Desde los tiempos más antiguos, la Iglesia católica celebra la solemnidad de los grandes apóstoles San Pedro y San Pablo como una única fiesta en el mismo día, el 29 de junio. ¿Por qué juntos?
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La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo, y es que son las dos columnas de la fe cristiana. Dieron su vida por Jesús y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo.
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"Juntos representan todo el Evangelio de Cristo", detalló el Papa Benedicto durante su homilía para conmemorarlos en 2012. El Santo Padre los llamó los "patrones principales de la Iglesia de Roma"
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El Papa Francisco, refiriéndose a ellos durante la Solemnidad de San Pedro y San Pablo en 2015, dijo a la gente que ellos "son nuestros compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestra guía en el camino de la fe y de la santidad. Ellos nos empujan hacia Jesús, para hacer todo aquello que Él nos pide".
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Por una parte, Pedro es el hombre elegido por Cristo para ser "la roca" de la Iglesia: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". (Mt 16,16).
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Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llamado Pedro.
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Era pescador de oficio y Jesús lo llamó a ser pescador de hombres, para darles a conocer el amor de Dios y el mensaje de salvación. Él aceptó y dejó su barca, sus redes y su casa para seguir a Jesús.
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Pedro negó a Jesús tres veces, por miedo a los judíos y después se arrepintió de hacerlo. Fue testigo de la Resurrección de Jesús. Él, tras resucitar, le preguntó tres veces si lo amaba y las tres veces respondió que sí. Entonces, Jesús le confirmó su misión como jefe Supremo de la Iglesia.
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El nombre hebreo de Pablo era Saulo. Era judío de raza, griego de educación y ciudadano romano. Era enemigo de la nueva religión cristiana; estaba convencido y comprometido con su fe judía, por lo que la defendía a toda costa. Consideraba a los cristianos como una amenaza para su religión y creía que se debía acabar con ellos a cualquier costo.
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Después de que se le apareciera Jesús y le cuestionara, Pablo se convirtió y fue el más grande apóstol que la Iglesia ha tenido. Fue llamado el "apóstol de los gentiles" ya que llevó el Evangelio a todos los hombres, no sólo al pueblo judío.
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San Pedro pasó sus últimos años en Roma liderando a la Iglesia durante la persecución y hasta su martirio alrededor del año 64. Fue crucificado cabeza abajo a petición propia, por no considerarse digno de morir como su Señor. Fue enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.
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Al igual que Pedro, Pablo fue martirizado en Roma, presuntamente bajo las órdenes de Nerón. Le cortaron la cabeza con una espada pues, como era ciudadano romano, no podían condenarlo a morir en una cruz, ya que era una muerte reservada para los esclavos.
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Los cadáveres de San Pedro y San Pablo estuvieron sepultados juntos por unas décadas, después se les devolvieron a sus sepulturas originales. El 29 de junio se celebra su triunfo religioso, honrando con veneración, misas y festejos sus martirios.
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Varios países realizan misas y festejos en honor de los apóstoles. Inclusive hay algunos lugares que celebran con rituales, como prender una hoguera, en donde queman un "muñeco", una figura humana hecha al modo de los espantapájaros, que es incendiado como expiación colectiva, o para rendir homenaje a los mártires inocentes.
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En países como Argentina, la tradición añade a varios muchachos disfrazados que portan antorchas encendidas, rodean la pira y la encienden por todos sus costados. Después sigue la fiesta familiar, encendiendo cohetes y asando comida en el fuego.
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En varias regiones de México también, además de las misas en honor a San Pedro y San Pablo, hay desfiles por las calles de las ciudades, donde pasean a los santos, la gente se disfraza, baila y hasta hay carrozas alegóricas.
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¿Qué nos enseña la vida de Pedro? Que, a pesar de la debilidad humana, Dios nos ama y nos llama a la santidad. A pesar de todos los defectos que tenía, Pedro logró cumplir con su misión y fue un buen cristiano. Cada quien, de acuerdo a su estado de vida, debe trabajar y pedirle a Dios que le ayude a alcanzar el buen camino.
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