Las cefaleas ― dolores de cabeza, como se les conoce popularmente― son un malestar muy común. Las más frecuentes son las tensionales y se caracterizan, como lamentablemente sabemos, por dolores punzantes u opresiones en la cabeza. A veces se acompañan de otros síntomas como náuseas o irritabilidad a la luz. Se cree que estos eventos no sólo empeoran durante el verano, sino que son más comunes entre las personas.
Veamos las razones de esta tendencia:
• Durante el verano aumenta la deshidratación del cuerpo, que es la causa número uno de las cefaleas. Beber agua y líquidos en grandes cantidades sería la manera ideal de evitar dicha dolencia.
• El calor del sol incide directamente sobre las personas, lo cual provoca dilatación de las arterias y por supuesto aumento de la presión.
• Dormir es la actividad reparadora del cuerpo humano por excelencia. En las vacaciones solemos saltarnos los horarios del sueño. El cansancio del sistema nervioso se refleja en dolores de cabeza frecuentes.
• La mayoría de los alimentos que ingerimos en verano pertenecen a lo que llamamos comida chatarra. Estos productos contienen grandes cantidades de elementos tóxicos que disparan respuestas insanas como las cefaleas. Pongamos por ejemplo, los perros calientes con contenidos altos de nitrógeno, el chocolate, las comidas refritas. Por otro lado, las bebidas alcohólicas inciden directamente sobre el sistema nervioso.
• En esta etapa del año son frecuentes los cambios en la presión del aire. Se producen muchas tormentas y otros fenómenos climatológicos que varían las condiciones atmosféricas, ejerciendo una influencia sobre la presión sanguínea.
• Otra razón importante es que, al hacer actividades mucho más dinámicas que las usuales, el organismo se somete a agotamientos extremos para los que no se encuentra preparado.