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El terror detrás del manicomio Bethlehem
El primer hospital psiquiátrico en Europa también es recordado por su crueldad y trato inhumano a sus pacientes.

En nuestra sociedad tenemos personas que lamentablemente tienen enfermedades mentales y necesitan tratamiento, pero por fortuna a través de los años estos métodos han evolucionado y cambiado para bien. Algunas sorprendentes medidas del pasado ya han sido abandonadas y ahora hay hospitales psiquiátricos muy avanzados y modernos.
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Pero había un sanatorio mental tan notorio por el horror que encontrabas en su interior que su propio nombre más tarde era sinónimo para señalar algo "caótico y destructivo". Se trata del Hospital Real de Bethlem, conocido también como St. Mary Bethelehem, el cual vemos en esta imagen histórica.
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Este hospital psiquiátrico cuenta con una célebre historia llena de abusos, humillaciones, depravación y muerte de cientos (si no miles) de personas, y ha inspirado varios relatos de horror a través de los años, como por ejemplo, la cinta 'Bedlam' de 1946, con Boris Karloff, mejor recordado por su rol de Frankenstein.
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El hospital de St. Mary's Bethlehem fue conocido como la primera y más antigua institución en Europa en tratar enfermedades mentales, desde su inauguración en 1247. No obstante, también es la evidencia del terrible trato humano y de las torturas de doctores, clérigos y políticos que no tenían idea sobre cómo tratar a gente con problemas mentales que hoy en día consideraríamos menores.
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En sus inicios, a finales del siglo XIII, el hospital St. Mary de Bethlehem fue construido sobre lo que ahora es la estación de Liverpool Street en el centro de Londres. El lugar era de un sólo piso, compacto, con espacio para una docena de habitaciones para enfermos, aunque se fue expandiendo durante las siguientes décadas.
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Fundada por el cardenal italiano, Goffredo de Prefetti, el hospital al principio trataba leprosos y otros enfermos graves, pero pronto los sacerdotes encargados trataban a gente sin hogar y, poco a poco, gente considerada "enfermos mentales". En aquel entonces no había realmente alguna institución donde alguien así podría ser tratado - y encerrado.
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Aunque las intenciones de los religiosos eran puras al inicio, lo que siguió en las décadas inmediatas fue espantoso. De un santuario para los "locos", pronto el lugar se usaba para que gente noble (o quien pudiera pagarles) encerrara ahí a personas con algún "síntoma" de locura, como ansiedad, depresión u otras enfermedades mentales.
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Para el siglo XV, estos pacientes "lunáticos" ya eran la gran mayoría de los internos de Bethlehem, y así, nació el primer manicomio famoso no sólo de Inglaterra, sino quizá del mundo entero. Pero el tratamiento de esta gente era cruel e inhumano, ya que los sometían a experimentos humillantes y sangrientos bajo el escudo de la medicina, algo que era socialmente aceptado en aquel entonces.
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Para 1675, el sanatorio, ya casi en ruinas, tuvo que mudarse de instalaciones, así que de Londres se fueron a Moorfields. En su entrada se instalaron dos estatuas humanas: una llamada 'Melancolía', calmada y serena, y la otra 'Locura', que estaba encadenada y llena de ira. El lugar ya se llamaba comunmente "Bedlam", mientras los tratamientos cada vez eran más siniestros.
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Los pacientes eran golpeados, encadenados en celdas, encerrados por años en lugares oscuros y solitarios, inmersos en agua helada y azotados, por condiciones que iban desde esquizofrenia hasta otras que actualmente ni son consideradas tan graves en comparación, como autismo, ataques de ansiedad o gente con problemas de atención y aprendizaje.
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Uno de los tratamientos más famosos y controversiales de Bedlam era su "terapia de rotación", en la que ponían a un paciente en una silla suspendida del techo y luego la giraban a una velocidad de 100 veces por minuto, provocando vómitos y fuertes dolores. Sorprendentemente, fue una medida inventada por Erasmus Darwin, abuelo de Charles.
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Pero es que los doctores que para entonces estaban a cargo del sanatorio, estaban plenamente convencidos que tales medidas y tratamientos eran lo mejor para los pacientes, ya que por ejemplo, matarlos de hambre y dejarlos solos y encadenados en celdas oscuras les ayudaba a "recuperar el buen sentido".
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Ya en el siglo XVIII, Bedlam ya no era ni un hospital sino más bien como un espectáculo de horror. Tanta era la depravación social que el lugar cobraba dinero a la gente para que entrara a ver a los pacientes encadenados, como un "tour" macabro en donde recorrían los pasillos para burlarse de los internos. Era un "destino turístico" para los nobles de aquel entonces.
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Inclusive, el personal de Bedlam contaba a tal grado con este dinero que se aseguraban de que los "turistas" tuvieran un gran show; sacaban a los pacientes más "locos" y aquellos que no estaban realmente enfermos supuestamente tenían que fingir algún tipo de síntoma o locura para formar parte del "espectáculo".
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Pero tantos tratamientos controversiales evidentemente resultaban en la muerte de muchísimos pacientes - tantos, al grado que ni los enterraban; sus cuerpos terminaban en una inmensa fosa común cuando los familiares ni siquiera se dignaban en ir a buscar los restos de los pacientes.
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Así ha sido este horror con la evidencia encontrada: recientemente, autoridades londinenses reconstruyendo la estación de Liverpool han descubierto estas tumbas gigantescas repletas de cientos y cientos de esqueletos que datan de varios siglos y que quedaron ocultos con el tiempo...
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De Bethelehem a Bedlam, el manicomio también tuvo sus pacientes famosos, como Augustus Pugin, quien diseñó los interiores del Palacio de Westminster. También varios criminales y asesinos, o ladrones célebres como Mary Frith. Inclusive, fue hogar de un giante, Daniel, que medía 2.30 metros y se convirtió en líder religioso de una congregación en el sanatorio.
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El manicomio volvió a cambiar de ubicación un par de veces más, hasta que en 1930 llegó a West Wickham, en donde se encuentra ahora ya bajo un control más estricto y profesional, evidentemente. No obstante, con su macabra historia deja ver un capítulo espantoso e inhumano no sólo en la historia de la medicina sino del mundo entero.
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