Repasamos la carrera de Warren Beatty, estrella de Hollywood amada por la Academia (hasta ahora)

Warren Beatty es mayormente reconocido a nivel mundial por algunos de sus grandes papeles, como el de Clyde en Bonnie y Clyde (1967), el del detective Dick Tracy (1990) y el del senador Bulworth (1998), pero para el público que no está tan familiarizado con estos títulos, y para el público en general tal vez, será recordado a partir de 2017 como el involucrado en el histórico papelón de los Premios Oscar al anunciar la película ganadora.

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Los detalles del error y los misterios de los sobres, no estuvieron inmediatamente aclarados, y las asignaciones de culpa y errores fueron oscilando dependiendo de a quién se le preguntara, pero se puede suponer que la relación de Warren Beatty con la Academia no será la misma después de este incidente.

Antes de esto, sin embargo, Beatty había sido una de las figuras de Hollywood más reconocidas y galardonadas por la Academia, con una carrera que se extiende por 60 años, en la que ha desempeñado de manera talentosa y ocasionalmente brillante todas las tareas vinculadas a la realización de películas, desde la actuación y la dirección, hasta la producción y la escritura.

En total, ha cosechado 14 nominaciones a los Premios Oscar: cuatro de ellas por mejor actor, cuatro por mejor película, dos por mejor director, tres por mejor guión original y una por mejor guión adaptado.

En 1999, recibió el mayor honor que entrega la Academia periódicamente, por fuera de los premios habituales: el Premio Irving G. Thalberg, nombrado en honor a un legendario ejecutivo de Metro-Goldwyn Mayer que fue el responsable de darle a este estudio su reputación de hacer grandes y sofisticadas películas.

Este premio, oficialmente, distingue a los “productores creativos cuya obra refleja consistentemente una alta calidad”, y además de Warren Beatty, lo han recibido artistas como Steven Spielberg, Billy Wilder, George Lucas, Clint Eastwood y Francis Ford Coppola.

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Chico dorado de Hollywood

Imagen IMDb

Warren Beatty comenzó su carrera en 1957, hace exactamente 60 años, con pequeños papeles en televisión y con un papel regular en la serie The Many Loves of Dobie Gillis.

Su debut cinematográfico fue nada menos que junto al director Elia Kazan (director de Un tranvía llamado deseo y de On the Waterfront, esencialmente el descubridor de Marlon Brando) en la película Esplendor en la hierba, de 1961.

El famoso crítico del New York Times de la época Bosley Crowther elogió la película pero también especialmente la actuación de Warren Beatty, diciendo que era un “sorprendente debut” y que el agotamiento emocional y la derrota de su joven personaje eran “el rasgo conmovedor más profundo de la película”.

Warren Beatty tenía 24 años en ese entonces.

A ese debut le siguieron varios papeles en películas de experimentados directores de los que sin dudas se preocupó por aprender, realizadores como John Frankenheimer ( All Fall Down, 1962), Robert Rossen ( Lilith, 1964), Arthur Penn ( Mickey One, 1965) y Arthur Hiller ( Promise Her Anything, 1965).

Así, su reputación comenzó a crecer y su nombre a ser conocido, pero todavía era visto como el típico joven apuesto y desenfadado, embriagado por las mieles del éxito repentino que sabe que el mundo está a sus pies.

Bonnie y Clyde

Imagen Warner Bros. Pictures

Pero entonces llegaría Bonnie y Clyde, la película que este año cumplió su 50º aniversario, razón por la cual Warren Beatty y su coprotagonista en esa película Faye Dunaway tuvieron la responsabilidad de anunciar el premio más importante de los Oscar 2017.

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Con Bonnie y Clyde, una nueva colaboración con el director Arthur Penn en la que además ofició como productor, Warren Beatty comenzaría a cambiar su imagen pública; algo así como otros actores contemporáneos, pongamos por caso Brad Pitt o Leonardo DiCaprio, que comenzaron ganando popularidad especialmente por su buen parecido, y luego deben sacudirse esa reputación de meros chicos lindos a fuerza de compromiso o seriedad, probando al mundo (y tal vez a sí mismos) que no son solamente una cara bonita.

Así describió un periódico de la época el rol de Warren Beatty en Bonnie y Clyde:

“La carrera del Sr. Beatty ha tenido todas las marcas distintivas de un convencional chico dorado de Hollywood: increíblemente apuesto, una juventud encantadora, el placer de la vida social y ningún sentimiento aparente demasiado complicado sobre su oficio. Esta imagen ha sido ahora brutalmente aniquilada al emerger como un actor vívidamente individual y un productor altamente imaginativo en la balada gángster Bonnie y Clyde. A los 28 años, la imagen de Warren Beatty como un playboy amante de la diversión, está muerta. Warren Beatty, un hombre del cine, ha nacido”

El nuevo Hollywood y la politización

Imagen IMDb

Con esta nueva reputación sobre sus hombros, Beatty ingresó en la década de los 70 acoplándose a algunos de los más renombrados directores del Nuevo Hollywood, el movimiento de directores jóvenes e innovadores y de películas arriesgadas y personales, del que la historia oficial ha convenido en establecer a Bonnie y Clyde (1967) como su punto de partida.

Beatty protagonizó el “anti-western” McCabe & Mrs. Miller (1971) de Robert Altman —tal vez la mejor película en la que actuó—, el thriller político The Parallax View (1974) de Alan J. Pakula y la comedia The Fortune (1975) de Mike Nichols.

Pero fue la sátira política-romántica Shampoo (1975), de Hal Ashby, que escribió y produjo, la que mejor terminaría por anticipar su debut como director, con Heaven Can Wait (1978).

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Co-dirigida por Beatty y Buck Henry, es una comedia fantástica sobre un mariscal de campo de fútbol americano que es accidentalmente llevado al cielo por un ángel antes de que el destino marcase su muerte, y regresa reencarnado en el cuerpo de un millonario recientemente asesinado.

Una película que combina comedia liviana con un misterio de un asesinato, secuencias deportivas del Super Bowl y un gran romance (coprotagonizado por Julie Christie, en la tercera película que compartió con Beatty) pero también un cierto tono irreverente y algunos elementos temáticos que evidenciaban ciertas inquietudes políticas, que no tardarían en radicalizarse y plasmarse por completo en su nueva película como director, la mejor y más importante de las que dirigió.

La llegada del comunismo

Imagen IMDb

Reds ( Rojos), de 1981, es una película épica, de más de tres horas de duración, en la que se narra la vida del periodista comunista estadounidense John Reed (interpretado por Beatty), alternando con testimonios de “testigos”, personas reales que lo conocieron.

John Reed estuvo involucrado en el sindicalismo y el Partido Comunista de los Estados Unidos, y en 1917 viajó a Rusia para ver la caída del régimen zarista y los eventos de la revolución de octubre, los que dejó plasmados en su libro Diez días que sacudieron al mundo (1919), una crónica de primera mano.

Además de la política, hay en la película drama y romance, especialmente una suerte de triángulo amoroso que incluye a la novia de Reed, la también periodista Louise Bryant ( Diane Keaton), y al célebre dramaturgo Eugene O’Neill ( Jack Nicholson).

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Así como ser comunista en Estados Unidos a principios del siglo XX y escribir un libro reivindicando el idealismo de la Revolución Rusa era un acto tremendamente valiente, irreverente y desafiante por parte de John Reed, hacer una película sobre su vida y su obra, reivindicando su espíritu revolucionario, en 1981, en pleno auge del conservadurismo de Reagan y la Guerra Fría, fue un manifiesto elocuente por parte de Warren Beatty.

Reds fue nominada al Oscar como mejor película, y Warren Beatty fue personalmente nominado en las categorías de mejor actor, mejor guión original y mejor director, convirtiéndose en la única persona en Hollywood que ha sido nominado en dos oportunidades en todas estas categorías por la misma película (antes fue Heaven Can Wait).

La sátira es mejor

Después de esta película ambiciosa, épica y militante, Beatty optó por una producción más liviana y divertida: Dick Tracy (1990).

Basada en una tira cómica en tiempos en los que esta clase de films no habían adquirido el peso cultural que tienen hoy en día, Dick Tracy fue vista como una película interesante desde lo visual y lo técnico, y hoy es principalmente recordada por incluir en su elenco a Madonna en el papel de la femme fatale (también estaban  Al Pacino y Dustin Hoffman en el elenco).

Imagen Buena Vista Pictures

De todas maneras, las películas de Beatty seguían siendo valoradas por la Academia, en este caso en categorías técnicas: ganó mejor canción original, mejor maquillaje y mejor dirección de arte.

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Después de protagonizar y producir otras dos películas —la comedia romántica Love Affair, olvidable salvo por ser la última película de Katherine Hepburn, y el aclamado drama Bugsy—, Warren Beatty volvió a la dirección y a sus inquietudes políticas, con la comedia Bulworth (1998).

Libre de las restricciones de los hechos reales y de la seriedad del drama que tuvo su otra película abiertamente política, en Bulworth —cuyo guión también fue co-escrito por él— Beatty se aprovecha de la sátira para dar su visión política de manera mucho más contundente y radical, una visión un tanto cínica y pesimista, propia de fines de los 90.

Su personaje, el senador Jay Bulworth, se ha ido desencantando del sistema político y ha comprometido sus convicciones con tal de mantener el poder, al punto de que ya no puede convivir con su conciencia y decide poner fin a su vida.

Ya sin nada que perder, y bajo los efectos del alcohol o las drogas, comienza a dar discursos brutalmente honestos, que denuncian la crueldad y la corrupción del sistema, que republicanos y demócratas son dos caras de una misma moneda, ruedas de un engranaje que responde a intereses propios, movidos por el dinero y el poder, mientras los marginados, los pobres y los negros son explotados, olvidados y abandonados a su suerte sin que nadie haga nada por ellos.

Y él mismo, destacado senador demócrata blanco, es un acabado representante de ese engranaje, como admite ante una multitud de votantes negros en una iglesia, pero contrarrestando con el brutal: “¿Y qué van a hacer? ¿Votar a los republicanos?”

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Bajo la perspectiva actual, se podría decir que la crisis de Bulworth lo convierte en un candidato que combina el estilo de Donald Trump con las ideas de Bernie Sanders.

Warren Beatty volvería a dirigir y protagonizar una película recién en 2016, casi 20 años después, y en la recta final de su carrera: Rules Don’t Apply.

No es casual, probablemente, que la película se sitúe en el Hollywood de 1958, ese que él conoció cuando comenzó su carrera, y que se centre en una de las figuras más icónicas y fascinantes de aquella época, Howard Hughes (que interpreta él mismo, naturalmente).

Pero también, la película no deja atrás cierta exploración de cambios sociales y políticos, de una época en la que se estaba abandonando el puritanismo religioso y comenzaban a surgir nuevas posturas y actitudes que presagiaban la revolución sexual de los 60.

Rules Don’t Apply es algo fallida y lejos está de ser la mejor película de Warren Beatty, por lo que sería desafortunado que sea la última, aunque su legado de todas maneras quedará especialmente marcado por ese incidente en los Premios Oscar, así que, qué más da.