El tomate o jitomate sin duda es uno de los elementos más populares de la gastronomía a nivel mundial, una orgullosa exportación que hicimos de Latinoamérica al resto del mundo, tras la conquista española.
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Fue justamente Hernán Cortés quien introdujo el tomate a Europa en el siglo XVI donde, curiosamente, primero se le vio como una planta de adorno y ni se les ocurrió comer la fruta porque pensaban que era 'tóxica'.
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Y es que las hojas de la tomatera despedían un fuerte olor y descubrieron que en realidad sí llegaban a ser tóxicas en altos niveles, pero poco a poco, a través de los siglos, se fueron animando a probar el tomate y a introducirlo en su gastronomía.
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En realidad el tomate es una fuente bastante valiosa de minerales y vitaminas, particularmente la A y la C. Fuera de la comida, tiene importantes beneficios para neustra salud, pues tiene propiedades desinfectantes y antiescorbúticas, entre muchas otras.
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La planta del tomate pertenece a la familia de las llamadas 'solanáceas', entre las que se incluyen también la papa, el camote, la berenjena y el pimiento, pero lo interesantes es que en sus hojas y en algún grado el fruto, tienen pequeñitas cantidades de alcaloides tóxicos que tienden a desaparecer cuando ya están maduros.
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Uno de estos alcaloides, la alfa-tomatina, puede explicar en parte las propiedades anticancerígenas que se le atribuyen al consumo de tomate.
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Entre sus múltiples beneficios, el tomate aumenta nuestra resistencia a infecciones, pues refuerza el sistema inmunológico. Combate el estreñimiento, mejora nuestra visión, ayuda a bajar el colesterol y tiene propiedades diuréticas que contribuyen a bajar la presión arterial y la gota.
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Ahora, lo interesante viene en el aspecto sexual, algo que contribuyó a que en Europa la llamasen la "manzana del amor". El tomate contiene un elevado contenido de betacaroteno, que el organismo transforma en vitamina A. Esta vitamina tiene un papel importantísimo en la producción de testosterona.
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El tomate está lleno de antioxidantes que influyen muy bien en la fertilidad masculina porque estimula las hormonas del hombre. En la historia, cuando pensaban que todavía era una planta tóxica, pocos se animaron a probar la fruta, pues creían que era algo venenosa, como ya habíamos mencionado...
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Pero entre quienes se atrevían a comerlo eran gente de escasos recursos como comerciantes, vendedores, marinos y demás, quienes tras comerse un tomate crudo, descubrieron sus cualidades como un interesante vigorizante sexual, que les aumentaba el deseo del placer.
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Como podrás imaginarte, entonces su consumo se fue popularizando y comenzó la creencia de que era muy buena para la vida sexual de una pareja, y de ahí nació la historia de que el tomate es un afrodisíaco.
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Desde entonces, se recomienda su consumo en hombres que tienen baja libido o con algún tipo de debilidad sexual, pues sus vitaminas y minerales contribuyen al desarrollo de la testosterona y por ende, aumenta supuestamente la virilidad.
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Más allá de esta creencia, en realidad el tomate sí es una maravilla para la salud con tanto contenido nutritivo. Una más que hay que mencionar es su pigmento llamado licopeno, que tiene efectos antioxidantes y que le da su atractivo color rojo.
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Las personas que consumen más licopeno son más propensas a estar protegidas contra enfermedades cardiovasculares, y reducen el riesgo de contraer diabetes o padecer alzheimer y otros trastornos asociados al envejecimiento prematuro.
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Quizá por su estímulo a la testosterona es que el tomate es incluido entonces como ingrediente en algunos rituales de amor, ya sea para intensificar la pasión en una relación o para potenciar la virilidad en un hombre.
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Su uso puede ser tan sencillo como de incluirlo en tu ritual de amor junto a otros ingredientes, como simplemente consumirlo para que potencie el romance y la sexualidad en tu relación.