Bleach, manga creado por Tite Kubo y publicado por primera vez en agosto del 2001, gozó de una inmensa popularidad durante años convirtiéndose en uno de los tres mangas más prolíficos del mundo hasta que, recientemente, finalizó de forma triste y abrupta.
La muerte de Bleach: su lamentable desenlace es culpa de... la industria del manga

Kubo-sensei, el genio artístico detrás de esta obra, se encargó de crear un universo único y extenso con razas, estructuras políticas, creencias religiosas, fuentes de poder... un sinfín de características distintivas que hicieron única su historia. Pero a pesar de la inmensa creatividad vista en el desarrollo de todos los elementos antes mencionados, la riqueza narrativa no era su principal arma —es más, por momentos, sus tramas resultaban repetitivas—, en lo que realmente destacaba realmente era en su arte.
Evolución en el diseño de personajes a través de los años

En sus primeros tiempos, los diseños de Kubo poseían vida propia: simples, pero genuinos. Cada trazo reforzaba el concepto detrás del personaje; Kubo es un experto en dar unicidad a sus creaciones: Ichigo y su rebeldía, Byakuya y su honor, Urahara y su excentricidad, Rukia y su talento artístico...
Con el correr del tiempo, su calidad como dibujante (complementada por sus asistentes) creció, permitiéndole realizar trazos más estilizados y elevando el nivel de su trabajo; pero, como pasa con todo artista, su obra reflejaba su estado interno, y sus propios dibujos gritaban que algo no estaba bien.

Durante los dos primeros arcos de Bleach el entusiasmo y la genialidad de Kubo se veían plasmadas en cada una de las páginas. El detalle de los fondos era clara demostración de esto: escalas de grises expresivas, minuciosa descripción del ambiente, acción acompañada con trazos de movimiento, fluidez en los paneles. Pero unos años más tarde, cuando comenzó el declive de su obra, los fondos eran nulos, prácticamente vacíos; y aunque, por momentos, la ausencia de colores (o la predominancia del negro) servía como recurso de expresión, en la mayoría de los casos, se trataba del automatismo de Tite, de los vestigios de una creatividad muerta... asesinada.
Pero ¿qué pasó?

Bleach puede analizarse fragmentándola en dos etapas de 5 años: desde su inicio hasta la derrota de Aizen, y desde Ichigo recuperando sus poderes hasta la " Guerra sangrienta de los mil años". En sus primeros 5 años de existencia, Bleach lo tuvo todo: éxito en ventas, una impresionante historia y el apoyo de sus fans. El arco de "La sociedad de almas" fue absolutamente brillante; la personalidad de Ichigo y su afán por proteger a sus amigos eran inspiradoras y reales, tenía una motivación y un propósito. Las decenas de personajes introducidos a partir de dicha saga fueron tan interesantes como complejos; y la inesperada traición de Aizen se elevó como uno de los plot-twist mejor elaborados en la historia del manga moderno. Tite estaba llevando su obra justo adonde quería y como quería. Pero la popularidad tiene sus costos; no olvidemos que el manga, al igual que casi toda obra de consumo popular, es un negocio.

Ichigo y sus amigos se involucrarían en una sociedad adulta y hostil para recuperar a su amiga, desafiando con sus ideales y juventud la estricta opresión reinante en el Gotei 13. No había enemigos reales, era un confrontamiento de ideas y una batalla por honor. Pero este conflicto era una pantalla; una distracción que ocultaba a los verdaderos villanos: Aizen y su equipo. A partir de allí, un villano a la altura de los grandes villanos del manga como Madara o Freezer se levantaba: Aizen.
Derrotarlo se convirtió en el principal objetivo del Shinigami substituto y el Gotei 13, pero, como parte del plan maestro de Aizen, otra amiga de Ichigo fue raptada y los jóvenes héroes debieron involucrarse en una sociedad adulta y hostil para recuperar a su amiga, desafiando con sus ideales y juventud la estricta opresión reinante en... Hueco Mundo. Sí, exactamente a lo ocurrido en el arco anterior.

Ahora bien, ¿esta repetitividad era un problema? Estadísticamente, al principio, sí. Pero Kubo supo conquistar a esos fans que prejuzgaron su historia con batallas, dibujos y tramas épicas. Grimmjow, Ulquiorra, Nnoitra, todos los " Espadas"; convirtieron este arco en uno de los más oscuros y profundos, además de atar los cabos de muchas de las pistas que Kubo fue arrojando.
Al finalizar la invasión al Hueco Mundo, nos dábamos cuenta de que el plan de Aizen era mantener a Ichigo lejos de sus asuntos, y que, en ese preciso momento, él invadía la Tierra; aunque, para nuestra fortuna, el Gotei 13 (con la ayuda de otros aliados/enemigos) estaría allí, esperando a Ichigo y defendiendo la ciudad de Karakura.
Más batallas, más revelaciones y más cabos que se ataban; todo dirigiéndose a un único lugar: el enfrentamiento entre Ichigo y Azien.

Resumiendo, luego de varios power-up, Aizen e Ichigo pelean. Aizen es derrotado, pero Ichigo pierde sus poderes para lograr esto. En fin, ¿por qué estoy relatando todo esto? Porque es magnífico y coherente; es todo lo que Tite Kubo quiso hacer, y como todos los fans repetimos hasta el cansancio: Bleach debió terminar con la derrota de Aizen.
Un final dramático, caballeresco... trágico. El héroe sacrificaba todo por proteger a sus seres queridos; el poder que lo definía era el precio para la salvación de millones. Ichigo ya no podría ver el mundo espiritual, mucho menos ser un Shinigami, y por muy doloroso que nos resulte, era un final bellísimo. Pero como siempre, el dinero pudo más.

El trabajo de un mangaká es insalubre. Según una popular fórmula publicada por un popular artista del manga, la cantidad de horas semanales que le restan a un mangaká para su disfrute son cuatro. Un manga semanal demanda el sacrificio diario de su creador y equipo de producción, algo que de extenderse por un par de meses podría resultar tolerable, pero cuando se transforma en una rutina de años, termina convirtiéndose en una pesadilla.
Contra todo pronóstico, la creatividad de Kubo sobrevivió 5 años, aunque tras la derrota de Aizen surgió otro problema: la presión editorial. La influencia de los editores en el trabajo de los mangaká ha sido desde siempre uno de los cánceres en dicha industria; y aunque esto no quiere decir que los editores de manga son perjudiciales (el nacimiento de Cell, en Dragon Ball, es responsabilidad directa de uno), el editor vela por los intereses económicos e institucionales de la editorial, y si esta exige más páginas, más fans... más dinero, el editor pondrá esto por encima de cualquier necesidad artística.
Así fue que Kubo fue sometido a un proceso de aceleración que sofocaba lentamente su espíritu creativo: ¡Haz algo con los Quincies! ¡Cuenta la historia de la mamá de Ichigo! ¡Muéstranos a Ichigo con sus tres naturalezas! Y un sinfín de elementos que bien podrían haberse mantenido en las sombras por años, o quizá podrían haber sido tratados desde otras plataformas: novelas ligeras, juegos, cine, etc.
Kubo es un artista puro; lo único que desea es dibujar y contar historias a través de su arte. El ritmo de productividad que su editorial demandaba era algo que lo estaba matando por dentro, y debido a esto, muy de a poco, sus dibujos comenzaron a palidecer, sus fondos ya no poseían detalle y sus historias solo servían como pantalla de lo que una institución pensaba que era lo que los fans querían. 5 años después, Bleach era forzado a finalizar con la derrota de su máximo villano, quien, en comparación con Aizen, no era más que un chiste.
A pesar de todo esto, Tite demostró el afecto hacia sus fans regalando momentos únicos, como el Bankai de Yamamoto o el de Hitsugaya, pero más no podía hacer; Bleach estaba desahuciado, y, lamentablemente, jamás podremos saber qué habría sido de una historia con tanto potencial.
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Así que aprendamos de esto. Si tienes algo que contar, algo que crear o algo en qué creer, no dejes que los intereses ajenos o la opinión pública maten al artista que hay en ti. Lucha, porque más allá del triste final de Bleach, Ichigo luchó hasta el final, y ese es el legado que Tite nos dejó.
Esperamos tus comentarios.



