actividades con sus respectivos intereses económicos.

En 2015, la Organización de Alimentación y Agricultura de Naciones Unidas informó que alrededor de 129 millones de hectáreas (una superficie aproximadamente equivalente al tamaño de Sudáfrica) de selva han desaparecido desde 1990. Sin embargo, aseguró que los números podrían haber sido mucho peores si no hubiera mejorado la administración de estas regiones, cosa de la que, en parte, fue responsable Chico Mendes.

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Ahora, Brasil está atravesando una crisis política y económica y las dudas sobre la continuación o no de políticas ambientales han aumentado.

Y aunque pasaron 28 años desde la muerte de Chico Mendes, hay otras cosas que siguen sin cambiar: el año pasado murieron asesinados 50 activistas en Brasil, según reporta el New York Times en una nota que, precisamente, está centrada en el legado de Mendes y su activismo.

Por su parte, el sitio ecologista Environmental Defense Fund, nos recuerda una serie de problemas y desafíos que aún hoy siguen estando presentes en la región Amazónica: la ausencia de políticas comunes entre los países que comparten frontera (Brasil y Perú son los que tienen mayor extensión, pero también están Bolivia, Colombia, Venezuela y Ecuador), la falta de alternativas económicas viables para las comunidades de campesinos e indígenas en la selva y el efecto del cambio climático.