¿De verdad los malos gráficos hacen un mal juego?

Seguramente como todo gamer, has estado involucrado en esa típica discusión sobre si los gráficos son importantes en un juego. Bueno, sin duda lo son, y también estamos seguros que unos malos gráficos pueden arruinar un buen juego. Sin embargo, antes de empezar este artículo debemos aclarar a qué llamamos "malos gráficos".

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Si tienes menos de 18 años, es muy probable que estés casi acostumbrado a los juegos de las últimas generaciones, donde el detalle es casi fotográfico, y donde se ha instalado la cultura del realismo. Seguro eres de esos que espera el último juego, para jugarlo en una pantalla LED, de no menos de 30 pulgadas, y tal vez hasta con gafas 3D.

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Sin embargo, sobran ejemplos de juegos que si bien son acompañados de buenos gráficos (que obviamente no son un rubro a descuidar), han pasado a la historia por brindarnos una jugabilidad única, basada en el ingenio argumental.

Imitando la realidad, un minijuego dentro del juego

Repitiendo casi textualmente lo dicho en el párrafo anterior, los gráficos son simplemente un rubro más... Que debe ser tratado con seriedad tanto como la banda sonora, la respuesta del joystick, o el guión del juego. Pero distan mucho de ser lo más importante en una aventura virtual.

Por ejemplo, tomemos el caso del famoso FIFA de EA Sports. Año a año nos ofrecen el mismo juego de fútbol, un deporte que no cambia las reglas desde hace años... Pero que en dos décadas ha mostrado cómo se puede pasar del "genérico" FIFA 95, al hiperrealista FIFA 15. Pero detengámonos en el motivo que nos lleva a comprar o no el nuevo juego: las actualizaciones de plantillas, y "las caras" de los jugadores.

Porque claro, seguro nos quejaríamos si Messi fuera moreno y alto, o si Cristiano Ronaldo figurara en la selección de Italia. Casi tanto como nos molestaría que Neymar fuese calvo, o que la pelota pareciese más pesada. Sin embargo, el juego sería igual de disfrutable si todos los jugadores tuviesen el mismo rostro, o si el player 1 siempre jugara con ropa de color azul, mientras el player 2 viste de naranja.

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Los "buenos malos gráficos", la cultura del pixel-art

La definición de "buenos o malos gráficos" suele estar asociada a la potencia total de cada consola. Es decir, nadie se quejaría si un Megadrive no pudiera reproducir gráficos como lo hace un Xbox One o una PlayStation 4.

Más allá de eso, lo que perduró en el tiempo fue lo jugable. Esa experiencia que hace que incluso al día de hoy, se sigan haciendo versiones porteadas o re-makes de los grandes clásicos que nunca mueren. Porque por más "adornos" y colorido que le pongamos, Pacman seguirá siendo Pacman, Tetris seguirá siendo Tetris, y el Snake seguirá siendo el Snake. Obviamente, la parte gráfica también perdura, pero de una manera distinta, en constante cambio.

En los años '90 varios juegos se abrieron camino por su jugabilidad, pero también muchos otros nos hicieron un gran llamado de atención por sus gráficos de vanguardia. Incluso algunos lograron emular bastante bien el falso 3D, a pesar del limitante que suponían los 16 bits.

Era digno de admiración el ver cómo con simples "cuadraditos de colores", los diseñadores lograban reproducir entornos entendibles, incluso a veces logrando al detalle (bueno, dentro de lo posible) imágenes reales, como la foto de una persona o un paisaje.

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Fue ahí donde se inició la cultura del pixel-art, una forma de diseño gráfico que se basa en dibujar no con polígonos, sino con píxeles. Una gran puerta a un mundo nuevo, donde los desarrolladores buscarían representar cada vez imágenes más complejas, sin necesitar un nuevo motor gráfico. Abriendo también el camino para grandes sagas, que hoy en día son lo que son gracias a que supieron conjugar ambas partes: una gran jugabilidad, con un hermoso apartado visual.

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Volviendo a las raíces

Desde hace unos años, cierta porción de los desarrolladores indie han venido forjando un culto hacia el retro-gaming, creando verdaderas obras de arte interactivas. Que aunque estén pensadas para correr en la nueva generación, mantienen ese espíritu noventoso que apela a la nostalgia tanto de los jugadores que estamos en los veintitantos, como de los propios creadores.

Es así como han ganado su fama títulos como Spelunky, Fez, Shovel Knight o el aclamado Minecraft. Los cuales han pasado de ser un experimento de laboratorio, a grandes fenómenos del mercado. Incluso varios de ellos nacen y mueren como el sueño de sus desarrolladores; tal es el caso de Phil Fish, creador de Fez, quien vio su proyecto como el motivo que daba sentido a su vida (a propósito de esto, recomendamos el documental Indie Game: The Movie).

Todos estos ejemplos son clara muestra que los gráficos son importantísimos en un juego, ya que son nuestra primer impresión. Sin embargo, son tomados desde una perspectiva distinta por éstos creadores, entendiendo el videojuego como parte de una gran obra, donde cada área debe destacar. Lejos del concepto de "vender, vender y vender" que tienen otras empresas mucho más grandes, donde lo que entra por los ojos no siempre se ve sustentado en horas de juego.

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Por suerte cada vez más desarrolladores lo entienden así, y nos dan a nosotros, los consumidores, un producto más acabado en todo aspecto. Dejando el típico debate para nosotros, los gamers, porque aunque "para gustos, colores", siempre podemos argumentar nuestra más caprichosa posición.

Y tú, ¿qué importancia das a los gráficos en un videojuego? ¿Realmente necesitas sentir que se aprovecha al máximo el apartado gráfico, para poder catalogar un "gran juego"?