Son las 11 de la noche del martes y acabo de salir de clases. Es una noche fría y lluviosa en un barrio donde somos pocos los que seguimos circulando. Salí unos minutos antes de la universidad para poder tomar el ómnibus que me lleva a casa.
Gracias a la lluvia, un amigo también decidió tomarse este mismo medio de transporte junto a mí. Antes de bajarnos en su destino le pido que me acompañe hasta la otra parada y que se quede junto a mí hasta que pase mi otro ómnibus. Entonces me pregunto...
¿Por qué lo hice?

¿Qué me puede pasar si mi ómnibus demora en llegar a la parada donde estoy? Solo existe una línea que me sirve para llegar a casa y si lo llego a perder por un minuto, este demorará al menos media hora más en volver a pasar. Para entonces, la parada estará desolada...
¿Qué me genera tanto miedo?

¿Será la oscuridad como cuando éramos pequeños? Recuerdo que creía que apagar la luz creaba las condiciones ideales para que algún monstruo saliera de mi armario. Pero no. No es la oscuridad de la calle.
¿Quizás sea la soledad del lugar? Entonces, entendí: era el hecho de ser mujer lo que me generaba, y sigue generando, ese miedo atroz de permanecer sola a tan altas horas de la noche. No es para menos: día a día mujeres y niñas mueren por ser las más vulnerables.
¿Cómo hacer para vencer mi miedo?
Solo podré vencer mi miedo cuando los feminicidios comiencen a desaparecer y el respeto por los derechos de las mujeres sea real. Y con esto no solo me refiero a ganar el mismo dinero que un hombre que hace la misma tarea que yo: va más allá de eso. Estoy hablando del derecho a ser libres, derecho a vestirnos como queramos, derecho a andar solas por un parque a la noche sin que nada malo nos suceda... Estoy hablando del derecho a vivir.
¡Está en nuestras manos revertir la situación!
Debemos unirnos y mostrar nuestra fortaleza. En distintas partes del mundo se están realizando marchas multitudinarias en repudio a los feminicidios que lamentablemente son cada vez más comunes en nuestra sociedad.
Es hora de ponerles fin a estos hechos repudiables que no es solo un tema de mujeres: es de todos los seres humanos. La transformación solo llegará cuando hombres y mujeres, a la par, estemos mirando en la misma dirección. Hoy puede ser una desconocida, mañana una amiga o quizás tú.
Digamos basta al miedo y a la incertidumbre de salir de casa y no saber si regresaremos a ella. Yo marcho hoy para que nadie más tenga que marchar por mí mañana. #NiUnaMenos.