Huracanes, terremotos y otros desastres naturales que los antiguos auguraban con los eclipses
Los recientes sismos y tormentas tropicales han revivido las teorías fatalistas que las antiguas civilizaciones atribuían a los eclipses, como el ocurrido el 21 de agosto de 2017.
El magno eclipse solar del pasado 21 de agosto de 2017 dejó sorprendido a medio planeta, que siguió su recorrido con mucho interés, fascinación y dedicación. De por sí, presenciar uno es atractivo para la humanidad. Este lo sería aún más por ser el último que veríamos durante este año.
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Millones de personas presenciaron por todo Estados Unidos, desde las costas de Oregon hasta Carolina del Sur, cómo se dio este fenómeno astrológico, que además tuvo la característica de ser el primer eclipse en atravesar todo el territorio estadounidense en casi 100 años.
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Pero desde tiempos ancestrales, como en culturas prehispánicas y, antes de que se conocieran las auténticas razones científicas detrás de un eclipse, había quienes pensaban que estos fenómenos eran señales de mal augurio; amenazas de destrucción y caos por toda la Tierra.
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Y, coincidentalmente, desde entonces y a menos de un mes del eclipse de sol, hemos sufrido ya muchísimos desastres naturales de tremenda magnitud que han dejado a mucha gente pensando sobre si existe alguna relación entre ellos. ¿Por qué han pasado tantas cosas malas en tan pocos días?
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Tan solo unos cuantos días después del eclipse solar, el huracán Harvey entró a Texas el 25 de agosto como el huracán más fuerte y con más daños materiales que haya tocado el estado, causando tremendas inundaciones y devastación en ciudades enteras como Houston y Galveston. No en vano, tormenta viene del latín tormênta y significa “tormento”, mientras que temporal viene del francés antiguo
tormente y quiere decir
“desgracia”.
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El gobernador de Texas Rick Abbott declaró estado de emergencia para docenas de condados y millones de personas tuvieron que evacuar sus hogares, refugiándose en albergues por todo el estado.
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Para cuando Harvey se degradó a tormenta tropical adentrándose en Texas los últimos días de agosto, los daños por docenas de ciudades y condados ya eran asombrosos. Hasta el momento se calcula que fallecieron 60 personas y las pérdidas son superiores a los 40,000 millones de dólares.
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Ni dos semanas pasaron para que continuaran los fenómenos devastadores. Por primera vez en la historia, tres fuertes huracanes se formaron en el Atlántico al mismo tiempo: Irma, José y Katia. Irma resultó el más destructor, llegando a ser categoría 5, primero acabando con el 95% de Antigua y Barbuda, antes de pasar por Puerto Rico y Cuba.
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Con vientos de casi 200 millas por hora, el huracán Irma inundó Cuba el 9 de septiembre, dejando a miles de familias en la calle. Desde Matanzas hasta La Habana, olas de hasta nueve metros de altura borraron el emblemático camellón e inundaron las calles.
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Imágenes como estas de la gente prácticamente con el agua más arriba de la cintura en plena Habana Vieja sorprendieron al mundo entero.
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Una mujer contempla cómo quedaron destruidas la calle y su hogar en La Habana tras el paso de Irma, que dejó al menos 10 muertos en la isla, antes de seguir su camino a Florida, que ya se preparaba desde días atrás ante la incierta trayectoria del huracán.
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Irma provocó la evacuación obligatoria de millones de personas en Florida, y destruyó parte de los Cayos desde que tocó tierra el 10 de septiembre. Avenidas importantes del centro de Miami, como Brickell, quedaron bajo el agua, con ráfagas de viento de más de 100 millas por hora.
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El huracán Katia, por su lado, entró a México por las costas de Veracruz y Tamaulipas. A pesar de haberse degradado a categoría 1, causó inundaciones y destrucción por varias ciudades del país.
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Pero no hay que olvidar la costa oeste de Estados Unidos, donde hemos visto el mayor incendio que ha atacado los bosques de California desde hace ya varias semanas, devastando poblados y ciudades como Burbank.
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También millones de personas por todo California se han visto obligadas a evacuar sus hogares con tal de escapar de las mortales flamas, que han acabado con más de 2,000 hectáreas de terreno.
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A mediados de septiembre se registraban dos docenas de grandes incendios, como los de Helena y La Tuna, cubriendo no solo con llamas, sino cenizas y humo, áreas tan grandes como Sacramento. Más de 10 mil bomberos habían trabajado en el área.
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Y sumamos a la larga lista de desastres el terremoto de magnitud 8.1 que afectó a México y Guatemala, siendo el más potente en 100 años. Sus efectos fueron sentidos en muchos estados, provocando evacuaciones a medianoche hasta en la Ciudad de México.
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Los estados más afectados por el sismo fueron Michoacán y Chiapas. Por citar solo uno, el poblado de Juchitán en Michoacán quedó destruido, con miles de edificios en ruinas. Hasta el momento las autoridades mexicanas confirmaban el deceso de más de 90 personas y aún había desaparecidos.
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Pero, ¿qué pasa con tantos desastres naturales? Sobre todo, tan devastadores y tan constantes. Repetimos que no ha pasado ni un mes desde el eclipse y tantas tragedias han ocurrido. ¿Es por el eclipse solar que tuvimos? ¿Tienen alguna relación?
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Bien dicen por ahí que todo está conectado en el universo y la relación que existe entre la tierra y el sol es esencial para el ser humano. Por ello, incontables civilizaciones antiguas como los mayas o los aztecas le rindieron un culto especial al dios Sol, porque sabían la influencia que tenía en varios aspectos de nuestro día a día. ¿Y esa influencia incluye provocar estos desastres?
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El hecho de que el sol se ocultara, dando lugar a la oscuridad, siempre fue para esas culturas un mal presagio. Un eclipse solar vaticinaba catástrofes naturales como terremotos, inundaciones, tornados, huracanes y maremotos. ¿Es cierto entonces que el culpable es el eclipse solar?
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Tenemos también como teoría el eclipse solar que se vio en China en julio de 2009, el más largo que se ha dado en este siglo. Igualmente millones de personas quedaron cautivados y lo presenciaron en otros lugares como Nepal o Hong Kong.
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Y tan solo días después del paso del eclipse, varios desastres naturales cayeron sobre ellos. Zonas donde pasó la sombra del eclipse fueron azotadas por temblores y tifones, como el ciclón tropical Morakot, que terminó con varios poblados de China y Taiwan.
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Este tifón causó en agosto de 2009 los peores destrozos, deslaves e inundaciones por todo el sudeste de China, como no habían visto en medio siglo, provocando la muerte de más de 500 personas y daños de millones de dólares.
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Una semana después, el 10 de agosto de 2009, un temblor de magnitud 6.4 afectó varias zonas de Japón, causando un centenar de heridos y alrededor de 6,000 edificios con daños. ¿Otra coincidencia?
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Los daños no pararon ahí, ya que menos de dos meses después, la tragedia llegó a India. En octubre de 2009, grandes lluvias causaron devastadoras inundaciones que destrozaron no decenas ni cientos, sino miles de aldeas por todo el país.
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Unos 1,500 poblados fueron total o parcialmente cubiertos por aguas en estas inundaciones, dejando a más de 1.5 millones de personas sin hogar y causando la muerte de al menos 240 individuos.
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Inclusive, hay quienes creen que en la Biblia también hay relatos del efecto devastador de un eclipse, señalando ni más ni menos que el día de la crucifixión de Jesús. En el año 33 se produjo un eclipse de sol que podría coincidir con esta historia, ya que en el evangelio de San Mateo se dice: “Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la región”.
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También en el evangelio de San Lucas se dice que el sol se eclipsó y la oscuridad cubrió la tierra ese día. San Marcos cita que a esa hora fue cuando Jesús exclamó en voz alta, “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Ted S. Warren/AP
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Inclusive con el reciente paso del eclipse solar, hay
quienes vieron una coincidencia en la Biblia. El capítulo 21 del evangelio de San Lucas, en los versículos 25 y 26, se lee:
"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra la angustia se apoderará de la gente, asustados por el bramido del mar y de las olas; los hombres morirán de miedo ante esta conmoción del universo, pues las fuerzas del cielo se estremecerán con violencia".
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Hay relatos en el tiempo que suman leña al fuego, como el astrólogo Geoffrey of Meaux, quien predijo en 1345 un eclipse de más de tres horas que anunciaría una plaga tremenda. Tres años después, la peste negra devastó todo Europa. Con todos estos precedentes, ¿qué se puede suponer de los efectos de un eclipse solar?
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¿Podemos concluir que un eclipse solar es señal, vaticinio o anticipo de desastres naturales por el área que pasa? Fuera de las creencias históricas de viejas civilizaciones y sus augurios de cosas malas, en realidad solamente es cuestión de leyendas y meras coincidencias.
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No hay forma de comprobar de manera científica que un eclipse traiga todos estos desastres naturales después de su paso por la Tierra. A pesar del temor y las creencias religiosas de la gente, no hay forma de demostrar o probar en absoluto que lo sea, así que hay que guardar recelo y estar tranquilos.
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Sobre todo porque cada año, todo el tiempo, hay eclipses, sean de luna o de sol, parciales o totales. Si así fuera, cada vez que pasa uno, nos veríamos inmersos en constantes devastaciones. Lamentablemente, lo que ocurre en estos momentos es motivo de otras cosas, como el calentamiento global, y no de mitos, viejas culturas y hasta religiones.