Si eres muy joven es probable que no te acuerdes de la vez que Jimmy Olsen obligó a Superman a llorar, ya que el cómic en el que se desarrolla esta historia data del año 1969. Es una aventura tan pero tan grotesca que desde Batanga no podemos hacer menos que comentarla y compartirla contigo.
¿Recuerdas la triste ocasión en que Jimmy Olsen obligó a Superman a llorar?

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La historia se tituló El día más triste de Superman, y apareció en el #125 de Superman's Pal, Jimmy Olsen, una infame publicación que era protagonizada por Jimmy Olsen, el tradicional fotógrafo del Daily Planet y compañero de andanzas tanto de Clark Kent como de su superheroico alter-ego. Pues bien, pese a lo malas que eran en general las historias de esta publicación, debe considerarse que se editaron desde 1954 hasta 1974.
Si no eres muy ágil en matemáticas, ten en cuenta que eso fueron 20 años de publicación, donde un total de 163 números vieron la luz. Esto es bastante más que lo que sobrevivieron otros grandes cómics... Básicamente, las aventuras de Jimmy desarrollaban historias simples en las que predominaba el humor y la parodia a los cómics de superhéroes, en un spin-off de Superman de dudosa calidad que, a mi entender, duró demasiado. Sin duda eran otras épocas en el mundo del cómic...

El punto de partida argumental es el siguiente: Jimmy Olsen encuentra una antigua profecía de Nostradamus en la que figura una fórmula mágica que promete "un poder desconocido" a quien mezcle las lágrimas de un rey, un payaso, un asesino y un kriptoniano de renombre. De inmediato Jimmy se plantea la interrogante de cómo sabía Nostradamus que un kriptoniano llegaría a la Tierra, pero él mismo se responde con lo obvio: "¡Por supuesto! ¡Podía ver el futuro!". Oh, Jimmy, eres brillante...
Tras imaginarse algunos posibles efectos del mágico brebaje, el ambicioso fotógrafo llega a la conclusión de que, sin importar el efecto exacto que se desencadene, debe obtener tal poder para su uso personal. Por eso decide aprovechar las dos semanas de vacaciones de las que aún dispone (así lo dice en el cómic) para irse a buscar las lágrimas necesarias para su pócima.
Para el llanto del rey el pelirrojo protagonista logra ingresar como cocinero en el castillo de un monarca (no pregunten de qué reino; en serio, este dato se desconoce). La princesa del reino se enamora de Jimmy, y el rey se decepciona tanto de que ella se quiera casar con un sirviente que rompe en llanto. ¡Listo! Las lágrimas del rey están en el frasco.
Para obtener las lágrimas del payaso Jimmy se lanza en un crossover con el hombre murciélago de DC Comics. El fotógrafo ayuda a Batman a hacer algo que todos sabemos que no ha sido una tarea sencilla para el vigilante de Gotham: detener al Joker. Y claro, por más sádico y demente que pueda ser, el Joker no deja de ser un payaso, y tampoco deja de tener sentimientos. Por eso se echa a llorar cuando es apresado por la improvisada y absurda dupla de Batman y Jimmy Olsen.

Las lágrimas del asesino las obtiene de un verdugo profesional, que pese a ser hijo de verdugo y nieto de verdugo (un verdaderon negocio familiar), siente remordimientos por la actividad que le toca realizar. Pero, como el propio asesino dice en medio de su desconsolado llanto, no sabe hacer otra cosa. Así es la vida, señor verdugo; lo que se hereda no se roba.
Conseguidas todas estas lágrimas, Jimmy solo necesita las del kriptoniano de renombre para completar su pócima del poder. De esta forma pone en marcha la parte final de su plan para hacer llorar a Superman, su amigo de todas las horas: le hace ver un viejo documental sobre Smallville, con lo que Clark Kent siente nostalgia y rompe en llanto al recordar a sus padres adoptivos.
Entonces Jimmy logra mezclar todas las lágrimas y los hechos se precipitan. El frasco con la pócima no otorga ningún tipo de poder al pelirrojo, y lo único especial que hace es comenzar a brillar, como si fuera una pequeña lámpara de bolsillo. Jimmy está muy decepcionado, ¿tanto esfuerzo para eso?

Pero, como verás en esta última imagen del cuadro final de esta historia, no todo era lo que parecía. Una vez que el frasco con las lágrimas comienza a brillar, Superman convence a Jimmy de que una luz portátil, en la época de Nostradamus, podía ser considerada como "un gran poder desconocido por el hombre". De esta forma, Jimmy se marcha con su desilusión a cuestas y el hombre de acero puede viajar hasta un lejano planeta y destruir el frasco, que en realidad era una bomba atómica portátil. Claro, el kriptoniano se había dado cuenta enseguida gracias a su visión microscópica. Tal como Superman lo expresa en este último cuadro, "¡Jimmy nunca sabrá el poder que tenía en su mano!".








