Un eclipse, sea de sol o de luna, es un magnífico espectáculo que actualmente podemos disfrutar (con sus debidas precauciones, como no ver al Sol directamente), pero en la antigüedad era motivo no sólo de confusión, sino desesperación y terror puro dentro de varias culturas, quienes no podían entender qué estaba pasando en el cielo.
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Tan sólo imagínate hace cientos de años, sin la certeza científica, lo impresionante que era para la humanidad que el Sol desapareciera de repente. Había pavor al grado que se pensaba que era señal del fin del mundo y miles de personas inclusive se suicidaban.
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No fue sino hasta el período de la Revolución Científica Europea de los siglos XVI y XVII que las explicaciones científicas del movimiento de la Tierra, el sol y la luna empezaron a dar explicaciones auténticas de los eclipses y aliviar un poco estos miedos... al menos entonces en Europa.
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Algunas culturas pensaban que los eclipses solares se debían a animales místicos feroces que devoraban el Sol. Por ejemplo, los vikingos aseguraban ver lobos peleando por adueñarse del Sol en el cielo.
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Los incas, por su parte, parecían creer que un jaguar se había tragado la Luna para provocar un eclipse lunar.
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Para los náhuatls, el eclipse de sol se debía a que los jaguares atravesaban la oscuridad para comerse al sol. En Náhuatl se denomina al eclipse Tonatiuh Cualo, que quiere decir "cuando el sol es comido".
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Si bien los mayas fueron capaces de predecir con exactitud cada eclipse, paradójicamente creían que era la luna quien intentaba devorar al sol, su Dios supremo. Lo interpretaban como símbolo de lucha entre los dos astros y suponían que anunciaba una guerra próxima.
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En China, la tradición rezaba que un eclipse se producía cuando un dragón intentaba devorar la luz del sol para mandar un mensaje a los humanos. Los habitantes respondían con tambores y gritos para asustar a la bestia.
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Por su parte, en Vietnam pensaban que era un sapo el que se comía tanto el Sol como la Luna, generando los dos tipos de eclipses.
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En India y Tailandia, el demonio Rahu se disfrazaba para probar un elixir que podría darle la inmortalidad. Sin embargo, el Sol y la Luna lo descubrieron y se lo contaron al dios Vishnu, que castigó al demonio, cortándole la cabeza. Desde entonces, su cabeza vaga por el cielo, tratando de capturar a los dos astros que le delataron y, cuando logra "comerlos", provoca los eclipses.
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También culturas como los egipcios y los persas aprovechaban los eclipses para que las clases dominantes pudieran imponerse a pueblos enteros que pensaban que el Sol “se había apagado”.
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Los antiguos babilonios también tenían una comprensión de las matemáticas suficientemente avanzada para predecir eclipses, pero todavía los veían como malos presagios para su realeza. Ellos ponían a un plebeyo en el trono durante un eclipse por si algunos "hechos oscuros" caían sobre el rey, fueran sobre el rey falso en lugar del otro.
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Curiosamente, después del eclipse, el monarca impostor era "recompensado" por su servicio siendo asesinado, solo para asegurarse de que cualquier mala vibra ocasionada por el eclipse muriera junto con él.
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Un viejo mito alemán establecía que la Luna, representada como un varón frío y flojo, ignoraba las pasiones del Sol, que es hembra, durante casi todo el día, a excepción de algunos encuentros durante el eclipse, cuando tenían sus románticos encuentros. Sin embargo, volvían a pelearse y por eso el Sol volvía a brillar.
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En África occidental, algunas culturas también le daban al eclipse connotaciones sexuales. El eclipse solar era visto como una cita furtiva y ocasional entre ellos, pero con el Sol masculino y la Luna femenina, que apagan las luces momentáneamente "por pudor".
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Algunas culturas de aborígenes australianos supuestamente creían que el eclipse era causado por otra tribu que habitaba en la propia Luna. Era un pueblo que estaba enfermo y enojado con la Tierra, y por eso desataba su mal humor en los aborígenes australianos durante el eclipse.
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Un curioso relato de un eclipse fue en 1560, cuando uno causó pánico entre un pueblo francés. Como estaban ligados al fin del mundo, la gente decidió ir a la iglesia para confesar sus pecados. Fue tanta la gente que hubo tumultos y se peleaban por llegar primero con los sacerdotes. Desesperado, el cura hizo un importante anuncio a la comunidad: "Se ha tomado la decisión de posponer el eclipse dos semanas". ¡Qué tal!
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Por supuesto, ahora ya la humanidad sabe tanto de estos fenómenos, que todos estos viejos mitos y creencias son cosas del pasado. Imagínate si hubieran anunciado el fin del mundo... ¡hace tanto tiempo que se hubiera acabado!