¿La literatura juvenil ha llegado a su fin?

Hace un tiempo que ya es oficial: no más Divergente. Al menos no en la gran pantalla. En 2016 Lionsgate canceló Ascendente, la adaptación de la parte final de la saga posapocalíptica Divergente, escrita por Veronica Roth. Por lo menos para el cine, pues se habla de una película o una serie para la televisión que no tiene nada contentos al elenco y al equipo técnico.

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Leal, la última película estrenada de la saga tuvo una recaudación de 179 millones de dólares, una pérdida para su productora que invirtió un presupuesto de 110 millones de dólares y que esperaba una recaudación caudalosa, como los más de 652 millones de dólares obtenidos en la última entrega de The Hunger Games.

La caída de Beatrice “Tris” Prior y su universo distópico y futurista ha llevado a los críticos a considerar que estamos presenciando la muerte de las adaptaciones de literatura juvenil a un cine plagado de remakes, reboots y superhéroes. Y no fue la única. Ni Chloe Grace Moretz pudo salvar la adaptación de The 5th Wave. Pero ¿significa esto el fin del género para las editoriales?

La hermana fea

La literatura juvenil siempre ha gozado de la crítica negativa de los expertos en la materia, pero también un respiro para quienes trabajan en el fomento de la lectura.

Este género va dirigido a jóvenes de 12 a 17 años y contiene tramas enmascaradas que muestran el proceso de madurez, además de un lenguaje más informal. La estrategia es lograr que los lectores se identifiquen.

La sorpresa es que la mayoría de quienes leen estos libros no están en edad adolescente, sino que entra en un nicho de 18 a 35 años. He allí que haya nacido el término “adulto joven” en una manera de justificar que una persona mayor pueda leer las aventuras de Katniss Everdeen sin sentirse inmaduro.

Y hay historias variopintas, como lo indica AeraLibros: desde libros enmarcados en la literatura fantástica ( Harry Potter, Percy Jackson, Cazadores de Sombra), la vida escolar ( Pretty Little Liars), mundos apocalípticos ( Divergente, The Hunger Games) y los vampiros ( Crepúsculo, Crónicas Vampíricas, Vampire Academy).

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El problema es que los analistas señalan que las historias son escritas con desparpajo y los libros carecen de la profundidad literaria que puedes encontrar en una obra de Saramago. Quienes defienden estas lecturas se apoyan en un fundamento: al menos se lee algo.

Sí al realismo

Imagen EPK

Con la taquilla de la saga de Harry Potter, The Hunger Games y la saga de Twilight, las productoras se apuraron en adquirir los derechos de cuanta saga literaria juvenil pululara en las estanterías y fuera lo suficientemente famosa como para asegurar taquilla. Por ejemplo, en 2011 se compraron los derechos de Daugther of Smoke and Bone de Zwischen Den Welten, pero la película parece estar dando vueltas.

Sin embargo, libros para jóvenes como If a Stay (Gayle Forman) y Bajo la Misma Estrella (John Green) han sido adaptados a la pantalla grande con buena recaudación taquillera. De hecho, la última película mencionada centrada en dos jóvenes con cáncer que se enamoran solo contó con un presupuesto de 12 millones y recaudó un total de 300 millones en todo el mundo. Luego de su estreno, no había quién no te la recomendara dándote una caja de pañuelos.

Parece ser entonces que la tendencia de la audiencia es respirar de los hombres de antifaz y superpoderes con historias menos fantasiosas. Una muestra de ello es cómo Hollywood no dudó en comprar los derechos de Ciudades de Papel, otra novela juvenil realista escrita por el autor de Bajo la Misma Estrella y que logró un éxito moderado.

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¿Y los libros?

Imagen Getty Images

Los lectores son una jungla completamente diferente, pues han disfrutado de la literatura juvenil desde antes de la aparición de J. K. Rowling y lo seguirán haciendo, aunque Hollywood no vuelva a engancharse en su juego.

Prueba de ello es que sean los mismos lectores los principales críticos de las adaptaciones, por los cambios y la forma en cómo se condensa la historia y se dan menos detalles y hay menos profundidad.

Son terrenos tan distintos que no importa que las adaptaciones de Cazadores de Sombras y Hermosas Criaturas hayan naufragado; hay una legión de fans de los libros que aman las historias y las hicieron parte de su vida.

Eso solo demuestra que el buen lector devora una buena historia, venga en una saga, sea parte de un universo paralelo o esté plagada de vampiros.

¿Entonces? ¿Se acabaron las sagas y los niños magos? J. K. Rowling publicó en 2016 una muy criticada, pero bien recibida en términos económicos, secuela de Harry Potter, centrándose esta vez en Albus Severus Potter, el hijo del “niño que vivió”. Por otro lado, los fanáticos de Canción de Hielo y Fuego ruegan a George  R. R. Martin que escriba más rápido y termine un nuevo libro sobre el Trono de Hierro, que si bien no es una historia juvenil, sí que forma parte de una saga.

Los libros seguirán llegando, siempre y cuando haya ingenio para venderlos. Quizá disminuyan las historias, pero nunca acabarán. Después de todo, hay lectores para todo y libros para todos los gustos.

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Y tú ¿qué piensas? ¿Lees este tipo de literatura?