Se acercan los Premios Oscar 2019, y parte del equipo editorial de Vix se planteó algunas dudas casi existenciales y filosóficas sobre los premios más importantes del cine. Y también otras más terrenales.
Premios Oscar: por qué nunca gana tu favorita y otras preguntas existenciales, respondidas

Aquí están, respondidas.
1. ¿Los Oscar premian el arte o premian discursos políticos? ¿Cómo ha cambiado la ceremonia de premiación en ese sentido?
El arte y el discurso político no son dos cosas contrapuestas. Pero se entiende por dónde va la pregunta.
Los Oscar son antes que nada un show, una gala, un programa de televisión con sus anunciantes y un evento glamoroso cargado de estrellas que se felicitan entre sí y celebran la industria de la que forman parte, una industria millonaria y de impacto cultural y político en el mundo, que pretende que eso siga así. Ocasionalmente tiene que ver con el arte de hacer películas.
Sí. Muchas veces los Oscar premian películas que difícilmente podrían ser catalogadas de grandes obras artísticas (cosa que suele demostrar especialmente el paso del tiempo, dejándolas olvidadas), pero tienen la virtud de tener un determinado discurso político, o más precisamente, un mensaje.
Un mensaje de tono político o social, que suele ser noble, justo y compartible, o por qué no inspirador.
A veces ese mismo mensaje y la forma de transmitirlo, explicarlo y simplificarlo, es lo que le niega a la película su virtud artística: está hecha con la mera intención de ser valorada por su mensaje y sus buenas intenciones.
Otras veces ni siquiera es del todo político el asunto: ¿cuántas películas mediocres ganaron por lucir lo suficientemente «artísticas» y «serias», y rondar esos asuntos que se supone debe tratar el Gran Arte, pero sin ninguna gracia, agudeza ni originalidad?
Diría que los Oscar premian a películas artísticamente valiosas solamente por excepción o por casualidad, aunque antes era más frecuente.
Está este asunto de la ideología por sobre la estética (premiar el contenido del mensaje y no la forma en que se transmite), pero también hay una serie de prejuicios anquilosados sobre el cine y el arte en esa organización antigua, numerosa e inevitablemente conservadora y tradicionalista que es la Academia.
Por último, pero no menor, está el papel que juega el lobby y las costosas campañas organizadas por los estudios de cine para convencer a los votantes de la Academia de que su película es merecedora de premios.
Y la ceremonia ha cambiado por dos aspectos: el cine ha perdido relevancia cultural y ciertas sensibilidades políticas se han exacerbado.
Siempre hubo cierta necesidad de Hollywood de, digamos, palmearse la espalda a sí mismo, reconociendo oficialmente a películas que queda bien premiar porque denuncian injusticias, reivindican minorías o echan luz sobre problemas sociales.
Pero hubo una época en que: 1) no era tan urgente premiar películas de estas características para mantenerse relevantes, y 2) había películas de este tipo pero que se podían dar el lujo de ser más arriesgadas, más desafiantes, irreverentes o revolucionarias en términos artísticos, en definitiva mejores, y aún así ser influyentes y populares, ocupar un lugar importante en el panorama cultural.
Hoy, en una industria en crisis, con series de Netflix y miles de distracciones en forma de entretenimiento que guardamos en un dispositivo en nuestro bolsillo, una película de esas características suele ser ignorada, y conviene hacer películas más simples y complacientes, tomar el camino más corto para llegar a un mayor público, además de seguir esas reglas que, se sabe, siempre seducen a los votantes de los Oscar.
2. ¿Qué hace que una película sea buena?
Nadie lo sabe.
(Esto es mitad verdad).
Hay ciertas reglas y criterios ya largamente estipulados. Se puede hablar de esos mismos rubros que premian los Oscar: una buena película tiene que estar bien actuada, tener un buen guion, estar bien filmada, bien fotografiada, bien montada, etcétera. Cada uno de esos rubros tiene sus propias reglas sobre qué es «bueno» y qué no.
Pero estas consideraciones y categorizaciones pueden ser insuficientes o inútiles, y de hecho lo son muchas veces. Algunas de esas reglas pueden ser subvertidas, desafiadas o ignoradas y resultar en una gran película. Y algunas de las películas más olvidables o cuestionables artísticamente son «buenas» en todos esos rubros.
Entran luego consideraciones temáticas, de puesta en escena, de composición de personajes.
Se podría decir que hay cosas que funcionan y otras que no, en el contexto específico de una película.
Una buena película, en última instancia, necesariamente crea ciertas emociones y sensaciones en el espectador que contribuyen a una experiencia única, novedosa, valiosa y significativa. Muchas películas crean la ilusión de esa experiencia, pero no es genuina.
3. ¿Cuál es la película que debería ganar el Óscar?
Roma.
4. ¿Cuál no está nominada pero todos deberíamos ver?
Shoplifters ( Manbiki Kazoku). Paddington 2. Leave No Trace. The Rider. Zama. Y cualquiera de estas 15, las mejores de 2018.
5. ¿Qué criterios son importantes para apreciar una película y no están contemplados en los Óscar?
Que una película es más que el género en el que se inscribe.
Es histórico que los Oscar ignoren grandes películas porque pertenecen a géneros que, de acuerdo a esos prejuicios antes mencionados, no son lo suficientemente prestigiosas y dignas de reconocimiento.
Puedes hacer una hermosa película de terror, una comedia hilarante, una impactante película de acción o una muy original comedia de fantasía y ciencia ficción, que la Academia la ignorará olímpicamente.
Pero si haces un drama de época, una película biográfica sobre una figura histórica relevante (o alguien con una grave enfermedad), una película sobre problemas sociales o una vinculada a aspectos literarios, por más que sea mediocre o vulgar, tienes muchas chances de subir a recibir premios.
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