¿Lo hemos visto todo en efectos especiales en el cine?

Parece que fue ayer cuando el T-1000 de Terminator 2 cruzaba los barrotes de una celda marcando un antes y un después en el mundo de los efectos visuales en el cine.

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Después vendrían los dinosaurios de Jurassic Park, un Titanic que se hundía de forma bien lograda, o una trilogía llamada El Señor de los Anillos que sentaría las bases de nuevas tendencias tecnológicas en Hollywood.

Recientemente, Disney consiguió crear mediante CGI a los animales más creíbles de la historia en El Libro de la Selva .  

Nosotros nos seguimos preguntando si  ya lo hemos visto todo en efectos especiales en el cine y si, realmente, la industria va por el buen camino. 

En Hollywood... ¿falta arte y sobran megabytes?

Imagen Walt Disney Pictures

Cuando en 1991 todos vimos al T-1000 interpretado por Robert Patrick en Terminator 2 pocos podíamos creer lo que veíamos ante nuestros ojos. 

Dos años después, los animatronics de Jurassic Park confirmarían la nueva fiebre de una industria que había conseguido crear lo increíble mediante un ordenador. El espectador era más impresionable y, en parte, nos creíamos lo que veíamos gracias a un trabajo artesanal a base de robots caseros, pintura y decorados reales cuya combinación podía regalar mundos nuevos y palpables. 

En 2001, el estreno de la primera entrega de El Señor de los Anillos de Peter Jackson potenciaría aun más esta emergente fiebre por los efectos visuales gracias al buen hacer de la compañía WETA, la cual fue capaz de crear ejércitos digitales y escenas tan ¿creíbles? como aquella en la que Légolas trepaba por un elefante en El Retorno del Rey.

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Sin embargo, tras el aluvión de cintas que parecían abusar de los efectos especiales en la década de los 2000, los medios no tardaron en hacerse eco de un fenómeno cada vez más común en la industria: la pérdida de lo artesanal frente al CGI cuyo uso abusivo en las películas termina por desvincular al espectador de la credibilidad que sí aportaban los blockbusters de los 90, los cuales recurrían a los ordenadores en el último momento y tras un arduo trabajo casero. 

Imagen Walt Disney Pictures

Por poner varios ejemplos ahí tenemos el King Kong de Peter Jackson y sus escenarios creados completamente por ordenador (además de unos dinosaurios menos creíbles que los que Spielberg creara doce años antes), los mundos fantásticos de Alice in Wonderland o, también, ese hito del cine llamado Avatar cuya tecnología requirió de años y años por parte de James Cameron a fin de potenciar innovaciones como el 3D o una técnica del motion capture aun más creíble.

En 2016, la adaptación de El Libro de la Selva permitió a los personajes del clásico Disney lucir como animales parlantes que parecían totalmente reales. 

Sin embargo, ¿va la industria del cine por el buen camino en lo que respecta al CGI? ¿Es del todo creíble la batalla entre elfos y orcos tan digna de videojuego en  The Desolation of Smaug? O ¿acaso los velocirraptores de Jurassic World estaban mejor mimetizados con el escenario que en Jurassic Park? La respuesta, si volvemos a ver ambas películas, sería NO, especialmente porque el abuso de lo efectos visuales muchas veces llega a recrear escenas demasiado exageradas, de cierta incoherencia. 

El próximo paso debería ser recrear personajes sin necesidad de actores, aunque el motion capture siga siendo necesario. Por su parte, James Cameron volverá a regalarnos una secuela de Avatar cuya tecnología ha necesitado de casi diez años de gestación y la adaptación de El Rey León de Disney no contará con ningún actor, jugando en esa espinosa línea entre el documental y el blockbuster rompetaquillas recreado 100 % por ordenador.

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Dos ejemplos que nos hacen pensar en el futuro del CGI en el cine o cuanto de artificio hay en una industria que quizás llegó a romper una magia alcanzada hace años gracias al uso de robots, cartón y sí, una medida pizca de CGI. 

¿Crees que lo hemos visto todo en efectos especiales en el cine?

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