Mark Twain pasaba tanto tiempo en el laboratorio de Nikola Tesla, que alguien debió pensarque era un ayudante senior del genial inventor de la corriente alterna. El interés de Twain por la ciencia le llevó a patentar varias cosas, menos conocidas que su famoso libro Las aventuras de Huckleberry Finn.
¿Sabías que Mark Twain también fue un hombre de ciencias y patentó varios inventos?
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Brillante escritor y pésimo inversionista
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Twain fue tan genial escritor como pésimo inversionista y dilapidó su fortuna en un proyecto ligado a las nuevas tecnologías. Gastó casi todo su dinero en los años 1880, cuando compró los derechos de una estrafalaria máquina, la Compositora Page, mercadeada como supuesto reemplazo de las máquinas tipográficas.
En 1871, Twain había hecho su primer registro en la oficina de patentes, cuando presentó con su verdadero nombre de Samuel Langhorne Clemens, los planos de un invento que llamó « Mejora de correas ajustables y desmontables para prendas de vestir».
Aunque en su escrito de solicitud Twain mencionó distintas piezas de vestir, pero no a los sujetadores femeninos, su invención es la que sigue utilizándose, con algunos ajustes, en los ganchos para abrochar los sostenes de senos por la espalda.
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Un invento exitoso
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La inquietud por las novedades tecnológicas del autor de Un yanqui en la corte del Rey Arturo (1889) quedaría de manifiesto nuevamente en 1904, cuando su libro de memorias Vida en el Misisipi (1883) se convirtió en el primer libro de la historia en ser redactado con una máquina de escribir.
Antes, había conseguido cierto éxito comercial con su invento de un álbum autoadhesivo para fotografías. Las páginas estaban recubiertas de un pegamento seco y solo había que humedecer las fotos un poco por el reverso para que quedaran fijas. Vendió más de 25 000 copias.
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Primero Tesla, luego Edison
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Un año antes de morir en 1910, a los 74 años, el autor recibió en su casa de Redding la visita del mundialmente famoso inventor Thomas Alva Edison. Edison hizo una breve filmación de Twain que fue utilizada en el cortometraje El príncipe y el mendigo, basado en el célebre relato homónimo del escritor.
El último invento de Mark Twain que consta en la oficina de patentes es el de un juego de mesa al que llamó « Constructor de Memoria». Tenía propósitos educativos y perseguía ayudar a los niños a memorizar fechas y acontecimientos históricos de manera amena. A pesar de la sensatez del invento, nadie se interesó en producirlo.
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