8 impresiones que nos dejó el primer debate presidencial entre Trump y Clinton

1. Aparte de los Estados Unidos, Trump sólo conoce dos países: México y China

México y China, y México y también China. Y también México, China y México y China.

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Así podría comenzar (y terminar) un resumen de la participación de Trump en el primer debate presidencial. Y es que el candidato republicano parece tener una fijación con ambos países, en la medida en que los usa para ilustrar muchos de sus argumentos. México y China son beneficiarios de las deslocalizaciones de empresas que afectan a millones de estadounidenses de clase obrera. Ambos presentan una amenaza a la seguridad de los Estados Unidos: México envía, como bien sabemos, sus violadores, y China lleva a cabo cyber ataques potencialmente letales.

De hecho, Trump comenzó con su bombardeo cuando no habían transcurrido ni 30 segundos del comienzo del debate.

Tal vez para un observador externo esto no tenga demasiado sentido pero, si consideramos que el pueblo estadounidense no se caracteriza por un gran conocimiento geográfico del mundo y si tenemos en cuenta el rol crucial que el miedo a lo extranjero puede jugar en la psiquis de muchos votantes, es fácil entender y hasta apreciar la estrategia de Trump.

2. Las frases favoritas de Trump dicen mucho sobre su (falta de) elocuencia

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Es muy, muy triste. Es muy, muy malo. Es hermoso, será hermoso de ver. Gente mala, muy mala. Es una cosa hermosa.

Estas son algunas perlas de la intervención de Trump, que no se caracteriza por tener un vocabulario demasiado amplio (un estudio determinó que su nivel de discurso era similar al de un niño de 11 años). ¿Acaso es preciso hablar como Cervantes para servir como presidente? Probablemente no. Pero un vocabulario pobre puede reflejar a su vez una baja capacidad para matizar y complejizar la realidad, cualidades bastante esenciales para dirigir un país complejo e intrincado como los Estados Unidos.

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3. El punto fuerte de Trump: ser un outsider

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La estrategia de Trump quedó clarísima en el debate del lunes, donde el republicano inteligentemente criticó las propuestas de Clinton haciendo referencia a su experiencia: "¿Por qué propones esto ahora si hace décadas que estás al poder?" Si hay algo que explica el éxito de Trump, si hay algo que nadie puede negar, es que es genuinamente nuevo.

Trump no es un político de carrera y usa esta posición de manera lapidaria: "Clinton es una típica política. Habla bien, pero eso que propone nunca va a pasar”. Esto tiene el mérito de rimar con la perspectiva de aquellas personas que, de manera muy legítima, se encuentran desencantadas por el sistema político de su país.

4. El mejor argumento de Clinton es... dejar hablar a Trump

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“Donald, vives en tu propia realidad” dice Hillary Clinton, y se ríe. Clinton es carismática, mientras que Trump simplemente no tiene la presencia que ella tiene. Él se enoja fácilmente, pierde los estribos, repite las mismas palabras y queda como un maleducado. Clinton tiene años de carrera y experiencia, y eso se nota.

Ríe con ganas y hasta parece disfrutar del ejercicio de argumentación. Toma su tiempo, mira a Trump de reojo y pone los ojos en blanco. Su estrategia es doble: pone en valor su discurso y desestabiliza a Trump, que toma agua sin parar, habla como un estudiante que intenta explicar por qué no hizo la tarea, se pierde en los detalles y se pone cada vez más nervioso.

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Clinton puso a Trump en su lugar varias veces a lo largo de la noche con frases lapidarias. “Trump me critica por haberme preparado para el debate. ¿Y sabes para qué otra cosa me preparé? Me preparé para ser presidenta". Ouch.

5. Cuando se habla de raza y racismo, ambos candidatos fracasan

Cuando Lester Holt, moderador, quiso abordar las problemáticas en torno al racismo (policial, económico, político) las respuestas de ambos candidatos fueron francamente lamentables. Si bien esto era de esperar de la parte de Trump, conocido por decir cosas como "los negros y los latinos me aman", Clinton decepcionó al ser incapaz de articular claramente la importancia de los problemas que persisten en las relaciones de raza en los Estados Unidos. Clinton mezcló el tema de la violencia policial racial con el tema de las armas, asociación que no tiene razón de ser. En general, ninguno de los candidatos supo estar a la altura. Por ejemplo, ninguno mencionó al movimiento Black Lives Matter, ni lo que está sucediendo en Dakota del Norte, donde más de 300 naciones indígenas protestan contra la construcción de un oleoducto que podría gravemente afectar su modo de vida.

Aunque Holt insistió al menos tres veces para que los candidatos se expresaran específicamente sobre los problemas que afectan a dichas comunidades, ambos se limitaron a reducir a las comunidades negra y latina a la violencia y el crimen, lo cuál es especialmente problemático.

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6. El género siempre está presente

Trump interrumpió constantemente a Clinton. De hecho,  Trump la interrumpió 51 veces mientras que ella lo interrumpió 17 veces. No sabemos si Trump lo hace porque está acostumbrado a faltarle el respeto a las mujeres en general (llamándolas cerdas, gordas y diciendo que sangran de su "como sea"), o si es simplemente su manera de rebosar de masculinidad hegemónica, puesto que tampoco dejó hablar al moderador.

A su vez, es interesante notar que Clinton se refirió a su contrincante llamándolo por su nombre, Donald, y no por su apellido. Esta es una curiosa inversión de lo que sucede muchas veces en el mundo de la política, aunque también en la manera general de representar a las mujeres, a quienes se tiende a llamar por su nombre, estableciendo cierta familiaridad o cercanía que no se establece tan cómodamente cuando se trata de un hombre.

7. No se habló suficientemente de la inmigración

Ni el moderador ni los candidatos abordaron satisfactoriamente la temática de la inmigración. Este es un grave error si consideramos que esta temática es central para gran parte de los votantes latinos. Además, no olvidemos que los latinos definieron la votación en el 2012 y tuvieron un peso crucial en el 2008.

8. ¿Alguien ganó el debate?

Trump no supo presentarse como un candidato presidencial. Sin embargo, como vimos anteriormente, esto podría justamente jugar a su favor, puesto que su punto fuerte es ser el outsider, el elemento nuevo al que nada se le puede reprochar todavía. Trump quedó como alguien tosco, brusco y nada tradicional. Clinton cimentó su reputación de política experimentada, conocedora y balanceada. Ambos candidatos se presentaron nuevamente tal cual cómo ya los conocemos desde hace meses (y en el caso de Clinton, años) y reforzaron las cualidades que los hacen atractivos para sus electorados respectivos. Por ende, es justo decir que el debate no aportó muchos elementos nuevos en ese sentido. Por suerte, todavía nos quedan dos debates.