Por Marco Hernández
El Oscar y la polémica de fondo: ¿retroceso racista, racismo inverso o miedo a Netflix?
La ausencia de un candidato afroamericano al Oscar levanta suspicacias no solamente raciales.

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Dos años han sido suficientes para que la comunidad afroamericana en la industria del cine pase de la celebración por el triunfo de 12 Years a Slave a la protesta por un #OscarSoWhite.
La noche del 3 de marzo de 2014, un auditorio eufórico, aplaudiendo de pie el premio a Lupita Nyong’o como mejor actriz de reparto, anunciaba una noche de reivindicación que culminó con el Oscar a mejor película para 12 Years a Slave.

Algo similar había sucedido en 2002. En la edición 74 de los Oscar, Denzel Washington recibió el premio a mejor actor por Training Day; Halle Berry se llevó la estatuilla a mejor actuación femenina, por Monster’s Ball, y Sidney Poitier, el primer actor afroamericano en recibir un Oscar (en 1963), recibió un premio honorario “por sus actuaciones extraordinarias, por su presencia única en la pantalla, y por representar a la industria con dignidad, estilo e inteligencia”.

Nada, en los 12 años que transcurrieron entre esos dos momentos estelares para los afroamericanos en la entrega de los Oscar, anunciaba la crisis que desató, este 2016, dos años consecutivos sin presencia de esa comunidad en las nominaciones a mejor actuación protagónica y de reparto.
Los triunfos de Morgan Freeman por Million Dollar Baby (2005) y Mo’Nique por Precious (2010) habían sido solo los reconocimientos más celebrados en un listado creciente de nominaciones y triunfos para la comunidad de actores negros en Hollywood.

Quizá por eso, a Charlotte Rampling le resultó fácil declarar ante los micrófonos de la estación francesa Europe 1 que las protestas del movimiento #OscarSoWhite le parecían una muestra de “racismo contra los blancos”.
Nominada este año a mejor actuación por su papel en 45 Years, Rampling se retractaría un par de días después y celebraría las medidas anunciadas por la Academia para promover la diversidad entre sus agremiados, pero incluso entonces insistió en su argumento de fondo: “yo solo quería decir que en un mundo ideal cada actuación debería tener las mismas posibilidades de nominación”.
El británico Michael Caine expresó un punto de vista similar durante una entrevista radiofónica en BBC Radio 4. “No puedes votar por un actor porque sea negro”, dijo; e incluso recomendó paciencia a quienes se sintieran frustados por no haber sido nominados, aunque reconoció que le extrañaba que la actuación de Idris Elba en Beasts of No Nation no le hubiera merecido estar entre los finalistas a mejor actor de reparto.

Caine no fue más allá, pero para algunos analistas la ausencia de Elba, y en general de Beasts of No Nation, en las nominaciones al Oscar podría tener una explicación distinta a la racial.
Producida por Netflix pero estrenada en unas cuantas salas tradicionales, como estrategia para poder ser candidata a los Oscar (una película estrenada en televisión no puede recibir el premio), Beasts of No Nation pudo haber sido excluida por los miembros de la Academia por representar la punta de lanza de una manera de producir y distribuir películas (ya no solo documentales y series), que pone en riesgo la manera tradicional en que hace negocios la industria fílmica de Hollywood.
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