¿Se usa un vino distinto al de la comida para el postre?

Elegir un buen vino para una cena es algo que resulta fundamental a la hora de dar en el clavo con nuestra celebración. Sin importar que ésta sea en casa, en un local o restaurante, lo cierto es que lo más habitual es que desde el principio al fin de la comida utilicemos el vino que hemos elegido al principio de todo. Sin embargo, lo correcto es cambiarlo en el postre, aunque casi nunca se haga.

PUBLICIDAD

Una tradición un poco complicada

El problema de tener que seleccionar un vino que combine con el postre es acertar con los ingredientes y los sabores de uno y de otro. De hecho, hay que ser un verdadero experto para lograr que ambas cosas casen. Es por ello que la mayoría preferimos quedarnos con el vino del plato principal, al menos, se justifica que se mantiene la dinámica de la mesa.

Otra de las opciones para acertar siempre es sin duda pasar a ofrecer con el postre un vino dulce. Es la más fácil elección si pretendemos cambiar la bebida y no confundirnos con la mezcla de sabores que supone algo como el postre con una bebida como el vino. Aunque en nuestro blog te hemos dado algunas ideas sobre vino y chocolate que quizás en este caso quieras aplicar.

Imagen Thinkstock

Vinos comunes en la gastronomía de fusión

Sin embargo, lo de romper normas de siempre y probar nuevas combinaciones está en pleno auge en el mundo de la gastronomía. Por ello, resulta habitual en este caso encontrarnos con restaurantes que se atreven a mezclar un vino que siempre hemos visto en los primeros platos en el postre, y que es distinto al que nos han ofrecido anteriormente.

Puede que en un principio nos parezca raro, pero sin duda muchas de las combinaciones logran hacernos ver al vino desde otra perspectiva, y sobre todo nos ayudan a disfrutar del postre que tenemos en la mesa desde otro punto de vista. Así que si eres creativa, quizás vaya siendo hora de cambiar esquema, y de pensar que el vino y el postre dulce también pueden combinar a la perfección.

PUBLICIDAD