Los cubanos, testigos de los arrebatos del desfile de Chanel
Una caravana de coloridos carros clásicos, tumultos en los balcones que estaban al rededor del Paseo del Prado, e intentos desesperados por tener la foto de turno con una de las estrellas que visitaron la isla, fueron algunas de las maneras como los cubanos vivieron esta pasarela.
El contraste entre la opulencia de las asistentes, mujeres que parecían inalcanzables, casi de película, y la ropa de quienes a través de barricadas presenciaban el desfile era muy evidente. Una vez se apagaron las luces del desfile, Chanel empezó preparativos para devolver su ropa a París.
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Fue tal la fanfarria y el lujo que trajo consigo la pasarela de Chanel, que nadie en La Habana podía sustraerse de lo que estaba pasando en el tradicional Paseo del Prado.
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Para transportar a los 600 invitados de sus hoteles al Paseo del Prado, Chanel dispuso de decenas de carros clásicos de vivaces colores que arribaron al lugar en caravana.
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La modelo nacida en Brasil, Gisele Bundchen, posa en una calle de La Habana antes del desfile de Chanel.
Alexandre Meneghini/Reuters
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Al terminar el desfile, Karl Lagerfel, vestido con una pomposa chaqueta de Yves Saint Laurent, disfrutó del tumulto y la algarabía creada, eso sí, por sus selectos invitados.
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Los invitados tuvieron la oportunidad de elegir el color del modelo clásico que los llevaría al desfile. Los cubanos, por su parte, no pudieron elegir si ver o no el desfile, porque muchos se lo toparon sin proponérselo.
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La cotidianidad de La Habana se vio interrumpida por sellamientos de vías y cordones de seguridad.
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La dupla de blanco y negro y los sombreros cubanos protagonizaron una pasarela que intentó poner a conversar la modernidad de Chanel con el Caribe.
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Muchos periodistas estaban ansiosos por conseguir un buen lugar en el desfile, pero en realidad los mejores puestos lo obtuvieron los inquietos locales que lograron un envidiable lugar en los balcones aledaños del Paseo del Prado.
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Lejos de las tradicionales primeras filas de los desfiles, faroles y bellas bancas de parque fueron el asiento para los selectos invitados.
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Con Giselle Bündchen y Tilda Swinton paseando despreocupadas por las vías de Cuba nadie podía evitar las ganas de tener una de esas estrellas en su celular.
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Chanel decidió hacer su desfile a cielos abiertos para hacer que la belleza arquitectónica de La Habana y sus edificios detenidos en el tiempo enmarcaran su emblemático desfile.
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