Cuando tu profesora te da la tarea de hacer memes de 100 años de soledad

Estás en tus últimos años de secundaria y te mandan explorar la mítica Macondo: Cien años de soledad se hace más corto de lo que es con todo lo que les pasa a los Buendía. ¿Quién no se llama Aureliano? ¿Quién se enamora de quién a medida que pasan las décadas? y enseguida entiendes qué la hace una favorita del público, y una de las más aclamadas obras de la literatura latinoamericana y universal (de la que se han vendido más de 30 millones de ejemplares).

Pero tú estás en secundaria y se vienen las evaluaciones: boom latinoamericano es lo que te hace el cerebro, realismo mágico parece un chiste del destino (todo es el destino y la inevitabilidad cuando eres adolescente): tienes que aprobar y para eso, demostrar.

Historia de las historias: Los 15 libros más destacados en la historia de la literatura

ENTRAN LOS MEMES

16 memes que fueron hechos por alumnas de la profesora chilena Jacqueline Bustamante Reumante como tercera parte de una evaluación (además de un cuestionario y un trabajo en equipo) sobre Cien años de soledad, en el Liceo Carmela Carvajal, de Santiago. ¿Por qué? Míralos y dinos si no son inteligentes, pertinentes, creativos y de un humor muy observador (y maduro).

Entrecruza los memes con las mejores narrativas y obtén estas joyas

Una síntesis de los conflictos, la reacción, la empatía con los personajes y mucho humor. Porque Cien años de soledad es -por qué no- una obra pop y se presta a la perfección. Si pasarán cosas...

Basta Melquíades

Pedro, el changuito, literatura universal ---> todos nosotros

Cuando llega Rebeca, con 11 años...

Gabriel García Márquez lo dice mejor:

"Una noche, por la época en que Rebeca se curó del vicio de comer tierra y fue llevada a dormir en el cuarto de los otros niños, la india que dormía con ellos despertó por casualidad y oyó un extraño ruido intermitente en el rincón. Se incorporó alarmada, creyendo que había entrado un animal en el cuarto, y entonces vio a Rebeca en el mecedor, chupándose el dedo y con los ojos alumbrados como los de un gato en la oscuridad. Pasmada de terror, atribulada por la fatalidad de su destino, Visitación reconoció en esos ojos los síntomas de la enfermedad cuya amenaza los había obligada, a ella y a su hermano, a desterrarse para siempre de un reino milenario en el cual eran príncipes. Era la peste del insomnio. Cataure, el indio, no amaneció en la casa. Su hermana se quedó, porque su corazón fatalista le indicaba que la dolencia letal había de perseguiría de todos modos hasta el último rincón de la tierra. Nadie entendió la alarma de Visitación. «Si no volvemos a dormir, mejor -decía José Arcadio Buendía, de buen humor-. Así nos rendirá más la vida.» Pero la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido".