Luego de un regreso de media temporada que se las arregló para mostrar algunas de las mejores virtudes que habíamos visto a lo largo de los primeros diez episodios, The Blacklist volvió esta semana con un episodio que, en cambio, volvió a los terrenos menos interesantes y más genéricos de una serie policial que ocasionalmente brinda interesantes casos e intrigantes criminales, pero rara vez la posibilidad de interesarnos por la historia de los personajes o su destino.
The Blacklist: El Alquimista [Crítica 1x12]

Los misterios de siempre
El gran misterio que seguimos desde el inicio de la serie en torno a Red ( James Spader) y Liz ( Megan Boone) ya ha sido dejado atrás cuando supimos que Red es en realidad el padre biológico de Liz y que la dio en adopción cuando era muy pequeña, para protegerla de sus actividades criminales o por alguna otra razón.
Esta resolución nunca fue del todo explícita y además Liz todavía no lo sabe, por lo que eventualmente volveremos a esta historia y tal vez haya algún sorpresivo giro. Pero el problema de la serie ahora es que al haber dejado este misterio detrás es como si nada hubiera pasado, nada de esto ha afectado a los personajes, no ha cambiado su actitud ni sus intereses (además de todo lo que han pasado juntos y los casos en que han trabajado) y la dinámica entre ellos sigue siendo la misma que, digamos, la del segundo o tercer episodio.
Red da un nombre de la lista, Liz y el FBI ponen un operativo en marcha, éste se complica, Red da algunos consejos y sugerencias entre paternales y condescendientes a la pobre Liz que no termina de comprender a los criminales y finalmente resuelven el caso.
Luego de doce episodios y de todas las cosas que han pasado en el medio, bien podría la serie implementar una dinámica distinta o una forma diferente de plantear la trama, lo que la haría mucho más entretenida, como lo prueban los pocos episodios en los que se ha apartado de esta fórmula (principalmente la primera parte de Anslo Garrick).
En este episodio, además, también se vuelve a la misma historia de misterio y ambigüedad que domina la relación de Liz y su esposo Tom ( Ryan Eggold), que resulta tremendamente repetitiva y agotada y da la sensación de estar viendo nuevamente los primeros episodios de la temporada. No hay nada nuevo en este enigma.
Ya sabemos que Tom puede ser una peligrosa amenaza para Liz que se oculta detrás de una fachada de esposo cariñoso y comprensivo (probablemente lo sea, debido a la insistencia de Red en este punto: Red siempre tiene razón) pero no es necesario que se nos recuerde a cada momento este aspecto con líneas poco sutiles como Tom diciendo explícitamente que no esconde ningún secreto (¡¿O sí?!).
La familia es lo primero
Siguiendo con las historias personales ajenas al caso de la semana, ahora tenemos además al Agente Ressler ( Diego Klattenhoff) recuperando a su antigua novia, a quien suponemos nunca había logrado superar del todo, en uno de los acontecimientos más injustificados y salidos de ninguna parte desde el comienzo de la serie.
De repente Ressler está interesado en comentar su vida amorosa con Liz, lo que sirve para enterarnos de sus sentimientos hacia su ex novia y su nueva pareja, con la que aparentemente estaba comprometida. Pero en un asombroso giro de los acontecimientos, en realidad ella se reúne con él para decirle que desde que lo vio en el hospital no ha dejado de pensar en él. Ahora Ressler tiene una interesantísima historia propia.
La presencia de un espía infiltrado en el equipo del FBI, que podría haber sido uno de los elementos más interesantes del episodio, fue completamente desaprovechada. Red montó todo un equipo para averiguar quién es el espía, dado que el FBI ha dado el caso por terminado, pero toda esta investigación se mantiene en un segundo plano a lo largo de todo el capítulo, sólo para terminar con la revelación final, cuando ya casi nos habíamos olvidado de todo el asunto, lo que hizo que perdiera todo el impacto que podría tener.
El alquimista fue, de todas maneras, un caso más o menos interesante y volvió a un tema recurrente de la serie: tener familia es ser vulnerable. Esto se nota en la historia de fondo de Red y Liz y también se ha dejado entrever en varios de los casos que hemos visto en distintos episodios.
Será interesante entonces ver cómo el hecho de que Liz se prepara para formar su propia familia, a pesar de que cada vez está más alejada y dedicada exclusivamente a salvar el mundo de peligrosos criminales, afectará sus actividades laborales. No sería sorprendente si en un futuro vemos cómo la amenaza de un nuevo criminal se centra en el hijo de Liz.
Puntaje: 6/10.






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