The Blacklist: cazadores cazados [Crítica 1x09]

Con este episodio que altera el esquema que venía siguiendo la serie hasta el momento -dejando la resolución para la próxima semana- y que abandona, casi completamente, las subtramas de misterio en torno a los personajes y su pasado para enfocarse de lleno en la más pura acción, The Blacklist por primera vez en la temporada parece alcanzar todo el potencial que prometía.

Por primera vez, la serie es capaz de entregar 40 minutos de tensión y emoción genuinas, así como una amenaza palpable y concreta para nuestros protagonistas.

Intercambio de papeles

Los primeros minutos del episodio intentan retomar algo del drama vivido por Liz ( Megan Boone) en el episodio anterior, con la muerte de su padre y ahora sumándole el recuerdo de algunos de los momentos traumáticos de su infancia.

Si bien esto -el hecho de volver siempre a eventos del problemático pasado de los personajes- ya resulta un poco aburrido, al menos en este caso sirve para retomar una pequeña alusión que se había hecho al comienzo de la serie (la de las marcas en la mano de Liz), recordárnosla (yo la había olvidado) y agregar otro misterioso elemento (un incendio en la casa de Liz cuando era pequeña, tal vez con Red involucrado de algún modo).

Por suerte, esto da paso inmediatamente a la acción y, en una de las ideas más interesantes de los guionistas desde que comenzó la temporada, ahora no es el FBI quien debe perseguir a un criminal con la ayuda de Red ( James Spader), sino que debe defenderse de un peligrosísimo criminal que pretende atrapar y torturar a Red por algunas cuestiones irresueltas de su pasado. 

Anslo Garrick ( Ritchie Coster) parece por momentos un personaje demasiado exagerado y hasta caricaturesco, con su cara de malo y sus cicatrices, pero básicamente funciona porque cuenta con un ejército de mercenarios detrás, capaces de reducir una instalación secreta del FBI en minutos, y porque sus intenciones son bien claras y definidas y está dispuesto a todo para cumplirlas.

Atrapados sin salida

Por primera vez, también, podemos ver al propio Red en acción, tomando un arma y demostrando que su habilidad y su inteligencia no sirven sólo para elaborar frases ingeniosas, ambiguas y llenas de sarcasmo o para engañar a criminales mucho más tontos que él. 

A diferencia de todos los capítulos anteriores, Red ahora no puede ayudar al FBI y apenas puede ponerse a salvo él mismo y, de paso, al agente Ressler ( Diego Klattenhoff). Encerrado en una caja de vidrio blindada, Red puede poner todo su conocimiento y sus destrezas al servicio del Ressler, pero de nadie más.

Estar encerrado en la caja con el agente Ressler a punto de morir obligó a Red a salirse de su habitual actitud desinteresada y soberbia, pero de una manera mucho más inesperada y efectiva que cuando esto sucedió con Liz. Cuando Red enumera las cosas que todavía quiere hacer (y que por eso no dejará que Anslo Garrick lo atrape), por primera vez se puede ver en él un personaje por el cuál uno podría llegar a preocuparse o, al menos, comprender.

Liz, mientras tanto, es el cabo suelto que permite por un momento albergar la esperanza para Red, para Ressler y para el FBI, por lo menos antes del final del episodio. Liz nunca había demostrado ninguna destreza especial como agente de campo, al menos no más de las que se supone se requieren para llegar a tal puesto en el FBI, pero ahora se ve favorecida por el hecho de que los hombres de Garrick no saben que está allí.

El final del episodio fue todo lo que se supone que sea una serie como The Blacklist y espero que puedan lograr en futuros episodios momentos atrapantes e impactantes como esos minutos finales. 

Puntaje: 8/10. Es el mejor episodio de la temporada hasta el momento. La segunda parte, que se emitirá la próxima semana, deberá dar una resolución al conflicto y probablemente no resulte tan satisfactoria, así que disfrutemos mientras tanto el placer de haber visto un gran episodio de The Blacklist.