Crítica de Fable III: Promesas Incumplidas

Cada vez que Peter Molyneaux se pone a diseñar un juego, hace declaraciones extravaganes y promesas que nunca van a cumplirse. Pero cuando se da por asumido que el juego tendrá ciertas características y finalmente no las tiene es entonces cuando podemos empezar a enojarnos un poco.

PUBLICIDAD

Fable III es el más reciente capítulo de una saga plagada de problemas técnicos y luchas internas entre el developer y el editor que finalmente sólo terminan perjudicando a los jugadores. El juego nos pone al mando de un héroe que deberá derrocar su malvado hermano y asumir el poder. Lamentablemente la historia suena más interesante de lo que es, ya que para lograrlo deberemos realizar todo tipo de tareas bastante aburridas.

Fable III no es exactamente un arcade y tampoco un RPG ni un juego de estrategia, pero al tratar de ser todos al mismo tiempo se termina convirtiendo en algo que no convence a nadie ni entretiene en el proceso.

No hay suficiente acción como para pasar el rato ni suficiente estrategia como para hacernos pensar ni suficiente modificación de personajes como para darle a los fans del RPG algo consistente. En definitiva, el juego intenta ser muchas cosas pero no logra ninguna.

Puntaje: 5/10- Un ambicioso pero fallido experimento que quizá tenga una secuela para remediar sus errores o quizá sea olvidado de una buena vez.