Comic es una palabra cuya etimología proviene del latín komos (‘divertido’, ‘gracioso’), lo que en español sería traducido como ‘cómico’. Ahora bien, previo a esta definición se usó un término que acuñó a todas las obras relacionadas: cartoon, la cual proviene del italiano cartone (‘cartón’), y que esconde en su definición una interesante historia de propósito y destino.
Conoce la provocadora historia detrás de «la palabra» que dio origen a TODOS los cómics

Por un lado se refiere a los dibujos preliminares (realizados en cartón) en tamaño real, a partir de los que se hacían los cortes del cristal para los vitrales de las catedrales; pero, además, se vincula con una actividad mucho más representativa, política y subversiva.

Las primeras «tiras cómicas occidentales» que sirvieron como inspiración y base para fundar la historia del formato, se remontan a la Italia del siglo XVII, cuando las personas dibujaban caricaturas críticas (generalmente atacando o adhiriendo a cierta facción política) en los costados de las cajas de cartón como forma de protesta y expresión de pensamiento.
Si bien es bastante difícil establecer con exactitud cuál es el origen del cómic como tal —ya que el formato ha acompañado al humano desde hace miles de años, desde oriente hasta occidente—, este fue uno de los principales pilares al momento de construir el cómic como concepto.

En la actualidad —o, mejor dicho, en la conciencia popular—, muchas veces el cómic es asociado con una forma de entretenimiento sencilla, infantil y poco profunda, sin embargo, en su esencia, han sido «provocadores, groseros y orientados hacia las capas más bajas de la sociedad», comenzando con intenciones políticas y de impacto cultural, al igual que (casi) todas las artes.
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Las interpretaciones, derivaciones, alteraciones y adulteraciones del concepto original han creado un sinfín de representantes mediocres que, en ocasiones, reafirman esa idea general de lo infantil e inmaduro; pero nosotros, como fieles emisarios del legado cómic y la cultura pop, debemos dar a conocer (con nuestro propio arte) las facultades constructivas y potencial de cambio que residen en el cómic.
Mientras siguen pensando que son infantiles…

Nosotros sabemos que son activos constructores de una realidad más justa y propulsores de un pensamiento divergente.
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