Bradley Cooper: de galán de comedias a premiado actor dramático y director

Hay cierto impulso, o quizá necesidad, en algunas figuras masculinas de Hollywood, de demostrar que no son solamente un rostro bonito.

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Casi todos los grandes galanes del cine, actores que alguna vez encabezaron las listas de los hombres más sexies y alcanzaron su popularidad protagonizando comedias románticas —Brad Pitt, George Clooney, Leonardo DiCaprio, Ben Affleck, Heath Ledger, Ryan Gosling, Ryan Reynolds, Matthew McConaughey— buscaron salirse de ese encasillamiento, primero con roles diferentes, más rudos, ásperos u oscuros, y finalmente, muchos de ellos, probando que son artistas de verdad: convirtiéndose en directores.

El último en seguir este camino es Bradley Cooper.

Famoso por su papel de líder en el grupo de ¿Qué pasó ayer?, ahora se ha consagrado dirigiendo y protagonizando una historia clásica de Hollywood, un drama musical que se ha robado los aplausos.

«Un buen tipo»

Bradley Cooper debutó interpretando a un coreógrafo gay en la comedia Wet Hot American Summer (2001), un personaje memorable pese a estar rodeado de grandes personajes y de futuras estrellas. La película fue ignorada y vapuleada y pasarían años hasta que fuera revalorizada y convertida en obra de culto.

Cuando Netflix la revivió con una serie, 15 años más tarde, Cooper ya se había convertido en una estrella.

Su primer papel de notoriedad sería en televisión: Will Tippin fue su personaje recurrente en la serie Alias, un periodista que es además el mejor amigo de la protagonista interpretada por Jennifer Garner.

Cooper ha dicho que Jennifer Garner fue una de las primeras amigas que tuvo en Hollywood y que ella lo trató de manera «muy maternal» (aunque tienen casi la misma edad).

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El actor reveló también que en esa época tuvo serios problemas de adicción y de depresión y que estuvo a punto de abandonar el mundo del entretenimiento. Luchar y superar estas adicciones fue lo que salvó su carrera, dijo después.

Luego de una serie de participaciones en películas olvidables y olvidadas, daría un gran salto al aparecer en un rol secundario en la popular comedia Los rompebodas, protagonizada por Vince Vaughn y Owen Wilson.

En ella interpretó al novio de Rachel McAdams, un personaje desagradable, agresivo y arrogante que, en cierto modo, sería un antecedente para su papel de Phil Wenneck en ¿Qué pasó ayer?, con el que comparte ciertos rasgos aunque este último es más simpático y amable.

Bradley Cooper dijo que su personaje en Los rompebodas era «una especie de psicópata» y que ayudó a cambiar la percepción que el público tenía sobre él, ya que solía interpretar siempre al típico «buen tipo».

Los responsables de casting en Hollywood de todas maneras no parecieron prestarle demasiada atención a este cambio de percepción, y siguió apareciendo en roles de buen tipo en comedias como Failure to Launch (2006), Yes Man (2008), The Rocker (2008) y He’s Just Not That Into You (2009).

El que sí le prestó atención fue el director japonés Ryuhei Kitamura que sin transición alguna lo puso como protagonista de su sangrienta y oscura película de horror The Midnight Meat Train.

Una estrella de Hollywood

En 2009 el director Todd Phillips lo reunió con Ed Helms y Zack Galifianakis y cimentó su ascenso definitivo como estrella hollywoodense.

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En ¿Qué pasó ayer? Bradley Cooper mostró su chapa de leading man y su interpretación calzó perfecto para la comedia irreverente, desenfrenada y muy masculina de Phillips. Fue premiado por su papel en el Hollywood Film Festival y en los MTV Movie Awards.

Su popularidad se construiría con esta trilogía que no perdió impacto en el público con sus siguientes películas aunque sí gracia y chispa.

También sacó a relucir su carisma protagónico en películas dignas de mención como Limitless y The Place Beyond the Pines (este último uno de los mejores de su carrera quizá), pero su verdadera consagración como actor sería de la mano de ese director acostumbrado a hacerle ganar premios a sus intérpretes: David O. Russell.

Silver Linings Playbook fue su ingreso en el terreno serio y prestigioso de las películas dignas de atención y halagos en los Premios Oscar y en ella interpretó nada menos que a un hombre con trastorno bipolar. Uno sabe que se ha consagrado como actor cuando le toca un papel con algún trastorno mental en una película seria.

Bradley Cooper dudó cuando David O. Russell le ofreció este papel, y creyó que tal vez no era lo suficientemente bueno como para interpretarlo debidamente. Lo terminó por convencer la enorme confianza que el director depositó en él.

Russell explicó que había considerado a Cooper perfecto para este rol tras verlo en Los rompebodas, donde aparecía como alguien impredecible y «con una energía de buen chico malo», pero que además lo creía capaz de darle emoción y vulnerabilidad al papel.

Bradley Cooper fue nominado al Oscar, al Globo de Oro y a los SAG (sindicato de actores) por Silver Linings Playbook.

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Luego volvería a colaborar con David O. Russell en American Hustle, para su segunda nominación al Oscar, al Globo de Oro y al SAG.

Al mismo tiempo diversificó su presencia en blockbusters: ingresó al MCU mediante Guardianes de la galaxia con un rol de voz, protagonizó American Sniper y las desastrosas Aloha y Burnt, hasta que finalmente decidió pasarse al otro lado de la cámara.

Nace un director estrella

Hacía mucho tiempo que en los pasillos de Warner Bros. se estaba cocinando una nueva versión de la clásica fábula que Hollywood viene haciendo periódicamente desde hace más de ocho décadas.

Clint Eastwood iba a ser el encargado de filmarla, con Beyoncé en el rol principal, y Bradley Cooper se involucró en la producción mientras filmaba, con Eastwood, American Sniper.

Beyoncé abandonó la película y después también Clint Eastwood, así que Bradley Cooper finalmente vio la oportunidad de cumplir su sueño de ser director, uno que, dice, tenía desde antes de querer ser actor.

Quizá porque la historia lo tocaba personalmente: como su protagonista de Nace una estrella, el rockstar Jackson Maine, Cooper también había luchado contra el alcohol, las drogas y la depresión.

Cuando vio a Lady Gaga cantando en vivo el clásico de Edith Piaf “La Vie en Rose” quedó fascinado, y se convenció de que ella tenía que ser la protagonista. También convenció a Warner Bros. y a la mismísima Lady Gaga.

Esa escena en la que Cooper queda cautivado por Lady Gaga en el escenario, fue en cierto modo recreada en la película.

Lady Gaga, que odiaba ver películas en las que claramente se notaba que no era el actor el que estaba cantando sino que hacía un playback, lo convenció a él de que aprendiera a cantar.

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Cosa que hizo. Aprendió a cantar, a tocar la guitarra, estudió de cerca la vida de estrellas de rock como Eddie Vedder y robó 10 minutos de un concierto country para subir al escenario frente a la multitud y grabar la escena de apertura de la película.

Nace una estrella se convirtió en uno de los éxitos más aclamados del año.

La crítica elogió las actuaciones de Bradley Cooper y Lady Gaga (y Sam Elliott), la química entre los protagonistas, la dirección de Cooper, el guion, la música, la fotografía.

Fue elegida como una de las mejores 10 películas del año por la National Board of Review y por el American Film Institute.

En los Premios Oscar 2019 promete ser una de las protagonistas.

Está nominada en todas las categorías principales: Mejor película, actor, actriz, actor de reparto, guion adaptado, fotografía, sonido y, obviamente, mejor canción original.

“Shallow”, la canción a dúo que interpretan en la mejor escena de la película, ya ganó el Globo de Oro como mejor canción original, ingresó en los charts de éxitos en decenas de países y fue nominada a cuatro Grammys, donde se llevó el premio a la mejor interpretación de pop de dúo/grupo y mejor canción escrita para una película.

Logros que no están nada mal para un galán de Hollywood.

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