Aquí inició la aventura más famosa de C. S. Lewis. El año era 1950 cuando se publicó El León, la Bruja y el Ropero, el primero de una saga de siete libros, aunque siguiendo la cronología del autor, este sería la segunda entrega.
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La historia es sencillamente fantástica: Peter, Susan, Edmund y Lucy son cuatro hermanos que se resguardan de la Segunda Guerra Mundial en la casa del profesor Digory. El sitio parece aburrido, pero al explorarlo, la pequeña Lucy descubrirá un ropero que no solo tiene abrigos, sino todo un mundo: Narnia.
Allí conocerán al señor Tumnus, al señor y señora Castor y Aslan, el león creador del mundo ahora reinado por Jadis, la bruja blanca, quien se ayuda de Maugrim, un lobo aterrador.
La historia es la más famosa de las siete de Narnia; una entrada espectacular a la mente de Lewis y a la génesis de este mundo ficticio. ¿Quieres conocer unos cuantos detalles curiosos sobre El León, la Bruja y el Ropero? ¡Sigue leyendo!
En su mente desde la niñez
Aunque la historia de Narnia vendría años después a la mente de C. S. Lewis, el autor ya tenía mundos imaginarios en su cabeza cuando era niño. Entonces solía imaginarse un lugar llamado Tierra Animal, donde habitaba un ratón heroico llamado Peter, su personaje favorito.
El fauno acosador
Pero si hay algo que inspiró a C.S. Lewis a escribir el libro fue una imagen que acosó su imaginación desde los 16 años.
En el ensayo It All Began With a Picture ( Todo empezó con un cuadro), el autor no podía sacarse de la cabeza la imagen de un fauno cargando una sombrilla en un bosque lleno de nieve. Al cumplir 40 años, Lewis decidió que era momento de escribir sobre ese fauno.
La crítica que acabó con una amistad
Quienes han leído la saga completa, quedan con la idea de que Lewis escribió los libros como una alegoría a la fe cristiana. El autor siempre negó conexión alguna entre su historia y la religión e incluso, rompió su amistad con J. R. R. Tolkien (sí, el autor de The Lord Of The Rings) cuando este lo acusó de haber escrito una “mera alegoría”. ¡Ups!
Como la vida misma
Más allá de la imaginación, Lewis también tomó elementos de su vida para inspirarse y escribir los libros.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Lewis dio abrigo a tres niñas (Margaret, Mary y Katherine) quienes fueron enviadas a su casa en el campo desde Londres, donde se preveía un bombardeo. Claro, en su casa no había un ropero que llevaba a otros mundos. ¿O sí?
Por cierto, también se dice que a Lewis nunca le agradaron mucho los niños, y que no fue sino hasta ese momento que empezó a prestar atención a los infantes.
La historia poco planeada

La mayoría de los escritores de sagas fantásticas suelen hacer un bosquejo bastante organizado de cómo irá progresando la serie. Este no fue el caso de Lewis, que aseguró que para escribir Narnia, se inspiró en imágenes nuevas y diferentes para escribir cada libro.
Un trabajo de diez años
Para aquellos que se quejan de que G.R.R. Martin toma demasiado tiempo en escribir sus libros, a Lewis le tomó diez años escribir El León, la Bruja y el Ropero. No, disculpen. Ni eso disculpa a George. ¡Escribe, gordito!
Aslan, el salvador de Narnia

Lewis estaba reluctante con el libro original y sentía que no tenía mucho sentido. Todo cambió cuando creó a Aslan, esto porque tenía sueños recurrentes con leones.
El león le sirvió para organizar la historia y que sirviera de hilo para el resto de los libros.
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A la basura
Para 1947, Lewis ya tenía un primer borrador del libro. En él había cuatro niños: Ann, Martin, Rose y Peter. Cuando lo leyó a sus amigos, las críticas no fueron nada favorables, así que Lewis no lo dudó y lanzó al guión a la basura.
La bruja de cuentos y la ahijada

Para crear el personaje de la Bruja Blanca, el autor se inspiró en la Bruja de Nieve de Blancanieves, la historia de Hans Christian Andersen.
En el caso de Lucy, la musa llegó de un lugar más cercano: Lucy Barfield, su ahijada. Cuando Lewis empezó a escribir el libro, la pequeña tenía cuatro años. Para cuando terminó, la chica ya era una adolescente de 14, así que la dedicatoria reza: “Algún día serán lo suficientemente mayor para empezar a leer cuentos de hadas otra vez. Entonces puedes bajarlo de un estante superior, limpiarlo y decirme qué piensas de él”.
Como dato curioso, hubo un tiempo en la que la Lucy real enfermó, así que muchos fans de la historia le escribieron cartas para reconfortarla. De hecho, algunas iban dirigidas a Lucy Pevensie, el nombre del personaje de Narnia.








